El hombre le dice a la mujer que se relaje. Salvo por una toalla que cubre su zona genital, ella está totalmente desnuda. "Relájate, así, muy profundo". Entretanto, él se quita la ropa interior hasta que no queda nada. Su pelo plateado cae en cascada por su espalda, recogido en una coleta. La escena ocurre en agosto del año 2015. Cuando ella entra en la habitación, el masajista le dice a la mujer que se quede en bragas, tumbada boca arriba sobre un futón oriental que hay en el centro de la habitación. Están solos en una de las cabinas de masajes del Balneario la Dama Verde, en Almeida de Sayago, 50 kilómetros al sur de Zamora. Una hora después, lo que allí ocurre hace que ella entre en estado de shock.

Es el dueño del establecimiento y se llama Antonio Acha Martín. Las suyas quizás sean las termas con más fama de toda la provincia. En ese punto del relato, está a punto de practicarle a la mujer su “masaje de autor”. Le ha dado un nombre muy particular: se trata del Masaje de la Diosa. “Es un complejo ritual de sabiduría ancestral. Consiste en manipular el cuerpo del paciente, empleando el del masajista. A veces utilizo aceite caliente. A veces, mi propio cuerpo".

Lo que le está haciendo tendrá consecuencias más tarde: dos años después, ha ido a juicio, que está ya visto para sentencia. Piden para él diez años de cárcel por abusos sexuales durante ese Masaje de la Diosa y por el que le realizó a otra mujer también ese mismo día.

¿En qué consiste el ritual? Después de ese inicio, Acha comienza a leerle a la mujer su carta astral. Después comienza el masaje. Durante hora y media, le hace a la mujer “tocamientos ligeros en la zona genital”. Es parte, dice, de la manipulación en la que consiste el masaje.

Acha lleva bastantes años desarrollando esta y otras prácticas en su centro que vende como terapias cuando son, en realidad, auténticas pseudoterapias rechazadas por la Organización Médica Colegial y los colectivos de distintas especialidades de toda España. Su base científica es nula. Hay algo más oscuro todavía que no se ve a simple vista en los jardines de La Dama Verde: según ha podido comprobar EL ESPAÑOL, Antonio Acha no es fisioterapeuta y su centro tampoco tiene habilitado ese permiso por el ministerio de Sanidad. Esta es su historia y la de sus particulares “masajes”.

Así es el Masaje de la Diosa

El Balneario La Dama Verde lleva 15 años ofreciendo fisioterapia pero no tiene ese permiso por parte de Sanidad.

Minutos después de leerle la carta astral a la mujer, Antonio saca un cuchillo de hueso y lo acerca a su cuerpo. Se lo pasa por las piernas, por los senos y a la altura del corazón. Luego lo cruza de lado a lado por su cuello. Está encima de ella. “Para que todo quede sellado y cerrado, para separar mente y cuerpo”, le dice. Dijo en el juicio que se trataba de algo simbólico, que lo hizo para “hacer el eje de simetría”. La mujer se sintió intimidada, y entró en shock.

La mujer había llegado aquel mes de agosto desde Tenerife para asistir al curso Rebirthing Escuela de Verano Leonard Orr, una especie de retiro espiritual magufo dirigido, en teoría, a personas “que deseen realizar un retiro extenso de desarrollo personal y purificación con los elementos”. Así se definen de un modo tan abstracto.

Lo cierto es que allí se lleva a cabo una de las pseudoterapias más conocidas de la llamada tendencia sectaria New Age. La mujer llegó desde Canarias junto a varias amigas en un viaje preparado para acudir a esa semana de vacaciones. Pagó 71 euros por él.

Después de todo ese espectáculo, el masajista introduce los dedos en la vagina de la clienta. Luego la penetra mientras le dice “bendita seas, eres una diosa. Eres la diosa, ¡viva tu linaje guanche!”. La mujer se sometió, salió de allí en estado de shock. No fue la única. Otra mujer del mismo grupo, a la que conoció durante el viaje, entró después que ella en la sala de masajes y vivió la misma situación. Ambas son las que le han denunciado por abusos.

Hace ya meses que en la página web del Balneario La Dama Verde no se ofrece el Masaje de la Diosa. Lo retiraron tiempo después de que surgiera la polémica. Era vendido allí como un “masaje de autor” que servía para “el empoderamiento de lo femenino”.

Así lo definía la web del balneario de Antonio Acha: "La técnica se aplica para resolver bloqueos psicocorporales manipulando el cuerpo del paciente y pudiendo emplear para ello el propio cuerpo del masajista, y útiles como cuchillo de hueso, aceite caliente con aromas, etc… El masaje se recomienda recibir sin ropa aunque quien lo recibe es libre de dejarse encima la prenda que desee. Además del beneficio, pueden darse reacciones de naturaleza emocional y fisiológicas, generalmente sin efectos secundarios”. 70 minutos. Ambas mujeres los tuvieron que vivir.

Antonio Acha, el fisioterapeuta que no era fisioterapeuta

Antonio, en una de las estancias de su balneario.

"Ahora no lo entiendes, espero que me des las gracias más adelante, has liberado muchas emociones y no lo entiendes". Eso le dijo Antonio Acha a una de las mujeres de las que presuntamente abusó cuando terminó su particular masaje y salía ella de allí en shock. No se conocen más casos similares, aunque el dueño del balneario lleva ya 10 años con su actividad en el balneario.

Antonio Acha es un hombre peculiar. Al menos en su apariencia de druida agreste, de chamán ibérico exiliado en un pequeño pueblo situado al oeste de Castilla y León, cerca de la frontera con Portugal. En ocasiones se disfraza de Don Qujiote y le pone un cuerno a su caballo porque dice que “La Dama Verde es Dulcinea” y él una especie de elegido. La locura.

El hombre que tiene la patente del turbio Masaje de la Diosa, se define a sí mismo como “biólogo y conectado a la energía del ecosistema de la Tierra”. Siempre con su perilla, con su guitarra, con sus colgantes y abalorios exóticos, las camisas y las salas de su centro decoradas con mosaicos con imágenes de budas encendidos en fuego, muy poco ortodoxos.

Según su currículum, este hombre, 51 años, sevillano, posee el grado de bachiller en Biología Marina por la Universidad de Alcalá de Henares. Allí se especializó también en cartografía, una especialidad que le tiene obnubilado desde hace décadas. Realizó, de hecho, cartas náuticas submarinas. Fue también, o eso dice, ingeniero medioambiental. Su vida dio un vuelco en el año 2001, cuando conoció el pequeño pueblo zamorano de Almeida de Sayago.

Aquí, en una de sus excéntricas performance, disfrazado de Don Quijote sobre un caballo con cuerno de unicornio.

Sintió que aquel era un lugar lleno de magia y de mitología. Piensa que se trata de un lugar sagrado, un santuario del que dice que, visto desde el aire, tiene forma humana, con sus dos piernas, con sus dos brazos, con la cabeza y una fuente, casualmente, justo en el centro, como si del mismo corazón se tratase. Para él, esa región casi colindante con Portugal está tallada por “esos dos cuchillos de agua que son el río Duero y el Tormes", lo masculino y lo femenino, el sol y la luna, el río del oro y el río de la plata, respectivamente.

Allí descubrió que había un viejo balneario abandonado durante medio siglo. Él mismo acabó reabriéndolo para promover allí distintas terapias pseudocientíficas como beneficiosas y positivas. Lo rebautizó como el balneario de la Dama Verde. Se abrió al público en el año 2007, según ha podido saber este periódico. Tiene extensos terrenos a su alrededor, jardines de un tamaño considerable para poder realizar algunas de estas actividades sin problema al aire libre. Y se dedica a montar el nuevo balneario.

En los terrenos fuera del gran edificio, hay una pequeña casita de color amarillo. En una de sus paredes, Antonio colocó una más de sus excentricidades: un mosaico en el que una mujer, sentada en un bosque al lado del río, estrecha entre sus manos un unicornio blanco. Debajo se encuentra labrada una frase en español y en portugués: “El Universo es benigno”.

Todo es surrealista y posee un aura extraña allí. Pero lo importante, al fin y al cabo, son las condiciones en las que abrió aquel lugar. Allí se ofrecen toda clase de prácticas relacionadas con la fisioterapia y distintos masajes como los que ya hemos mencionado: masaje sacral, masaje indio, quiromasaje, drenaje linfático… Todas ellas sin ninguna base científica. Pero… ¿Tenía Antonio Acha, el hombre del Masaje de la Diosa, los permisos necesarios para hacer lo que allí hace? En el momento de comenzar el reportaje, este reportero se pone en contacto con el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Castilla y León. Comprobaron al momento sus datos. Antonio Acha no aparece en el registro. No tiene licencia de fisioterapeuta en la comunidad autónoma.

Como se puede ver en la tabla del Registro General de Centros, Servicios y Establecimientos Sanitarios (REGCESS), el centro no cuenta con la actividad de fisioterapia, pese a que la practican REGCESS

La cosa no queda ahí. Según ha podido saber EL ESPAÑOL a través de fuentes del sector, ni el nombre de Acha ni tampoco su DNI aparecen en el registro del Consejo General de Fisioterapeutas de España. No tiene título para ejercer como tal. No es fisioterapeuta. Pero lleva al menos 15 años yendo por libre, sin rendir cuentas a nadie.

Esa es una parte de la historia. La otra surge cuando nuestro protagonista abre su centro y lo inscribe en el Registro General de Centros, Servicios y Establecimientos Sanitarios (REGCESS). Ahí aparece el nombre: “Servicio Sanitario del Balneario Aguas de Almeida”. Es su balneario, abierto en el año 2007. La búsqueda está aquí abierta al público, es información disponible para cualquier persona interesada. Y ahí surge otra anomalía. La oferta asistencial del balneario, es decir, el servicio que tiene autorizado es el de “medicina general/ de familia”. La palabra fisioterapia no aparece por ningún lado.

Los peligrosos métodos de Antonio Acha

Gente tocando piedras, hombres y mujeres desnudos abrazados, tumbados en el suelo de una habitación, prácticas “energéticas” con árboles, cerezaterapia, electromagnetoterapia, agua de luz, “círculos de sonidos en la naturaleza”… Sus precios oscilan entre los 15 y los 150 euros.

Lo cierto es que todo suena un tanto extraño entre las actividades que allí se proponen a los visitantes. En apariencia todas ellas resultan inocuas. Pero lo cierto es que alguna de ellas esconde un peligro real. Es el caso de la pseudoterapia del rebirthing, precisamente que la que fueron a realizar las dos mujeres que han llevado a juicio por abuso sexual a Antonio Acha, el protagonista de esta historia por el “Masaje de la Diosa”.

De nuevo, como varias veces a lo largo de este año, la Organización Médica Colegial (OMC) vuelve a alertar acerca de estas supuestas terapias sin base científica alguna. Lo hace también RedUNE-Red de Prevención del Sectarismo y del Abuso de Debilidad, un grupo multidisciplinar que colabora con la OMC para localizar y advertir de los peligros de los falsos médicos, de los curanderos y del intrusismo en la ciencia y en la medicina en España. También de los peligros de las sectas.

Antonio Acha, en una noche de San Juan, preparando una queimada como si fuera un druida de Ourense.

El rebirthing del que hablábamos es una de esas técnicas falsas bajo las que se esconden grupos con perfiles sectarios. Surge en Estados Unidos durante los años sesenta bajo las ideas de la New Age, un movimiento que promueve la hechicería y el ocultismo. El rebirthing fue prohibido en los estados de Colorado y Carolina del Norte después de que una niña de 10 años muriese aplastada y asfixiada, envuelta en sábanas junto a su madre. Acha no llegó a tanto con las dos mujeres que ahora le denuncian. Pero lo cierto es que está siendo juzgado y que la fiscal pide 10 años de cárcel para él y una indemnización de 5.000 euros para cada una de las víctimas.

El juicio al Masaje de la Diosa

En el juicio, Acha reconoció que en ese masaje toca el cuerpo de las pacientes, que lo hace “terapéuticamente”. Que para dar un aceite caliente sobre el cuerpo de la mujer utilizó su propio cuerpo desnudo. Que lo restregó contra el de la paciente. Reconoció también que había llegado a tocar las partes íntimas de las víctimas. Eso sí, el falso masajista negó que hubiera penetrado a las víctimas. “De ninguna manera”. Lo dijo varias veces, de forma reiterada..

En cambio, las dos víctimas ofrecieron una versión muy diferente acerca del día que sufrieron el Masaje de La Diosa. Una de ellas explicó que entró en shock, que optó adoptar una actitud de supervivencia, que se sometió para que todo acabase cuanto antes. Ella dice que Antonio Acha había cerrado la puerta con llave por dentro. Él lo niega.

Después de lo ocurrido, ambas mujeres fueron y están siendo atendidas por varias psicólogas. Estas dijeron que su testimonio corresponde con el de una agresión sexual.

Desde agosto de 2015 hasta ahora, que se ha celebrado el juicio, el falso fisioterapeuta prosiguió con su trabajo en el balneario. Lo único que no se sabe es si volvió a practicar su “masaje de autor”. En La Dama Verde ya no hay, por fortuna, ninguna diosa.

Acha, en un congreso de turismo.

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