3:20 de la madrugada, calle Escudellers (Barcelona). Un hombre está plantado en la puerta de Love Stop, la tienda erótica más exclusiva de Barcelona. Está cerrada, pero el hombre piensa entrar. Sabe lo que quiere. Dentro está el consolador que David Beckham le regaló a Victoria. El mismo que Jay-Z le regaló a Beyoncé. El juguete sexual de las famosas. El consolador de las estrellas, Un vibrador de oro macizo que se llama Inez y que está valorado en 17.000 euros. Él lo quiere, pero no piensa pagar un céntimo.

El desconocido fuerza la persiana y se mete en el establecimiento. Primer escollo superado. También salva el segundo: dos puertas de cristal que empuja con cierta dificultad. No las rompe, pero las desplaza con esfuerzo. Ahora sí, ya está dentro.

Sin guantes y a cara descubierta

La colección es de marca Lelo. Lelo... como el ladrón. Porque él es un tipo decidido, pero ni es precavido, ni cuida demasiado los detalles. Se ha olvidado traerse unos guantes para no dejar huellas. Un fallo lo tiene cualquiera. También se le ha olvidado cubrirse la cara con un pasamontañas. Lo más que lleva es un gorrillo de lana, porque en Barcelona refresca de madrugada.

Qué diablos... así mismo, a cara descubierta. Qué más da que las cámaras estén grabando. Qué le estáis contando, si a unos metros tiene la colección de juguetes eróticos mas exclusiva del mundo. Un pack de falos de oro macizo que le dan tremendas alegrías a Beyoncé y la Beckham en sus momentos más íntimos. Sólo un museo estadounidense y esta tienda de Barcelona tienen la colección completa en todo el mundo. Y en breve, estarán en su poder.

Roban juguetes eróticos de oro por valor de 20.000 euros en Barcelona

El delincuente sabe lo que busca. Entra en la tienda por las bravas y no repara en la caja registradora. No le interesa la calderilla. Sólo tiene ojitos para los vibradores de oro. Se dirige directamente hacia el lugar donde se guarda el tesoro. Es una vitrina colocada en un lugar privilegiado del establecimiento y además pone "LUXE" en mayúsculas. Tiene que ser ahí. La alarma empieza a sonar, pero eso no va a echar atrás a nuestro héroe. Y menos cuando tiene ahí delante dos penes de oro de 24 quilates que parecen estar diciéndole, como mínimo, “róbame”.

El consolador-bumerán destruye la vitrina

¿Cuál es el problema? Que la vitrina de cristal está cerrada a cal y canto. ¿Qué hacer? Pues romperla. ¿Pero cómo? Si el asaltante no había pensado siquiera en ponerse unos guantes o un pasamontañas… ¿cómo iba él a caer en llevarse un martillo para romper un cristal? Qué despiste.

Tanto da. El ladrón es un tipo con recursos y busca de inmediato un arma arrojadiza. Algo bien duro. Se va a la caja registradora y allí encuentra la solución. La pieza con el que va a reventar la vitrina: un consolador con forma de bumerán. Es un masajeador de grandes dimensiones que se llama Smart One ("El Inteligente"). Es lo suficientemente pesado y contundente como para cargarse un cristal si se lanza con potencia y precisión. Además, si falla en el primer golpe, la forma de bumerán hará que la pieza regrese a sus manos... y vuelta a empezar. Qué bien pensado.

Se llevaron 4 piezas de lujo

El ladrón tiene a "El Inteligente" en sus manos y mira la vitrina con atención. Puede atacarla por los laterales. Incluso por la parte de atrás, que parece incluso más sencillo que abordarla de frente. Pero él es un tipo disciplinado y decide reventarla por la parte delantera, por donde se abre en realidad. Nuestro caco agarra el consolador-bumerán, se concentra como el que va a chutar un penalti y lo tira con todas sus fuerzas contra el frontal de la vitrina. Buen trabajo. El golpe es certero. Milimétrico. Igual no es un tío precavido que piense en llevarse unos guantes cuando va a robar... pero sí que es muy bueno lanzando consoladores con forma de bumerán. El cristal se rompe. Abre un boquete en el frontal de la vitrina por el que cabe su mano. Ahí tiene su botín.

Un estimulador de clítoris y un dilatador anal, a la saca

Sin miedo a cortarse, valiente, mete la mano por el agujero y saca de ahí los dos penes de oro macizo. Uno en cada mano. Con la izquierda se siente Beyoncé. Con la derecha es Victoria Beckham. Ahí está a punto de celebrarlo arrancándose a cantar una canción de las Spice Girls, pero entonces se da cuenta de que hay otras dos piezas que brillan mucho. Una es un estimulador de clítoris. Otra es un dilatador anal. Los dos están bañados en oro y valorados en unos 3.000 euros cada uno. También se van con él. También para la saca.

La quirúrgica (?) operación dura dos minutos. El botín está valorado en unos 40.000 euros en total. El tipo se marcha a la carrera, con la alarma sonando y la policía a punto de llegar al local. En la tienda ha dejado huellas dactilares para todo el mundo. Las cámaras de seguridad casi le han hecho un reportaje a su cara y a su gorrito de lana. Pero tanto da. El ladrón es feliz porque tiene el vibrador de las estrellas.

Se olvidó llevarse los cargadores

Un vibrador que no le va a servir para nada. “Va con batería y el cargador no se lo ha llevado. Va a tener un pisapapeles de 17.000 euros” resume Raül Escalona, director de la tienda Love Stop, que reconoce “el mosqueo tan grande que pillé cuando empezaron a saltar las alarmas, llegué a la tienda y vi que me habían robado. Pero el tipo ha sido un chapuzas. Sin guantes, a cara descubierta, sin martillo, dejándose los cargadores...”

Cuando Raül inauguró la tienda, su idea era diferenciarse del resto de comercios que venden juguetes sexuales. “Huimos mucho de la etiqueta sex-shop, porque aquí no hay cabinas con películas X ni nada parecido. Decimos siempre que somos una tienda erótica, con el 80% de los artículos para las mujeres. Lo de tener la colección de juguetes de oro lo hicimos precisamente para tener productos exclusivos. Normalmente se comercializan bajo pedido, pero nosotros los tenemos de inmediato. Somos los únicos del mundo junto a un museo de Nueva York. Es uno de los grandes reclamos del comercio, pero no imaginábamos que nos los iban a acabar robando”.

Raül ignora la motivación del ladrón: “Igual ha sido un encargo. Igual lo quiere para fundir el oro. Lo que está claro es que no lo va a poder utilizar”, concluye Raül Escalona. La cuestión es que el tipo no tomó ningún tipo de precaución para esconder su identidad. Así, la policía ya estudia la grabación de las cámaras de seguridad para identificar al chapuzas que usa consoladores-bumerán para reventar vitrinas a cara descubierta. Qué más da. Él debe de estar satisfecho. Lo más probable es que haya querido sentirse como una de las grandes divas de la canción. Al menos, por una noche. El esfuerzo bien ha valido la pena. Y probablemente lo celebró cantando esa de Beyoncé que dice... 

Beyoncé

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