Leo Cao, de Divino Steak House.

Leo Cao, de Divino Steak House. Quincemil

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El gran referente del chuletón cerca de A Coruña que se inspira en Galicia y Argentina

Divino Steak House, en O Burgo (Culleredo), es uno de los referentes de chuletón de todo tipo de reses en el área de A Coruña

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En la antigua estación de tren de O Burgo, donde antes solo se escuchaba el paso de los vagones, ahora suena el crepitar de las brasas cocinando las carnes que Leo selecciona meticulosamente. Divino Steak House es fruto del sueño de dos hermanos argentinos con sangre gallega que decidieron continuar con la tradición familiar y alcanzar la excelencia a través del paladar.

Su vínculo con la cocina comenzó bien temprano, en Buenos Aires. Mientras otros niños jugaban en los parques, Leo y José Luis Cao se criaban entre cafeteras, mostradores y parrillas. Los hermanos pasaron por todas las fases de la hostelería, hasta crear Divino (calle Ramón Cabanillas, en Culleredo).

Lo que comenzó en 2011 como una vinoteca enfocada en maridar carnes y vinos, fue tomando forma hasta convertirse en un restaurante especializado en chuletones de carnes autóctonas, trabajadas con una técnica que mezcla tradición argentina y respeto por el producto local y de proximidad. "No se suele tener en cuenta el esfuerzo del ganadero. Un buey puede llegar a pesar hasta 2.000 kilos. Imagínate el trabajo que da. Nosotros tenemos en cuenta el esfuerzo del ganadero que lo cuida de forma artesanal y cuidada alimentación", explica Leo.

"Yo mismo voy a las granjas y selecciono las vacas", añade. Escogen animales de entre 8 y 14 años. Su especialidad es la raza rubia y el buey criados por pequeños ganaderos gallegos bajo métodos tradicionales. En el restaurante puedes elegir exactamente la pieza de carne que te van a cocinar.

Leo Cao, de Divino Steak House.

Leo Cao, de Divino Steak House. Quincemil

En 2020, ampliaron el local con dos nuevos espacios —Steak House y Meat Show— y con ello consolidaron su identidad: una cocina centrada en el producto, la maduración y el punto exacto de las brasas. No hay más que entrar al restaurante y encontrarte con una cámara de maduración, donde se puede ver el producto que te servirán en la mesa. Y porque no tienen espacio para la vaca, sino también te la podías encontrar ahí mismo pastando.

El proyecto ha encontrado su reconocimiento en la fidelidad del público local, pero también internacional. Su cercanía al aeropuerto permite que gente de otros países haga parada en su restaurante. "No se trata solo de cocinar bien, sino de entender de dónde viene cada pieza, cómo fue criada, y respetar todo ese proceso", asegura su fundador, señalando el elemento que marca la diferencia.