El 'Capità Collons' era un jefe de la policía de Barcelona que tenía atravesados a los anarquistas. Cuando apresaba a uno, sólo para divertirse, lo conducía ante un muro de la Via Layetana de Barcelona y le anunciaba que lo iba a matar. Le quitaba la camisa y lo ponía cara a la pared. Entonces el 'Capità Collons' disparaba por encima de su cabeza y uno de sus compinches lanzaba piedrecitas a la espalda del preso. El Capitán Cojones lo hacía sólo para humillar y reírse de los anarquistas, pero las víctimas a menudo se desmayaban de miedo. Cuentan que alguno de esos presos acabó perdiendo la cabeza por culpa de ese trauma.

La anécdota la cuenta Lluis Mauri para ilustrar quién era el 'Capità Collons', el fascista al que idolatra Quim Torra. Porque del nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña se sabe que es xenófobo, católico a ultranza, ultraderechista, fanático, intransigente y feroz. No lo decimos nosotros, lo dicen viejos amigos suyos que lo conocen bien, como Miquel Giménez, y el propio Torra en sus tuits próximos al racismo contra los españoles. También lo dice la prensa internacional, que ya lo compara con genocidas como Benito Mussolini o Slobodan Milosevic. Lo que sorprenderá a muchos es que, además, su ídolo es el “Capità Collons” (El Capitán Cojones), un reconocido torturador fascista al que homenajea cada año. Torra pasea junto a su esposa hasta su tumba en el cementerio de Barcelona para rendirle honores, participa en cenas de homenaje y lo cita como paradigma del catalanismo que él propone.

Honores al terrorista

¿Quién era exactamente el Capità Collons? Se trata de Miquel Badia i Capell, un fascista que pasó a la posteridad como una de las figuras más violentas de la Cataluña preguerra civil. Lideró el grupo terrorista Bandera Negra. Esa organización era una especie de comando paramilitar fundado en 1925. Se convirtió en el brazo armado del partido independentista Estat Català, que promulgaba llegar a la independencia mediante la insurrección. Una formación que tuvo contactos con Benito Mussolini por las muchas afinidades que compartía.

Tanto Miquel Badia como su hermano Josep eran conocidos en la Barcelona preguerra civil como torturadores y asesinos de anarquistas. Y como el que a hierra mata, a hierro muere, fueron ellos, los anarquistas de las FAI, los que los acabaron ajusticiando a tiros a los dos hermanos juntos. Sucedió el 28 de abril de 1936 en la calle Muntaner de Barcelona. Hasta ahí se desplaza cada año Quim Torra, para rendirles honores a los dos hermanos terroristas.

Miquel Badia, conocido como 'Capità Collons', era un terrorista, pero es idolatrado por Quim Torra

Miquel Badia i Capell nació en Torregrossa (Lleida) en 1906. Era tres años más pequeño que su hermano Josep, pero mucho más violento, arrogante e impetuoso que su hermano. Nació en el seno de una familia de agricultores y se mudó a Barcelona en 1922 para intentar ser piloto de la Marina Mercante. Sin embargo, a su llegada a la capital catalana tuvo claro que su futuro iría ligado a la violencia. En 1925 se integró en Bandera Negra, el grupo terrorista que era el brazo armado del partido independentista Estat Catalá. En mayo de 1925 intentó atentar contra Alfonso XIII, lo que le valió su ingreso en prisión.

A pesar de la gravedad del delito (magnicidio),fue amnistiado y en 5 años ya estaba en la calle. Entonces fue nombrado secretario de Josep Dencàs, el único miembro de Estat Catalá en el gobierno de Francesc Macià. Ya lo había logrado: estaba dentro de la esfera política. En realidad no era más que un matón a sueldo, pero con más facilidad que ningún otro para la tortura, para apretar el gatillo y para buscar el conflicto. De hecho, su apelativo de 'Capità Collons' le viene de ahí: cuando estaban eligiendo su guardia personal, de Badia le dijeron que era el tipo con más cojones de todos, porque no rehuía ningún enfrentamiento. Al contrario, es donde se sentía más cómodo.

El hombre que detestaba a Lluis Companys

A partir de ahí ocupó varios cargos hasta que en 1930 llegó donde él quería: ser nombrado jefe de la Seguridad Pública de Cataluña. Cargo que aprovechó para imponer su propia ley y campar a sus anchas. Persguió al anarquismo hasta la saciedad, reventó huelgas de ERC, pasó cuentas con todo aquel que no era independentista, como con un fiscal al que detuvo por no hablar catalán. También arrestaba arbitrariamente a personas que fuesen contra los intereses de sus amigos. 

Miquel Badia, igual que su hermano, detestaba a Lluis Companys. Lo explica Joan Oliver (Pere Quart), uno de los más ilustres escritores catalanes, en su libro Tal com raja:

“Companys no pudo parar la anarquía que se apoderó de Cataluña (…) Si los Badía hubieran estado vivos no habrían permitido eso, porque yo sé cómo trataban los hermanos Badia a Companys. Lo trataban con un desprecio terrible. Le decían: Nosotros sabemos que usted es el presidente, pero sabemos que usted no es catalanista. Nosotros sí lo somos. Déjenos hacer. Usted haga política y discursos, pero nosotros a esa gente [los anarquistas] los hacemos desaparecer en 15 días”.

Finalmente fue el propio Companys el que los cesó como responsables de la Seguridad Pública, dadas las reticencias de ERC.

Badia encarna las cloacas del estado

Si Cataluña hubiera sido un país, el 'Capità Collons' hubiera encarnado lo que vulgarmente se conoce como “las cloacas del estado”. Así lo asegura l historiador Jaume Ros Serra en la biografia del propio Miquel Badia que publicó en 1996. Asegura Ros que:

“[Miquel Badia] aceptó asumir la tarea más dura y sucia: la del orden público. El único poder armado de la Generalitat. Eso a lo que hoy llaman 'las cloacas del estado". Se dejó la vida en ello”.

Funeral de los hermanos Badia, que fueron ajusticiados por un anarquista

Chulesco, arrogante y prepotente, se paseaba por los bares en los que sabía que se reunían los anarquistas diciendo “Soy Miquel Badia y creo que hay alguien por aquí que me busca”, haciendo gala de su capacidad para el abuso de poder. Pero eso se acabó el 28 de abril de 1936. El pistolero anarquista Justo Bueno, de las FAI, tiroteó a los hermanos Badia en la calle Diputació de Barcelona. Miquel murió en el acto. Su hermano, en la mesa de operaciones.

¿Era fascista?

¿Era fascista Miquel Badia? Hablan los hechos: en 1933 lidero los escamots: los grupos de acción directa de plena inspiración fascista italiana. Actuaban reventando actos de anarquistas, de la CNT, de la FAI y de todo lo que oliese a izquierda. Joan Lluhí, uno de los padres de ERC, no dudó en calificar estos escamots de fascistas. La forma de organizarse y de actuar era prácticamente calcada.

Los grupos liderados por Badia funcionaban con los mismos patrones que las italianas Fasci Italiano di Combattimento (el embrión del partido fascista de Mussolini). Para Badia, la extrema izquierda era el enemigo a batir y Mussolini era un ejemplo. De hecho, Badia nunca renegó de la etiqueta: “¿Fascistas nosotros? No son ellos los que tienen que decir qué somos nosotros. Nosotros no hacemos otra cosa que querer lo que quiere el pueblo”, zanjaba.

Quim Torra toma posesión de su cargo como presidente de la Generalitat. Efe

Sin embargo, la maquinaria propagandística independentista se encuentra en pleno proceso de convertir a un pistolero fascista en un santo varón y un héroe de la patria. Sobre todo en estos últimos días. Tras la investidura de su admirador Quim Torra, han llegado las prisas y las urgencias. Toca lavar su imagen, y gran parte de la prensa catalana se ha puesto manos a la obra a marchas forzadas. Ahora abundan los artículos (principalmente de opinión) que le quitan hierro a los hechos de Badia. Que suprimen, como si de un libro de Orwell se tratase, cualquier relación del Capitán Cojones con el fascismo. Y que incluso son capaces de atribuir su asesinato a Falange, para desvincular al anarquismo de aquel acto.

Es la última vuelta de tuerca de la manipulación para justificar que los anticapitalistas de las CUP (herederos de aquellos anarquistas reprimidos y humillados por Badia) hayan facilitado la investidura del xenófobo Torra como nuevo presidente de Cataluña, el mismo que presumía ante Lluís Companys de que él se hubiera cargado a los anarquistas en 15 días.

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