El restaurante La Boquería es quizá lo primero que me ha gustado de verdad en Luxemburgo después de 15 años. Poca gente lo sabe, pero gracias a uno de esos oscuros arreglos comunitarios, Luxemburgo es la sede de las reuniones de ministros de la UE durante los meses de octubre, abril y junio. Ni yo mismo podría explicarlo. Pero siempre me ha parecido una ciudad hostil y antipática. Tampoco ayuda que para mí sea sólo un lugar de trabajo, que cueste tres horas de viaje llegar, que los precios estén disparados o que la gente no parezca particularmente amable. Por suerte, esta vez viajo con dos estupendos compañeros de las agencias de prensa, la mejor escuela de periodistas. Y no lo digo porque yo aprendí allí, que también.

No es tan fácil encontrar buenos restaurantes españoles en otros países. La mayoría caen en el tópico, y además mal ejecutado. Los intentos de cocina española contemporánea no triunfan fácilmente en el extranjero. “En realidad, a los que más les gusta este sitio es a los españoles. Los demás clientes nos piden muchas veces tortilla y paella, y aquí no tenemos”, nos explica el jefe de sala de La Boquería, que abrió sus puertas el pasado noviembre. El popular chef Sergi Arola, discípulo de Ferran Adrià y con dos estrellas Michelin, ha diseñado la carta del local, que tiene dos espacios: restaurante en la planta baja y bar de cócteles y tapas, con una vuelta de tuerca, en el piso de arriba.

Los buñuelos de merluza. J. S.



Ha sido un viaje largo, un día duro y hace un tiempo infernal a finales de abril. Normal que nos dé un ataque de nostalgia y elijamos el bar de tapas. Los precios oscilan entre 9 y 16 euros por ración. Y ya nos rendimos del todo cuando nos traen unas olivas antes de pedir. Pura morriña. Lo primero que hacemos, por consenso, es atiborrarnos de croquetas: de queso azul, y de jamón pata negra. Sabor intenso y la vez muy ligeras. Lo mismo ocurre con los buñuelos de merluza con mahonesa al toque de vermut, una mezcla especial dulce y salada.

La escenografía es uno de los platos fuertes de La Boquería. En la parte de arriba, sillones de cuero, lámparas geométricas y otras con colgantes. En el restaurante, la decoración es más mediterránea, con azulejos de cerámica y un pequeño escenario para espectáculos los fines de semana. Me encanta la selección de vinos españoles, sobre todo porque los precios no están disparados: la mayoría, alrededor de 30 euros. Nos bebemos un Flor de Vetus de Toro. Tampoco podemos resistirnos a las patatas bravas estilo Sergi Arola: cortadas en cilindro, con la salsa brava inyectada en el interior y coronadas con el allioli.

Los mini bocadillos de calamares. J. S.

La Boquería trae la mayoría de sus ingredientes semanalmente de España. El personal es una mezcla de nacionalidades, como la población de Luxemburgo. Nos atiende la fantástica Lucía, de Castellón. Ninguna de las tapas es rompedora, pero todas tienen un toque especial y sobre todo están muy ricas. Los más vistosos son los mini bocadillos de calamares, pero al mismo tiempo nos saben a poco. Nos falta más calamar.

El pulpo a la brasa. J. S.

Probamos también los huevos rotos con jamón de pata negra y picada catalana, los raviolis de rabo de toro con salsa de vino tinto, y el pulpo a la brasa con patatas y mahonesa de pimentón picante (y dejamos el plato limpio con el pan).

La fondue de chocolate negro. J. S.

De postre, una fantástica fondue de chocolate negro con fruta de temporada y una mini panacotta de estragón con espuma de chocolate blanco y tierra de pistacho. Y por supuesto cava. Al irnos, les suplicamos que por favor abran una sucursal en Bruselas, que aquí todavía no tenemos un restaurante español que nos guste tanto.

Restaurante La Boquería. 2, Rue Erasme, Luxemburgo. Cocina española moderna. Precio: 60 euros por persona (con vino y cava). Visitado el 25 de abril.