Marruecos

Mohamed Moutaoikil tuvo cinco mujeres conocidas, 19 hijos, y vivió hasta casi los 80 años. En el momento de su muerte, en 2013, era bígamo. Estaba casado con dos mujeres al mismo tiempo, que ahora tendrán que repartir su pensión de viudedad a partes iguales, según una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad de Madrid, después de que la segunda cónyuge reclamará la parte correspondiente de la paga de 220 euros que su marido recibía del erario español por servir al Ejército en el Sáhara.

Nació en El Aaiún, la ciudad más importante del Sáhara Occidental. Cuando todavía era suelo español se casó con sus dos primeras mujeres, con las que no tuvo descendencia. Una todavía vive y ha formado una nueva familia.

Su tercera esposa, la marroquí Fatiha Hajouji (Hajjouchi, según aparece en la sentencia), con la que contrajo matrimonio en 1961 y tuvo diez hijos, se benefició de la pensión del militar los últimos cinco años por una sentencia de 2016. Sin embargo, desde enero de 2018 y con carácter retroactivo tendrá que compartir la paga con la quinta esposa del fallecido, la saharaui Ezzouhra Dimani, que también tiene tres hijos del mismo hombre.

La demandante fue su última esposa y convivieron durante dos décadas, hasta el mismo día de la muerte de Mohamed Moutaoikil. “Es justo que se repartan la pensión entre sus dos mujeres vivas, y sería más justo si le dieran una mayor proporción a la última porque tiene hijos menores y además era con la que vivía al morir”, explica telefónicamente desde El Aaiún a EL ESPAÑOL su hermano Mohamed Embarek.

A la derecha del todo, las dos mujeres que ahora se disputan la pensión.

Llegó a ser polígamo. Estuvo casado con tres mujeres a la vez, porque hubo una cuarta esposa entre Fatiha y Ezzouhra, se llamaba Saadia pero falleció. Mohamed también mantenía a los cinco hijos en común, tres mujeres y dos mellizos.

Las viudas del soldado viven separadas por una sola calle

Las dos mujeres se conocen, pero no tomaron parte en las decisiones amorosas de su difunto marido. La primera, Hajouji, no habría podido objetar que su esposo se casase de nuevo con Dimani, ya que las nupcias se celebraron antes de la reforma de la Moudawana, el Código marroquí de la Familia, que desde 2004 obliga al hombre a pedir permiso a la primera mujer para casarse con otra.

Ambas conviven junto a sus hijos en el barrio Souk Ejaj (Mercado de Cristal) en El Aaiún, el más antiguo de la ciudad, con la Plaza de España y las delegaciones de los gobiernos civiles y militares del Sáhara español. Fue llamado así en los años sesenta por la aparición de vitrinas en los comercios, la mayoría de electrónica. “Las viviendas están casi juntas, así que se llevan bien. ¡Qué remedio!”, dice entre risas Embarek.

“Son buenas mujeres, cuidan a sus hijos, los atienden. No les interesa lo que hay fuera, son muy caseras”, destaca su hermano, que sigue manteniendo relación con las dos. Hace hincapié en que “donde están los niños más pequeños de Mohamed está su madre”, Ezzouhra, la denunciante. Esta mujer, de origen saharaui, llegó de la localidad de Tan-Tan a El Aaiún en 1991 tras el alto el fuego entre los ejércitos saharaui y marroquí.

Las calles de El Aaiún.

Ahora tendrán que repartirse lo que les corresponde de la pensión del difunto esposo, 220 euros, que es la cuantía que recibe un soldado jubilado que sirvió al ejército español durante diez años. Aunque en la sentencia no aparece especificada la cifra exacta a percibir, a la primera viuda le habría quedado el 30% de la paga, que ahora tiene que dividir con la última esposa. Todavía están pendientes de la resolución de la paga solicitada por orfandad para los niños menores del último matrimonio. Generalmente, los hijos de los militares de España en el Sáhara cobran 10 euros hasta los 23 años.

“Serio, solitario, poco hablador y honesto”

Mohamed Messaud Abderraman, nombre que aparece en la sentencia, pertenece al momento en que luchó con el ejército español en el Sáhara. En aquella época a los nombres de pila se les añadían “hijo de” y los nombres del padre y del abuelo paterno. Tras la Marcha Verde, cuando Francisco Franco entregó el Sáhara al rey Hassan II de Marruecos en 1975, se comenzaron a utilizar apodos en lugar de nombres de familia. Por eso hasta su muerte se había convertido en Mohamed Moutaoikil. “Marruecos nos obligó a tomar un alias para hacernos los papeles y escogimos Moutaoikil, que no sabíamos lo que significaba pero para nosotros era creer en Dios”, explica Embarek.

Los Moutaoikil son una extensa familia muy reconocida en El Aaiún. Él era el mayor de nueve hermanos (4 mujeres y 5 hombres), y continúo la carrera militar de su progenitor, que fue Cabo de Obras y Pistas en el Sáhara español.

Sirvió como soldado de segunda en el Regimiento Mixto de Ingenieros, encargado del Grupo de Zapadores, de la Policía Territorial del Sáhara entre 1949 y 1959, año en que se jubiló. Siempre residió en su ciudad natal, pero al trabajar en el ejército español generó derecho a pensión de retiro con cargo al erario público español, que recibió hasta su fallecimiento.

La familia Moutaoikil es muy conocida y apreciada en El Aaiún.

El polígamo fue un hombre “serio, solitario, poco hablador y honesto”, según le describen familiares y amigos desde El Aaiún. Recuerdan que “siempre iba solo por la calle y que no visitaba ninguna casa sin avisar previamente, además de que le costaba pasar de la puerta”. Es el más parecido a su padre, que también sirvió al ejército español aunque, a diferencia de algunos de sus hijos, solo estuvo casado con una mujer.

Falleció de un cáncer de próstata. En la fase terminal de la enfermedad fue atendido en el hospital de Las Palmas, pero la víspera de su muerte, ya en coma, fue trasladado en una avioneta sanitaria desde Canarias a El Aaiún. El tumor no le impidió seguir los últimos dos años de vida derrochando vitalidad, e incluso viajó a La Meca, un deseo que vio cumplido.

La poligamia, cosa de familia y cultura

Toda la familia Moutaoikil vive entre El Aaiún y Las Palmas, excepto uno de los hermanos que reside en Andalucía. Deich estudió Ciencias Económicas en Málaga, está casado con una española y no tiene descendencia. Y como bromea su hermano, “él solo ha podido casarse una vez porque su esposa es española y vive allí”. Como no han tenido hijos, tan importante en la cultura musulmana, Embarek asegura: “Yo al menos me hubiera casado otra vez para tener descendencia”. Sin embargo, habla maravillas de su cuñada, que “siempre obliga a mi hermano a visitarnos, es una mujer muy atenta, culta y simpática”.

Juan Carlos I, en su visita a El Aaiún. Archivo Sáhara Gasteiz

Mohamed Embarek fue ATS en los tiempos españoles, ahora es el jefe del Servicio General de Enfermería del Hospital Hassan Ben Elmedhdi en El Aaiún con más de doscientas personas a su cargo. Allí también trabajan dos de sus hijos y la misma profesión estudió una de las hijas del difunto.

También es polígamo. Tiene tres mujeres, la primera falleció, con la segunda se casó en 1977 y siguen cohabitando, y de la tercera se divorció. Mantiene que “hay que tratarlas por igual” y que se responsabiliza de los 14 hijos que le quedan, uno falleció. “Todos están a mi cargo”, asegura.

Los hermanos Moutaoikil. A la izquierda, el protagonista de esta historia.

La prolífera familia también tiene presencia en la escena política. Su hermano Sidi Ahmed Moutaoikil, un comerciante muy conocido, fue jefe encargado en la empresa Cubiertas y Tejados en el Sáhara español, Sargento hasta 1975, y después se convirtió en parlamentario marroquí de la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP), partido de centro-izquierda en Marruecos. Actualmente es miembro del Consejo Consultivo para el Sáhara y llegó incluso a ser condecorado por el rey alauita actual, Mohamed VI.

Convenio de Seguridad Social entre España y Marruecos

El Tribunal superior de Justicia de la Comunidad Autónoma de Madrid, el órgano que dictó la sentencia a favor de la tercera mujer, reconoció en julio de 2016 la misma pensión de viudedad a quien era la primera esposa del soldado saharaui.

A pesar de que la poligamia es contraria al orden público español, el artículo 23 del convenio de Seguridad Social entre España y Marruecos firmado en 1979 impone la distribución por partes iguales de la pensión de viudedad entre todas las esposas que reúnan y acrediten esa condición. “La pensión de viudedad causada por trabajador marroquí será distribuida, en su caso, por partes iguales y definitivamente entre quienes resulten ser, conforme a la legislación marroquí, beneficiarias de dicha prestación”, consta en la sentencia del Tribunal Supremo.

A la derecha del todo, la actual beneficiaria de la pensión.

En España la bigamia está prohibida y penalizada en el artículo 217 y siguientes del Código Penal, entre otras razones porque supone una situación de desigualdad entre mujeres y hombres, así como la sumisión de aquéllas a éstos. Por eso las familias polígamas, tanto saharauis como marroquíes, se topan con dificultades para arreglar los papeles de nacionalidad, residencia, pensión de viudedad o tarjeta sanitaria en España.

Es el caso de Embarek, que tiene la nacionalidad española desde hace 7 años pero solo una de sus esposas puede beneficiarse. “Me hacen elegir a una, y tengo hijos de las tres”, se queja. De hecho en su libro de familia marroquí constan todos los hijos y sus madres.

Los hijos menores que el difunto tuvo con su última esposa.

Los militares del ejército español en el Sáhara disponen de unas cartillas con un régimen especial que les permite viajar a España sin visado, pero acompañados de una sola mujer. Por eso la denunciante y tercera esposa del soldado tuvo que ser representada en el Tribunal de Madrid por abogados. No pudo salir de Marruecos. Sin embargo, sus hijos aparecen como beneficiarios de la cartilla de la sanidad española del progenitor. “En este caso es imposible que la utilicen porque los chicos son pequeños y no van a viajar a España sin su madre. Hay que tratar a las mujeres por igual y querer a todos los hijos de la misma manera”, explica Embarek.

El padre sí que estuvo casado toda la vida con la misma mujer, y “creo que eso es lo más justo porque los hijos se quieren más y hacen más piña”, confiesa al final de la entrevista Embarek a pesar de su vida polígama.

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