Ya no quedan punkis en las calles. Ahora las chupas de cuero son de Zara, las crestas de peluquería y la música más subversiva es el reguetón.

Ya no quedan punkis en las calles, pero en los 80 mandaban. En la música y en la estética. Aquí llegaron desde Inglaterra y se extendieron por todo el país. A una España en transición, ávida de libertad, de nuevas sustancias y de cambios políticos. A España el punk llegó de golpe como llegó la heroína, que era una droga de la que nadie sabía nada, pero que se metió en las venas de una generación de jóvenes y se la llevó entera por delante.

Ya no quedan punkis en las calles porque muchos se quedaron allí en los 80, con la heroína, con el desempleo y con las rebeliones. De todo eso saben mucho en el País Vasco. En Bilbao, en Santurce, en Sestao o en Mondragón. Había empresas cerrando, había droga, había conflicto político en los despachos y guerra en las calles. Había cajeros ardiendo, policías pegando, bombas bajo los coches y tiros en la nuca. Lo que no había era futuro para la juventud. “No future”, cantaban los Sex Pistols, que eran unos ingleses con crestas que se meaban en el sistema. Y los jóvenes vascos lo entendieron mejor que nadie.

Durante la Transición hubo muchos movimientos contraculturales en España. El más mitificado fue la Movida Madrileña. Pero los que vivieron aquello cuentan que el más auténtico fue el vasco. El Rock Radikal Vasco. La Martxa Eta Borroka. El Euskadi Tropikal. El Euskadi Antitodo. Una escena con mil etiquetas. De todas ellas rehuyen los protagonistas.

El País Vasco en los 80 fue el epicentro del que tal vez ha sido el movimiento contracultural más duro de la historia moderna de nuestro país. En todos los sentidos. Duro como dura es el agua de la ría de Bilbao. Dureza en la música, dureza en el contexto, dureza en las circunstancias y dureza en las consecuencias. La escena más dura y la menos estudiada, porque todo el halo de leyenda se lo llevó la Movida de Madrid.

Antecedentes y contexto

Principios de los 80. España es un país en transición. El franquismo se ha acabado… oficialmente. Dan un golpe de estado y fracasa. La gente quiere cambio. Quiere democracia. Llega un gobierno socialista con ganas de permitir y una juventud con ganas de fiesta. Esta fiesta se entiende de formas muy distintas. En Madrid, por ejemplo, se traduce en la Movida. Era época de cantautores, de chapas, de pegatinas y de glamour. Todo muy cuidado. Unos rebeldes a los que les hacían un hueco en los medios de comunicación públicos, porque a todo eso también se apuntaron TVE y RNE3.

Lo resume bien Roberto Moso, cantante de Zarama, que fue uno de los grupos más emblemáticos del País Vasco: “La Movida en Madrid era una cuestión más estética que otra cosa. Era elegancia, new wave, 'fiestuki' y “Terror en el hipermercado”. Y en Euskadi veíamos todo eso y pensábamos Aquí no estamos para 'fiestuki', ¿de qué coño nos habláis?”.

Droga, paro y plomo

¿Por qué la juventud vasca no estaba para 'fiestuki'? Porque la situación estaba muy jodida a todos los niveles. Empezando por el laboral. Las principales empresas cerraron. Fue un proceso llamado “reconversión industrial” que afectó especialmente a la provincia de Bilbao: “Reconversión mis cojones. Lo llamaron así, pero en realidad aquello fue cerrar las empresas que nos habían dado de comer hasta entonces” cuenta Ibon, hijo y nieto de trabajadores de Altos Hornos de Bilbao.

En efecto, la “reconversión industrial” consistió en desmantelar muchas de las grandes industrias del país. En Ferrol, en Asturias, en Sagunto, en Cádiz... y sobre todo en el margen izquierdo de la ría de Bilbao. “Cerró Euskalduna, General Electric, Altos Hornos… Toda aquella teta que había dado de comer a los vascos y en la que entraban a trabajar padres e hijos. Eso se acabó de golpe”, resume Moso.

Cicatriz en la matriz fue uno de los grupos más emblemáticos del movimiento. 4 miembros murieron de sida o sobredosis

También empezó a haber problemas de drogas. La juventud española tenía muchas ganas de nuevas experiencias y muy poca información. Los jóvenes se hubieran metido cualquier cosa. Y en esas empezó a galopar el caballo. La entrada en España de la heroína, tal vez la droga recreativa más adictiva y dañina de cuantas ha arraigado en nuestro país, supuso una auténtica revolución. La felicidad venía en una jeringa. “La gente se empezó a pinchar sin control. A los pocos pinchazos estaban enganchados”, dice Ibon. Y lo dice con conocimiento de causa: su hermano mayor, Gari, fue uno de aquellos heroinómanos que acabó cayendo.

“Gari se empezó a pinchar con unos del barrio de Otxarkoaga, por probar. Enseguida se volvió un yonki. Y a mí aún me da pena por mis padres. Ya eran mayores y no sabían nada de drogas. No sabíamos nosotros, iban a saber ellos… Recuerdo que un día fuimos a comer al baserri (caserío) de mis viejos y mi hermano Gari se había metido un pico justo antes de bajar del coche, un Fulaco (Seat 124) que teníamos. Llegó al comedor que ni se tenía en pie. Mi padre, pobre, lo miraba medio riéndose y decía “Vaya borrachera lleva mi hijo. Se ha pasado con los txikitos de vino”. Y no, no. Mi hermano iba puesto de heroína hasta las cejas”.

Un gaztetxe en Bilbao a principios de los 80. Los gaztetxes eran espacios ocupados

Pero lo que peor andaba en Euskadi era la cuestión política. El terrorismo. Los 80 fueron los llamados “años del plomo”. ETA asesinaba sin control. Los terroristas batieron en 1980 su récord de víctimas mortales, con 93 muertes. Muchos jóvenes se sumaban al movimiento terrorista, bien con ETA, bien con los cachorros de Jarrai que quemaban cajeros y autobuses. La denominada 'kale borroka' ('lucha callejera'), que hizo que los expertos definan aquella época en el País Vasco como "guerra de baja intensidad". Jóvenes y adolescentes eran sus brazos ejecutores. Algunos, entraban en aquello porque estaban convencidos de la causa. Otros, por pura rebeldía. Por lo mismo que se metieron en las drogas.

¿Cómo canalizar aquella rebeldía?. Algunos optaban por la vía química de las drogas y otros por la vía política. Pero no sólo por la izquierda abertzale. Hubo muchos jóvenes que se hicieron anarquistas. Empezó el movimiento insumiso para no ir a la mili. También el ecologismo contra la central nuclear de Lemoiz, el feminismo... Había una efervescencia brutal en aquellos tiempos”, resume la escritora Edurne Portela, una de las personas que más y mejor ha escrito sobre aquella época.

No future

Una de las principales formas de canalizar aquella efervescencia fue la música. En Inglaterra se consolidaba un nuevo movimiento contracultural llamado punk. Era música, pero también era una actitud. Un look rompedor, crestas de colores, ropas raídas, pantalones ceñidos, chupas de cuero, piel perforada e imperdibles a modo de pendientes. También era una filosofía que defendía que te lo hicieses tú mismo. Todo. Tu música, tus fanzines, tus espacios... Los punkis defendían ocupar (okupar) lugares abandonados y rechazaban la mayor parte de ideologías políticas. Eran irreverentes e irrespetuosos. Grupos británicos como The Clash o Sex Pistols eran sus principales exponentes. Éstos últimos cantaban una canción con un estribillo que lo resumía todo: “There's no future for you” ("No hay futuro para ti").

“Nosotros recibíamos todos aquellos estímulos y flipábamos. Leíamos una revista sobre rock, un fanzine sobre punk, veíamos que en Inglaterra uno se había pintado la cresta de colores, que otro escupía en los conciertos… que, en definitiva, el rock podía molestar. Y decías hostia, me apunto”, recuerda Roberto Moso, cantante de Zarama. Una palabra que, por cierto, significa “Basura” en euskera.

Me Cago en Dios, Vómito, Cicatriz en la matriz...

“Tal y como estaban las cosas, los jóvenes en Euskadi buscábamos la mejor forma de tocar los huevos”, sintetiza Niko Vázquez, el bajista de MCD. MCD son las siglas de “Me Cago en Dios”, un nombre que ilustra la filosofía existente para bautizar a las bandas de aquel movimiento.

Explica Niko una anécdota sobre cómo decidieron ellos el suyo: “Barajábamos varios nombres, como 'Asquerosos bastardos', pero no nos decidíamos. Un día estábamos tirados el guitarrista del grupo y yo en el Parque de los Patos de Bilbao. De repente aparecieron unos testigos de Jehová a tocarnos los cojones. Nos los quitamos de encima diciéndoles: “Me cago en Dios, largaos de aquí y dejadnos tranquilos”. A la que los echamos, decidimos que nos quedábamos con ese nombre, porque es el insulto más utilizado en Euskadi”.

MCD eran las siglas de "Me Cago en Dios"

Me Cago en Dios (MCD), Zarama (Basura), Cicatriz en la matriz, RIP, Vómito, La Polla Records, Eskorbuto… son los nombres de los grupos que representaron aquella escena, conocida como Rock Radikal Vasco. Otras bandas eran más discretas para ponerse el nombre… al menos en apariencia. Es el caso de Las Vulpes. “Bueno... en realidad 'Vulpes' Significa 'Zorras' en latín”, cuenta Loles Vázquez, su fundadora, que curiosamente es hermana de Niko y Bernard Vázquez (MCD).

"Me gusta ser una zorra"

Las Vulpes se convirtió, para muchos, en la banda responsable de que el irreverente movimiento del Rock Radikal Vasco empezase a escandalizar al resto de España. La cosa fue así: "Yo monté el grupo con 15 años y no fue una reivindicación feminista como dicen ahora. Es que mis hermanos no me dejaban tocar en su banda de tíos. Al final monté un grupo de chicas. Hice una versión de Iggy Pop y la titulé "Me gusta ser una zorra". Grabamos esta canción para un programa de TVE que se llamaba 'Caja de ritmos'. Lo emitieron y se lió".

Las Vulpes - Me gusta ser una zorra

Se lió significa que "el programa se suspendió, al presentador (Carlos Tena) lo echaron, ABC hizo un editorial incendiario, yo tuve que ir a declarar a la Fiscalía del Estado por escándalo público un montón de tiempo..." recuerda Loles, apuntando la hipocresía de la situación: "Teníamos letras con las que hoy iríamos a la cárcel. Como una que decía "Policía asesina, asesina a un policía". Pero con esa no pasaba nada. El escándalo llegó por decir en televisión que me gusta ser una zorra".

Ese momento televisivo y el concierto de The Clash en el Velódromo de Anoeta fue, para muchos, el principio del movimiento del Rock Radikal Vasco. Otros creen que empezó algo antes, con las primeras bandas punk de 1980.

El mito Eskorbuto

Si Las Vulpes lo empezaron todo, Eskorbuto se convirtió en el grupo emblema. Sus integrantes eran Iosu Expósito y Juanma Suárez. "Eran Quijote y Sancho. Iosu, un atormentado. Juanma, mucho más hedonista. Eran inseparables pero siempre estaban a la greña entre ellos. Eran dos punkis de verdad", dice Roberto Moso, que fue el que les puso el nombre: "Les propuse Eskorbuto porque sonaba fuerte, como a "pota". Ellos luego iban diciendo que era por la enfermedad de los marineros de no sé qué. Pero en realidad no teníamos ni idea de que era el escorbuto cuando le pusimos el nombre". 

Óscar Amezaga era el creador del sello independiente Discos Suicidas, con el que Eskorbuto grabó un disco. Define a sus integrantes con una anécdota:

"Nos subimos un día los tres en el autobús. Yo el primero, que pago los tres billetes. Pasa Iosu detrás mío con sus pintas. Pasa luego Juanma. Con el colocón que lleva no se ha enterado que yo le he pagado el billete. Saca dinero y paga otro. El chófer no se percata y le cobra. Cuando nos sentamos, Iosu le empieza a gritar a Juanma, a decirle que para qué cojones paga otra vez, si ya está pagado. Él se va para el conductor del bus corriendo, muy enfadado, lo agarra de la pechera y le empieza a reclamar su dinero. Todo esto con el bus en marcha, al lado de la ría de Bilbao. El bus haciendo eses. El conductor gritando que le suelte. Juanma exigiendo el dinero y zarandeándole. Los pasajeros angustiados, gritándole al conductor que le devuelva el dinero... Casi nos caemos a la ría, pero al final le devolvieron el dinero". 

Los gaztetxes

El rock, el punk, la droga, las ganas de libertad, el mosqueo con todo en general. Todo eso se extendió por el País Vasco y corrió como la pólvora. ¿Dónde se focalizaba? En los gaztetxes. Es el nombre que se le daba a aquellos primeros edificios ocupados.

"La juventud veía que los gobiernos no hacían nada por ellos, pero que pegándole una patada a la puerta de un edificio cerrado y cambiando la cerradura, te hacías con tu sitio. Se montaban conciertos, se editaban revistas, se hacían fotos... y todos éramos parte de aquello. Tan importante era el cantante que estaba pegando gritos en el escenario como el público que estaba debajo bailando, animando y descargando toda la furia. Así que yo, más que Rock Radikal Vasco, prefiero llamarlo Cultura Radikal Vasca", resume Edurne Portela.

El gaztetxe era algo así como el edén de la juventud vasca. No sólo de los punkis. A aquellos grupos de gritos y riffs diabólicos se le sumaron otros que hacían ska o reggae. Ritmos muchos más fáciles, serenos, festivos y suaves. Originarios muchos de Jamaica, pero que también llegaban vía Londres. Bandas como Potato o Hertzainak son algunos de los máximos exponentes del movimiento que se conoce como "Euskadi Tropikal". En los gaztetxes confluían  rockeros, punkis, tropicales, hippis, okupas... Todos en harmonía, todos odiando al mundo. 

Herri Batasuna contra el punk

¿Qué pensaba la izquierda abertzale de todo aquello? Pues al principio no le pareció nada bien: "Su primer postura fue la de criticarlo con dureza. Decían que eso de escuchar música inglesa o americana era imperialista. Pero como vieron que aquello se extendia como una mancha de aceite, lo acabaron instrumentalizando", resume Roberto Moso.

Las Vulpes en la ría de Bilbao

Así, cuando en Herri Batasuna se le pasó la perra de que el punk era imperialista y se dieron cuenta de que la música podía ser un reclamo para la juventud, decidieron subirse al carro. Empezaron montar sus propios festivales llamados "Martxa Eta Borroka" ("Marcha y lucha") donde tocaban los grupos más comprometidos con la causa abertzale. "A nosotros no nos llamaron ni una puta vez", se ríe Niko de MCD, que formaba parte de esas otras bandas que no contaban para esa 'martxa' porque estaban "contra todo". 

"A la mierda el País Vasco"

Igual que Eskorbuto, que renegaron de España, del País Vasco y de todo. Tambiéns e metieron en problemas. Grabaron una maqueta en 1983 y se plantaron en Madrid. Como tenían las pintas que tenían, los paró la policía. Les registraron y vieron lo que llevaban encima. Maquetas con canciones como "ETA" o "Maldito país España". Les aplicaron la ley antiterrorista y los metieron en la cárcel. Allí permanecieron 36 horas, mientras la policía no dejaba de escuchar las canciones en bucle y escandalizarse.

Eskorbuto pidió ayuda a la izquierda abertzale, a las gestoras pro-amnistía de presos políticos, a Herri Batasuna... Nadie les hizo caso. Los independenistas vascos los dejaron tirados. A partir de ahí renegaron también de Euskadi. Sacaron una canción titulada "A la mierda el País Vasco", que arranca con los acordes del Cara al Sol. Y luego un disco llamado "Anti-todo". Se convirtieron en la máxima expresión del nihilismo extremo del movimiento. "No somos de derechas, de izquierdas, ni de ningún partido. Yo soy fascista y Iosu terrorista", bromeaba Juanma en una entrevista que recoge ETB en un documental. 

Iosu y Juanma fundaron Eskorbuto. Les acompañaba Pako Galán a la batería

Ídolos en España y en América

Los escándalos y las innovaciones hicieron que aquellas bandas de jóvenes vascos cabreados empezasen a ser considerados estrellas, tanto en España como en el extranjero. e golpe se hicieron famosos. "Yo tenía un amigo cantante que estaba haciendo la mili. El sargento le dejó salir de permiso de fin de semana con la condición de que me follase y le llevase las bragas. Y sí, sí... me lo follé y le di las bragas", recuerda riéndose Loles Vázquez.

En el extranjero también se convirtieron en ídolos. Sobre todo en América Latina: "La Polla Records iba a actuar a Argentina y llenaba como si iba Michael Jackson. En Perú, en México... eran ídolos. El rock y el punk del País Vasco empezó siendo una especie de sucursal de Inglaterra, pero en muchos sitios acabó teniendo más repercusión todavía que las bandas británicas", recuerda Niko Vázquez. 

La heroína y el sida, el principio del fin

La heroína se cargó la escena. Pincharse pasó de ser símbolo de rebeldía a un gravísimo problema de salud pública. Las calles se llenaron de yonkis con síndrome de abstinencia y robando por un chute.

El nihilismo como forma de vida. La Polla Records advertía en su disco de que "No somos nada"

Respecto al consumo de heroína en el País Vasco en los 80 existen dos teorías enfrentadas: una que asegura que la heroína en el País Vasco se introdujo a través de "las cloacas del estado español", a través de cuarteles de la Guardia Civil como el de Intxaurrondo. Dicen que era una medida de contrainsurgencia. Autores como Justo Arriola defienden esta tesis en la que el gobierno prefería a una juventud yonki que dentro de ETA. QUe era la policía misma la que suministraba el caballo entre la juventud vasca. 

A esta teoría se oponen otros autores como Juan Carlos Usó, que sostiene que eso no está demostrado y que el consumo y tráfico de heroína en Euskadi fue similar al de otras partes de España, así como el número de víctimas. Esa última teoría es la más sostenida por los grupos protagonistas de la escena vasca: "A mí me jode que se diga que en la movida vasca éramos etarras y yonkis. ¿Es que acaso en la Movida madrileña no se metían? Pues igual más que nosotros" resume Loles de Vulpes.

Sea como fuere, la heroína fue uno de los principales factores que provocó el final de la escena. Muchos jóvenes vascos la sufrieron. Ibon recuerda "perfectamente la primera vez que mi hermano pasó el mono. Lo llevaron al médico pensando que tenía una gripe. Mi padre ya empezaba a preocuparse mucho por Gari. No sabía qué le pasaba a su hijo. No tenía ni idea de qué iba eso de las jeringas, el mono, el caballo...". Menos sabía aún cuando le dijeron que su hijo Garikoitz tenía sida. Una enfermedad nueva que se contagiaba compartiendo chuta o teniendo sexo y que mató a muchísimos jóvenes españoles en esa década. "La primera vez que vi llorar a mi padre fue cuando le explicamos qué su chico tenía una enfermedad incurable. Gari murió en el 89 y mi padre falleció en el 90. De pena".

1992: muere la escena

Casi todos los protagonistas coinciden en señalar 1992 como el final de la escena radical vasca. Principalmente porque mueren muchos de sus protagonistas. Mueren Iosu y Juanma de Eskorbuto. "Murieron como vivieron. Iosu, el atormentado, tras una larga agonía. Juanma, el hedonista, de un infarto fulminante", recuerda Roberto Moso.

También fallecen casi todos los miembros de Cicatriz en la matriz. Tres de sida y uno de sobredosis. Y muere Lupe Vázquez, batería de Vulpes y hermana de Loles: "Eso fue en el 93 y no de sida, como se ha dicho por ahí. A mi hermana le pegaron un tiro en la cabeza en Menorca, porque se fue allí con su novio a trapichear con cocaína y se cruzó con los que dominaban el cotarro, que era gente que mandaba mucho”, matiza Loles.

La izquierda abertzale pasa a apoderarse del movimiento. Los grupos que lideran la escena cambian. Kortatu, Negu Gorriak... Nombres mucho más afines al independentismo vasco. Se acaba el espíritu nihilista y anti-todo y se politiza la escena. "Yo dejé de ir a los gaztetxes porque ya no eran aquel reducto de libertad y empezaron a convertirse en unos espacios mucho más politizados", concluye Edurne Portela. En su novela "Mejor la ausencia", el protagonista arranca de su habitación un póster de Eskorbuto porque era de su hermano mayor que cae en la heroína. Él no quiere saber nada de eso, pero sí del mundo abertzale y de la lucha. Por eso lo sustituye por un póster de Kortatu. Todo cambia. 

España también va cambiando. Los Juegos Olímpicos en Barcelona, la Expo de Sevilla. Parece que empieza a haber futuro, o eso nos hacen creer. Llegan las drogas sintéticas, mucho menos dañinas que el caballo. También otros ritmos electrónicos, que triunfan en Valencia bajo el nombre, paradójicamente, de "Bakalao de Bilbao". La fiesta en España está cambiando. El Rock Radikal Vasco ha muerto.

Epitafio

Ya no quedan punkis en las calles. Se los llevó la heroína, el paro y la violencia. Se murieron de sida o se volvieron formales. ¿Es momento de lamentarse por ello?

Responde Niko de MCD: "Qué cojones lamentarse. Lo que hay que hacer es dejar de imitar aquello de una vez. Hay ahora una moda revival de los 80 que da una pereza horrorosa. Hay chavales de 18 y 20 años hoy día imitando el Rock Radikal Vasco. Vale ya, hombre. Las nuevas generaciones tienen la obligación moral de cagarse en todo eso. A ver si viene alguien ya que diga "Los 80 fueron una mierda". Eso sería una buena noticia". 

Ya no quedan punkis en las calles. Que descansen todos en paz. 

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