
Puri y Montse son madre e hija y placeras en la plaza de Lugo.
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Puri, 60 años vendiendo en la plaza de Lugo de A Coruña: "Somos una familia"
Puri Bermúdez es la pescadera que más años lleva trabajando en este mercado centenario, donde heredó el puesto de su madre y ahora lo comparte con su hija
Más información: El mercado de la plaza de Lugo de A Coruña cumple 115 años como eje del comercio en la ciudad
El mercado municipal de la plaza de Lugo de A Coruña cumple este 2025 más de un siglo de actividad. Son 115 años en los que se ha convertido en el centro del comercio de la ciudad, abasteciendo de verduras, fruta, carnes y, sobre todo, pescado y marisco, a coruñeses y coruñesas. Por aquí han pasado varias generaciones de clientas y, también, de pescaderas. Es el caso de Puri Bermúdez, tercera generación y la mujer que más tiempo lleva vendiendo pescado en la plaza de Lugo.
Puri, que ha visto evolucionar la plaza en los últimos 60 años, no tenía ni 10 años cuando comenzó a echar una mano en uno de los puestos. Ya su tía abuela vendía pescado en el entorno de la plaza de Lugo antes de la construcción del mercado a comienzos del siglo XX. "Venían del muelle con las cestas y vendían el pescado en la calle", relata. Después de ella, su madre fue una de esas primeras mujeres que trasladaron la actividad al interior.
Con 7 hijos y a falta de guarderías, las cajas que en algún momento albergaban pescado funcionaban también como pequeñas cunas con la colocación de unos trapos. Por eso, Puri como tantas otras se crió en la plaza.
Este no era mal lugar para unos niños curiosos. La placera recuerda con cariño de su infancia cuando llegaban los coches de caballos que repartían hielo y pescado y se la llevaban de ruta. "Antes repartían barras de hielo por los bares y me llevaban con ellos. Me daban caramelos y churros, y yo encantada", recuerda.

Puri trabajando en su puesto de la plaza de Lugo.
En los años 60, hace ya más de 50 años, este mercado era diferente al que se ve ahora. Entonces tenía "puestos de piedra. Ahí poníamos unas tablas de madera y se ponía el pescado". En aquella época el mercado no estaba completamente cerrado, por lo que se creaba mucha corriente y las placeras se protegían del frío con la madera. Tampoco había agua en los puestos y tenían que acudir a unas fuentes a buscarlas.
Ya en 1972, cuando su madre murió, Puri cogió el testigo del puesto de la plaza. "Cuando empecé, quedé sin madre con 15 años, y la gente me ayudó mucho. Incluso algunas clientas me enseñaron. Yo algo sabía pero mucha gente tuvo mucha paciencia conmigo y me ayudó mucho", recuerda ahora, 53 años después.
Clientas y compañeras que se convierten en familia
Desde entonces, si hay algo con lo que se queda esta pescadera es "el cariño y el trato con la gente". Después de toda una vida en la plaza, entre sus clientas están "las abuelas, las madres, las hijas y las nietas" y entre las más habituales alguna mujer que supera los 90 años y que en su día ya era clienta de su madre.
"Somos como una familia", asegura. Pero además de la clientela habitual, Puri ha dado también con alguna persona que no está muy familiarizada con el pescado.
"Lo recordaré toda la vida. Un día vino una señora, a las nueve de la mañana, y se llevó una merluza. Volvió a la una de la tarde enseñándome que la merluza estaba toda marrón. Le dije que no podía ser, que yo la vendía fresca. De hecho, le corté la cola y sangraba. Resulta que la señora había estado toda la mañana en la playa con la merluza. Y claro, ¿cómo iba a estar buena?", relata.
La siguiente generación
Desde hace algunos años, este puesto ha sumado un nuevo nombre. Puri y Montse, madre e hija, trabajan mano a mano vendiendo pescado de lunes a sábado.

Puri y su hija Montse trabajan juntas en este puesto de la plaza de Lugo.
Montse, como su madre Puri, pasó parte de su infancia aquí, cuando ya había una guardería, "limpiando los pescaditos en trozos, como si fueran un Playmobil". Ya siendo más mayor, comenzó echando una mano en los veranos y los fines de semana, tareas que compaginó con su carrera universitaria. Con el tiempo acabó trabajando a tiempo completo y es ya la cuarta generación de esta familia de pescaderas.
¿Llegará este puesto a una quinta? Por ahora, los nietos de Puri todavía son pequeños. Uno de ellos juega en la cantera del Básquet Coruña, por lo que entre un mar blanquiazul —que aquí también se deja ver con una bandera del Dépor colgada— en el puesto de Puri y Montse también se ve decoración naranja en días señalados.
"Yo siempre iba a los partidos del Dépor, pero ahora tengo un problema. Resulta que mi nieto juega en el Básquet Coruña y ahora tiro por el básquet", cuenta divertida mientras en el puesto de al lado una discusión sobre los integrantes del equipo de fútbol se desarrolla como una escena habitual en este mercado.
Los cambios en los hábitos de consumo amenazan esta tradición
"Antes llegabas a las ocho y a las doce tenías todo vendido. La mayoría de mujeres no trabajaban, entonces venían muy temprano a la plaza, después de dejar a los niños en el colegio y ya se iban a hacer la comida", señala Puri.
Su jornada sigue comenzando de madrugada, cuando sobre las cinco de la mañana van al muelle a por el pescado que vender en el día. "Luego vengo al puesto y lo coloco. Tienes la mañana entretenida", explica.

Interior del mercado de la plaza de Lugo.
Ahora, la gente se decanta por los pescados que tienen menos espinas y "cada vez se vende más tarde. Con un sueldo no llega y la gente tiene que trabajar, así que muchas veces llaman por teléfono y luego lo vienen a buscar a tres de la tarde". A esto se añade que "la gente cada vez cocina menos, solamente los fines de semana, cuando hay más tiempo".
Su hija Montse añade que, a futuro, "me da la sensación de que esto va a ir a menos. La gente joven no cocina".
Entre sus productos estrella están la raya, la meiga, los bacaladitos o la bertorella. También tienen merluza, abadejo y mejillones de Lorbé. Casi todo su producto es local, a excepción del salmón noruego y la parrocha portuguesa mientras no llega la gallega.
Montse explica que hoy en día, mucha gente no distingue un pescado de otro, pero en su familia "esto es parte de nuestra vida. Como si lo lleváramos en la sangre".