Oviedo (Asturias)

Varias vallas colocadas en el camino de acceso a su casa de Llanes a modo de obstáculos. Ese era el plan que alguien trazó con el fin de que, en la mañana del pasado jueves, Javier Ardines González, único concejal de Izquierda Unida en el ayuntamiento, se bajase de su coche. Todo apunta a que fue una emboscada. 

El informe preliminar de la autopsia confirma que Ardines murió asesinado de varios golpes en la cabeza. Según ha informado el Tribunal Superior de Justicia de Asturias, el informe preliminar de la autopsia "confirma la muerte violenta" del concejal por lo que continúan las investigaciones y diligencias abiertas que puedan "llevar a la localización del autor o autores de la muerte" del edil.

Tal y como ha podido conocer EL ESPAÑOL, a través de fuentes del entorno de la familia, otras cercanas a la investigación y también en el círculo político del fallecido, la principal hipótesis que cobra fuerza es la de un homicidio o un asesinato. El cadáver de Ardines fue hallado con el cráneo destrozado por tres sitios distintos: heridas en la frente, en la cara y en la nuca. Y todas ellas son incompatibles con una caída o con un accidente. Al menos, fueron tres los golpes que recibió.

El cuerpo apareció a setenta metros del coche en el que salía de su casa de madrugada. Delante del coche, los investigadores encontraron tres vallas de obra que obstaculizaban el camino. No era algo casual. Alguien las había puesto en ese lugar por alguna oscura razón. El objetivo era que el concejal se bajase del vehículo para, posteriormente, abordarle. Por eso los investigadores, según ha podido saber este periódico, barajan como principal la posibilidad de que el crimen fuera fruto de la premeditación.

A Ardines le estaban esperando. De algún modo, quien quiera que perpetrase los hechos sabía que el edil iba a salir de su casa a esa hora de la mañana. Sabía también que era el momento en el que se iba a pescar al mar. Y sabían que iría en su vehículo, por eso colocaron las vallas.

Varias noches atrás, según fuentes cercanas a su entorno, Ardines había salido al mar, pero antes de la hora a la que solía abandonar su casa. Ya en esas ocasiones se topó en su camino con las vallas colocadas en el camino. La madrugada del jueves marchO al trabajo a su hora habitual, y ahí se perpetró el crimen.

 La noche de los hechos

Reunión de Ardines con el equipo del consistorio de Llanes.

Hace dos noches, Javier Ardines madrugó, como cualquier otro día de la semana, para ir a faenar al mar. Tenía su casa en Belmonte de Pría, una pequeña parroquia de apenas 500 habitantes en el interior de Llanes (Asturias). En el puerto, junto al mar, le esperaban sus compañeros de pesca. También le esperaba su barco, el "Bramadoria", pero Ardines no llegó a su puesto de trabajo esa mañana, ni habría de llegar nunca más.

El motor quedó en marcha, encendido, lo que indica tres cosas: que no esperaba la emboscada, que no tenía intención de detenerse demasiado y que no le dio tiempo a subirse de nuevo al coche. El cadáver quedó tirado en el medio del camino, a casi cien metros de su propia casa.  

Hasta el momento, las principales hipótesis que se valoran como móvil del crimen son dos: una es que quien haya perpetrado el crimen tuviese alguna desavenencia personal con él. La otra posibilidad es que guarde alguna relación con su actividad política. ", de su propiedad. El cadáver estaba en mitad de un camino y fue hallado por un vecino que había salido a pasear alrededor de las ocho de la mañana, momento en el que se movilizó a los servicios de emergencia. Hasta el lugar de los hechos acudió una ambulancia con un facultativo que solo pudo certificar el fallecimiento del político llanisco.

 Labor política

Ardines seguía trabajando en el mar, tarea que amaba y que compaginaba con la vida política.

Tenía un empeño político en la transparencia de los bienes vecinales, de los que se había apropiado algún particular; en defender el litoral del ataque urbanístico, y en sacar a concurso unas plazas de la plantilla municipal que no podían seguir ocupadas por personas sin oposición", han explicado las fuentes consultadas por el diario de Prisa.

Ardines era, dentro del consistorio un hueso duro al mando del área de Medio Rural, Playas y Personal en el ayuntamiento. Cuentan a este periódico fuentes cercanas a la investigación que el illanisco era muy estricto a la hora de cumplir las leyes. “No hacía nunca la vista gorda”.

Una de esas medidas tenía que ver con la protección del entorno de los Bufones de Pría, un paraje salvaje que cada año recibe un gran número de visitas. Para prohibir el acceso de vehículos ajenos al trabajo agrícola en las zonas cercanas, el pasado mes de noviembre Ardines decidió ejecutar un plan de aparcamientos que disuadiese a buena parte de los visitantes. También prohibió la entrada de visitantes entre las 11 de la mañana a ocho de la tarde. La medida no fue aceptada por todos.