María José Barca, dueña de la administración 'La Barca de Oro'

María José Barca, dueña de la administración 'La Barca de Oro' P.M

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María José, la lotera modélica que con 80 años todavía reparte suerte en el Gordo: "Si no es por esto me habría muerto"

Después de más de medio siglo al frente de "La Barca de Oro", una de las administraciones de lotería más demandadas de A Coruña en estas fechas, su propietaria nos cuenta cómo ha evolucionado esta profesión, de la cual no se quiere jubilar

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A sus 80 años recién cumplidos, María José Barca sigue deseando lo mismo cada Navidad: dar el Gordo. Lo dice alto y claro: "Para nosotros, los loteros, el Gordo de Navidad es como el Oscar de Hollywood".

Después de más de medio siglo vendiendo lotería, acude cada día a su administración de la plaza de Pontevedra, en A Coruña. Vive justo encima. Para María José, hace mucho que dejó de verlo como un trabajo. La Barca de Oro es casi una extensión de su vida.

Abrió su negocio siendo muy joven, a los 27. Poco después de quedarse viuda con un hijo de tres años. Eso no la frenó. De hecho, le dio ánimos para salir adelante. Desde entonces no ha dejado de repartir alegría: desde quintos premios del 22 de diciembre hasta un segundo de Reyes, además de alguna Primitiva millonaria cuando aún se hablaba en pesetas.

Pero antes de tener su propia administración, pasó varios años como apoderada en la histórica administración de lotería El Gato Negro, en la estrecha de San Andrés.

"Yo empecé muy joven, con solo 23. Mi marido era el apoderado y, cuando falleció, me quedé allí. Luego hubo unas concesiones libres de loterías, algo que antes no pasaba, y me la concedieron", recuerda.

Fue entonces cuando se mudó a la plaza de Pontevedra. Su primer local era pequeño, apenas 50 metros cuadrados, suficiente para la forma de vender lotería de entonces. "Antes no había tantos sorteos como ahora: que si Bonoloto, Primitiva, Euromillones... Solo tenías la lotería".

Poco tiempo después se trasladó a su actual ubicación, en el número 11 de la plaza de Pontevedra. Un local que, aunque por fuera no lo parezca, por dentro es todo un palacio.

"Es la administración más grande de España", cuenta Pedro, el hijo de María José. Tienen incluso una imprenta propia, donde estas Navidades han ido sacando las participaciones que les pedían sus clientes.

Primer cartel de la Barca de Oro

Primer cartel de la Barca de Oro P.M

"Antes las concesiones se daban por distancia entre administraciones y, si había un local libre, casi tenías que cogerlo sí o sí", explica. Así fue como terminó aquí. Todavía conserva el primer cartel que se colgó en la fachada de la Barca de Oro, de antes de que unificaran todas las loterías bajo la denominación de "Loterías y Apuestas del Estado".

Ni el cáncer pudo con María José

A lo largo de los años, María José ha superado hasta tres operaciones de cáncer, la última este mismo año. Aun así, está como una rosa.

En su despacho conserva una foto suya a los 26: aquella María José que logró levantar un negocio recién enviudada y con un niño de tres años a su cargo. Apenas hay diferencia entre una y otra, ni física ni mental. Sorprende la elegancia y la ligereza con la que la coruñesa se mueve por su administración.

María José Abarca sostiene la combinación del quinto premio de 2024

María José Abarca sostiene la combinación del quinto premio de 2024 Quincemil

Hoy no está sola. La acompañan trabajadoras de confianza y su hijo, que ahora lleva la gestión del negocio. "Después de tantos años, los clientes son casi de la casa. Muchos venían aquí antes de cerrar otros locales y siguieron viniendo", cuenta.

Muchas anécdotas

Su memoria es prodigiosa, sobre todo para los números. "Mi hijo tiene memoria para los nombres y yo para los números", dice entre risas. Si se le pregunta por algún premio que haya repartido, recuerda perfectamente la combinación.

Como aquella Primitiva millonaria, todavía en pesetas. "Dimos una de 403 millones de pesetas. Fue una Primitiva de seis, una múltiple de siete números. Y lo más curioso es que el premiado vino por la mañana sin decir nada, para ver si sabíamos que había sido él".

"Yo nunca dije 'ojalá me toque a mí'. Yo digo: ojalá me toque dar el premio. Ahora mismo pagaba yo por darlo"

María José Barca, Lotera

O la historia de una mujer mayor que estuvo a punto de perder un premio por no comprobar los boletos. "Traía todas las Primitivas arrugadas en una cartera y me decía: 'No tire nada sin mirar'. Tenía un premio de más de 3.000 euros y le faltaba una semana para caducar".

María José recuerda ese premio con casi más ilusión que alguno millonario. "La mujer se sentó ahí", dice señalando un punto exacto del local, "emocionada, y decía: 'Nunca me tocó nada'. No paraba de llorar, la pobre".

Momentos así son los que dan sentido a tantos años de trabajo. "Yo nunca dije 'ojalá me toque a mí'. Yo digo: ojalá me toque dar el premio. Ahora mismo pagaba yo por darlo", asegura.

De A Coruña para España

Hoy la administración vende a toda España. Llegan pedidos de Madrid, Navarra, Asturias, Málaga, Barcelona o Ávila.

María José, a sus 80 años, también está al día de todo lo que se vende por internet. "Mucha gente cree que esto es solo vender boletos, pero hay muchísimo trabajo detrás: participaciones, reservas, envíos, internet… Es muy esclavo", reconoce.

Aun así, María José sigue ahí, firme, detrás del mostrador. "La lotería me da la vida. Sino fuera por ella, creo que estaría muerta", cuenta emocionada. Al decirle que su marido "estaría orgulloso" de ver lo que ha logrado ella sola, responde: "Lo está".