Calella

José recibe a EL ESPAÑOL en Piscolabis, una céntrica cafetería de Calella. Justo el lugar que, durante años, ha sido punto de encuentro de los agentes de policía que se tenían que asentar, durante largos períodos de tiempo en la localidad costera de la provincia de Barcelona. A pocos minutos del hotel Las Palmeras, del cual la semana pasada salieron decenas de unidades de la Policía Nacional tras los disturbios posteriores al referéndum ilegal del 1-O. El hotel del cual José denuncia haber sido despedido por su jefe de cocina, con quien mantenía abiertas ciertas desavenencias. José denuncia que el motivo del despido es la buena relación que, desde hace años, mantiene con los agentes que a lo largo de los años se han instalado en el establecimiento. 

Por las redes sociales se difundió que José era de Granada. Que tenía un niño con una discapacidad del 65 %. Lo primero era falso, puesto que José nació en Extremadura. Lo segundo estaba suavizado. Su niño hace una vida de lo más normal, pero tiene una discapacidad del 85 %. Él dice que su jefe de cocina le echó justo después de que los policías se marchasen. Lo hizo con la frase. “Tú te vas con tus amigos, los fachas”. En el hotel Las Palmeras lo niegan.

¿Qué pasó en el hotel la semana pasada?

Ese caso no tiene que ver con la empresam ni con el hotel donde trabajo. Es algo con el jefe. Algo personal. Estaba nervioso por toda la situación que se estaba viviendo aquí con los agentes. El lunes y el martes fui al médico. El miércoles volví y le dije que estaba muy nervioso, que me diese un par de días de descanso. Y ya el jefe el lunes me lo dijo: “El miércoles cuando vengas, ya te vas con tus amigos, los fachas, los policías”.

No esperaba que me lo soltase así. Esperaba roce y tal, pero no que lo dijese así.

¿Le había sucedido algo similar?

Siempre habíamos tenido roces. Pero como en todos los trabajos, y en la cocina más porque es un trabajo muy directo, muy intenso. Me ha pasado varias veces.

José trabajó siempre como cocinero. Trece años de su vida los pasó en las cocinas de un hotel en Playa de Haro, zona de mayor nivel adquisitivo en la costa de Girona. Hace diez o doce que está en Calella y hace ya muchos años que mantiene buena relación con los policías. Raro es el año que no acuden a la localidad, tanto en temporada estival como en invierno, a dar vida a la localidad costera cercana a Mataró.

¿Con ellos se trabaja más?

Hace dos años, por ejemplo, trabajé todo el año. Se quedan siempre, algunos grupos de la Policía.

Cuando estaban ellos por el invierno están ellos solos. Yo, a la vez que estaba en el hotel, regentaba un bar de aquí al lado. Me los llevaba allí, a los policías. Les cobraba a dos euros las jarras de cerveza, les ponía tapas… Nos unía una fuerte amistad. Tengo amistad con casi todos los grupos de agentes que pasan por aquí. He tratado con los de Valladolid, con los de León, con los de Galicia, con los de Pamplona. Cada quince días hay una rotación. Nos vamos conociendo de años y años.

Este extremo ha sido confirmado por EL ESPAÑOL a través de distintos agentes de la Unidad de Intervención Policial que han conocido a José. El hombre no quiere fotografías. “Si quieres, cuando me vaya, me haces una de espaldas, pero de verdad que prefiero no salir de frente”, dice. Lleva varios días en tensión y con nervios por la atención mediática que ha suscitado su caso. “Lo que más me preocupa es mi hijo, no quiero incluirlo en todo esto. No quiero que lo pase mal”.

La buena relación que, con los años, ha labrado con los agentes ha hecho que sean amigos muy estrechos. Su hijo tiene camisetas que los miembros de la Unidad de Intervención Policial le han regalado. El domingo fueron juntos a la manifestación de la vía Laietana en Barcelona y posaron frente a los furgones de los agentes que los manifestantes llenaron de flores al lado de la Jefatura Superior de Policía.

El Hotel Las Palmeras es uno de los tres hoteles de Calella que la semana pasada expulsó a 500 agentes. Hotel Las Palmeras

Cuando se enteran de lo suyo, ¿qué le dicen sus amigos policías?

Por la noche ya me llamó uno de ellos. Al día siguiente, ya vi la página en Facebook, mil ochocientos whatsapps, periodistas…Miles de mensajes en el móvil y comentarios en todas partes. Un follón, un follón. 

Ayer, el hotel mandó un comunicado diciendo que usted causó baja voluntaria.

La baja voluntaria quiere decir que dejé el trabajo voluntariamente. ¿Qué quiere decir voluntariamente? ¿Que yo fui allí y dije que quería plegar? Pues no. Fui al médico para que me diera un par de días a ver si nos calmábamos todos.

Usted y su jefe, ¿cómo era la relación?

Es un problema con esa persona. Si quieres, llámalo, pero seguramente te dirá algún zapatiesto o hará alguna cosa. No es una persona… cómo te diría yo… no es una persona que se atienda a razones. Es muy extraño.

Aquí los contratos son o fijo discontinuo o por obra. Dependiendo de la gente que haya te llaman o no, vienes o no. Es muy fácil lo que ha ocurrido. Si tú trabajas para mí, y yo le digo a mi jefe: “Yo a este tío no le quiero conmigo”… Final de contrato, final de temporada.

Varias veces se ha pasado. ¿Nunca te ha pasado que alguna vez tu jefe te dice que no vales para nada o cosas parecidas? Pues eso.

Ya ha encontrado trabajo

En Calella, en invierno, muchas veces resulta imposible trabajar. Así lo explica José: “¿Aquí? Hasta ahora porque venían los Policías, pero ya que los han echado va a ser muy difícil que esto se llene. ¿Sabes las bolas estas del desierto en las películas? Pues esto es así cuando no es verano”. Y por eso ahora el cocinero se veía en una situación complicada.

Tras la locura de una semana entera en el foco mediático, la ayuda a este cocinero extremeño afincado en Calella comenzó a llegar desde distintos rincones de España gracias a la difusión que hicieron del caso sus migos de las distintas unidades de la Policía Nacional que han pasado a lo largo de los años por el hotel Las Palmeras en Calella.

De ese modo, le llegaron ofertas de trabajo desde Valencia y Extremadura. Ambas las ha rechazado porque ya ha encontrado trabajo. Y de lo suyo. “Es en Granada, y ya les he dicho que sí. Aún tengo que organizar el viaje y todo: buscar casa allí, instalarme… Un follón ahora”.

La versión del hotel

Cocinas del hotel Las Palmeras de Calella Hotel Las Palmeras de Calella

Al rato, Maria Carmen Torres, la directora del Hotel Las Palmeras, atiende al teléfono. José mantiene una buena relación con ella desde hace años. También ahora, insiste en que ni ella ni el hotel son el problema, sino que es algo con el jefe de la cocina. Ellos le dieron la oportunidad de trabajar allí hace diez años y nunca ha tenido problemas con la dirección del establecimiento. José insiste. “Yo con ella siempre muy bien. El día que me tuve que ir, a ella casi se le saltaban las lágrimas”.

Torres, cuando José le pidió un par de días para irse a casa y para ir al médico, se sorprendió. “José estuvo de baja por enfermedad. Del dos al cuatro de octubre. El día cinco me dijo: ‘Quiero que me des de baja’. Le dije que no le entendía, que no sabía por qué me pedía aquello’”.

Le dije, tranquilamente quedamos, que nadie te quiere despedir. Al día siguiente, vino y le pregunté que por qué se quería ir. Que no queríamos despedirle. Decía que no se sentía a gusto en el departamento de cocina. Que quería una baja. Hablé con la gestoría para que se la pidieran”, asegura la directora a EL ESPAÑOL.

José y la dirección del hotel siempre han mantenido una buena relación. Torres asegura que la salida de José tiene que ver con el inicio de temporada baja. “Teníamos casi 25 habitaciones, es un hotel de temporada que estaba ocupado por la policía desde verano. Ahora ya no están y José no ha sido el único en salir. Siempre damos alguna baja en el mes de octubre. Es lo que se hace aquí, en esta zona, lo del contrato por obra”.

Cuando termina la conversación con la directora, el periodista le pregunta a José que qué piensa de todo esto. Calella ya le preocupa bastante poco. Ha pasado aquí buena parte de su vida con su hijo, lo que más quiere, pero es hora de moverse tras lo ocurrido.

José viajará pronto a Granada, donde vive algún familiar suyo y donde ahora volverá a situarse entre fogones. Por eso, al ver el mensaje de la que era su jefa, con la que mantiene siempre una buena relación, asegura: “Lo que diga. Ella sabrá. Yo soy un currante que miro por mi casa. Ella mira por una empresa”.  

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