Cuando Marlene Wind dijo a Carles Puigdemont que había preparado su intervención a modo de entrevista, el expresident fugado se partió de risa. Profesora experta en política europea, agarró el micrófono y preparó el terreno: "Generalmente, no tengo tantos alumnos en clase". Se escucharon varias carcajadas en el auditorio, una por encima del resto, la de Puigdemont, bombeada por el pinganillo. "Tenga el bolígrafo preparado, que le haré varias preguntas". Otra sonrisa como respuesta. Luego vendría el ring, el intercambio de golpes que dejó noqueado a un expresident que esperaba "un rato más amigable".

"Lo preparé con mucho sentido crítico. La Universidad no es darle un altavoz al político para que haga campaña", saluda Wind a este diario horas después de su "desmontando a Puigdemont" en Copenhage.

-¿Sabe que su intervención está en la portada de casi todos los periódicos?

-¡Oh my god!

Tras el saludo de cortesía, la también directora del Centre of European Politics se muestra dispuesta a la entrevista, esta vez en el rol de entrevistada, con sus rejonazos al expresident de la Generalitat en el espejo. La mochila de coces a Puigdemont aloja perlas como estas: "¿Es esa su visión de Europa? ¿Dividirla en 200 Estados étnicamente puros y con una sola identidad? ¿La democracia es sólo referéndums y votar o también supone el respeto a la ley y a la Constitución? Dice que quiere negociar con Rajoy pero, ¿no cree que su estilo está siendo muy provocativo y que contribuye a empeorar la situación?".

La sinceridad de Wind

Las palabras de Marlene Wind, a pesar del gracejo y la contundencia, no son nuevas, pero escocieron especialmente a Puigdemont por ser vertidas en una plaza a priori acogedora. La dinámica habitual en el extranjero, con este y otros conflictos, suele obligar por parte de los no implicados frases como éstas: "Yo en eso no me meto, deben resolverlo ellos", "es un asunto delicado, como para que encima opinemos el resto". La profesora Wind huyó de lo protocolario y preparó una carrera de obstáculos.

"Soy consciente de que he sido muy dura, ¡esa era mi intención!". Hija de un famoso teólogo danés, Hans Christian Wind, nacida en Skive en 1963, esta profesora de mirada azul y melena rubia, desmiga así el diseño de su particular entrevista a Puigdemont: "Tengo muchos amigos españoles, algunos de ellos también pertenecientes a la Academia. Estuve preguntando por Cataluña a los partidarios de una cosa y de la otra. También leí muchos de vuestros periódicos".

-¿Y qué se encontró?

-Un escenario muy polarizado. Los partidarios de la independencia culpaban de todo a Rajoy y viceversa.

-¿Le han convencido las respuestas de Puigdemont?

-¡Por supuesto que no! Al contrario. Además, él ha tratado de escapar todo el rato.

Marlene Wind, durante una intervención en los medios daneses.

Apenas un metro separaba las dos mesas altas y blancas sobre las que descansaban los apuntes de Wind y Puigdemont. Ninguno hizo uso del taburete. Empezaron mirando al público, pero acabaron enfrentados. El escenario lo tenía casi todo, incluso una red Wifi titulada "Libertad para los presos políticos".

Wind, formada a caballo entre la universidad danesa de Aarhus y el instituto europeo de Florencia, no pudo charlar en privado con Puigdemont: "Tenía una cena y, en cuanto ha terminado, se ha ido muy rápido".

A pesar de la dureza, Wind no cree que su papel "provocador" haya sentado mal al político catalán: "Es cierto, él esperaba una atmósfera mucho más amigable y luego no ha sido así. En cualquier caso, el ambiente ha sido muy bueno y él, aunque ha buscado escapar, no ha rechazado ninguna pregunta. Su tono ha sido correcto".

Marlene Wind, telegénica, astuta, combina el rigor con el titular. Por eso se ha convertido en una de las expertas más solicitadas por platós y redacciones en su país. Entre 2011 y 2012, cuando opinó férreamente sobre la política de fronteras en Dinamarca, soliviantó a los gobernantes, que buscaron su silencio. Ella misma decidió aparcar su exposición pública durante un tiempo.

Los corresponsales in situ, salvo los conocedores del carácter de Wind, no esperaban que una profesora universitaria fuera capaz de acusar a Puigdemont de "querer balcanizar Europa" con "una limpieza étnica".

Marlene Wind, durante una entrevista.

Marlene Wind sabía de lo que hablaba. Además del "background" recogido, sus últimas investigaciones abordan la intersección entre política y justicia; un camino demasiado transitado por Cataluña.

"No sé si Puigdemont se habrá puesto nervioso, pero sí sé que no podíamos permitir que la Universidad dejara de ser un espacio de confrontación de ideas para convertirse en un mitin", apremia.

"¡Lo siento! Tengo que cortar", se despide Marlene Wind, impresionada por el impacto de sus preguntas. ¿Por qué? Ella había hecho "lo de siempre".

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