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Las Bodeguillas, una institución de la hostelería de Santiago con 35 años de historia

Las Bodeguilla de San Roque inició su andadura en 1986 de la mano de Javier Míguez, quien después abriría otras dos en San Lázaro y Santa Marta. Hace justo un año que tuvo que tomar la decisión más difícil: cerrar San Roque, un lugar con miles de experiencias donde empezó todo, nació su matrimonio y crecieron sus hijos
Javier Míguez, propietario de las Bodeguillas.
Quincemil
Javier Míguez, propietario de las Bodeguillas.
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Las Bodeguillas se han convertido en toda una institución de la hostelería en Santiago de Compostela tras 35 años de actividad: la primera abrió las puertas en 1986 en San Roque como un local de vinos y tapas que, con el paso del tiempo, se convirtió en un restaurante que extendió su modelo a San Lázaro y Santa Marta.

“Xa é media vida adicada a isto, chea de bos momentos”, explica en una entrevista a Quincemil su propietario, Javier Míguez, quien destaca que las Bodeguillas mantienen el mismo espíritu “taberneiro” que en sus orígenes. “Nunca tivemos televisión, este é un sitio para vir charlar e xa levamos 35 anos de tertulias”.

La Bodeguilla de San Roque (Cedida).

Hace justo un año, el 14 de enero de 2021, Javier tuvo que tomar la decisión más difícil de toda su trayectoria: cerrar la Bodeguilla de San Roque, un local “con miles de anédcotas, do que saíu o meu matrimonio e onde se criaron os meus fillos” pero que por su tamaño y configuración no era viable con las restricciones obligadas por la pandemia.

El 2021, sin embargo, trajo consigo “unha inercia moi boa” para las otras dos Bodeguillas que espera mantener en 2022 una vez superado este primer trimestre más complicado. El objetivo de futuro está claro: seguir consolidando los dos locales y formar a su hijo, recién incorporado y llamado a tomar el relevo del negocio familiar. Y, quién sabe, incluso reabrir la Bodeguilla de San Roque, una posibilidad lejana pero que “está no aire”.

Origen

La historia de las Bodeguillas arranca hace 35 años de la mano de Javier Míguez, entonces un joven de 24 años que buscaba “un cambio de aires” tras haberse dedicado a la hostelería nocturna, que “era moi sacrificada” e impedía “ter vida durante o día”.

“Dei un quiebro total e púxenme as pilas, fixen cursos de gastronomía, de catas de viños ou queixos e así empezou o proxecto”, relata Míguez, quien el 19 de septiembre de 1986 abrió las puertas de su pequeño local de 47 metros cuadrados ubicado en el número 13 de la Rúa de San Roque.

El hostelero reconoce que la Bodeguilla de San Roque “apuntaba maneiras” desde su apertura: nació centrado en el vino y en su primer trimestre se vendieron “máis de cen caixas de viño do Ribeiro”, por lo que la acogida no pudo ser mejor.

“Nos inicios a cociña tiña só tres racións, dedicábamonos a patés artesanais, chacinería varia, revoltos, salmón afumado e para de contar”, prosigue Míguez, quien relata cómo en 1993 se dio un salto cualitativo abriendo también el primer piso como restaurante.

Aquello ya era “outra historia”, con una carta dominada por “peixes da ría e carnes galegas”, todo ello apostando por “cociña tradicional con certos toques vangardistas na presentación”, una seña de identidad que se mantiene a día de hoy.

“Sempre fumos moi claros: queríamos ter ese toque de cercanía, que a xente viñese e se sentise como na casa, cun trato familiar e con plena confianza no produto e o servizo que estás ofrecendo”, celebra Míguez, quien recuerda que hasta corrió el riesgo de “morrer de éxito”, ya que “como sempre estaba cheo e non había moitos restaurantes na zona, moita xente xa non viña”.

San Lázaro y Santa Marta

En vista del éxito, Míguez decidió en 1994 abrir un nuevo restaurante, Casa Loureiros, en la calle paralela a la Bodeguilla de San Roque, pero “non se dou coa tecla” y cerró cinco años más tarde. Así, la idea de ampliar el negocio siguió adelante, pero en esta ocasión sería en otra zona.

“Empezamos a facer un sondeo por Compostela e vimos que daquela, no ano 2000, San Lázaro era unha zona virxe, sen case nada construído e con catro casas; compramos un terreo alí sobre plano, tendo en conta que estaban proxectados grandes hoteles, que estaba o Palacio de Congreso, consellerías, oficinas… ía ser un barrio de traballo intenso”, continúa.

La Bodeguilla de San Lázaro (Cedida).

La Bodeguilla de San Lázaro abrió sus puertas en 2005 y en 2007 ya fue necesario ampliar el local, pasando de 100 a 200 metros cuadrados. El local también cuenta con una sala de catas con un aforo de 30 personas en el que ha habido actividades de todo tipo: “corte de xamón, elaboración de gin tonics, catas de whisky, de aceites, de chocolates, de viños… de todo”.

La Bodeguilla de Santa Marta (Cedida).

En 2010, con la Bodeguilla de San Lázaro ya rodada, sentía que todavía faltaba algo y surgió la posibilidad de abrir un tercer local. El procedimiento fue el mismo: recorrer Santiago, buscar zonas emergentes “como o Paxonal, a Avenida de Barcelona” o el barrio por el que finalmente se decantó: Santa Marta.

“Era un zona el pleno crecemento e finalmente decidímonos polo seu perfil socioeconómico e pola cercanía do Hospital Clínico; abrimos en 2012 e estamos a piques de celebrar o décimo aniversario”, celebra.

Presente y futuro

La pandemia golpeó muy fuerte a la hostelería y, si gestionarla es duro con un restaurante, el reto se complica con tres. “Están sendo anos complicados: de repente atópaste con máis de 50 persoas en ERTE, cada un cos seus problemas particulares, pero agora non nos podemos queixar, está todo o mundo reincorporado e incluso contratamos a catro máis”, relata.

Sin embargo, el golpe más duro de la pandemia se produjo hace justo un año, el 14 de enero de 2021: Míguez tuvo que tomar la difícil decisión de cerrar la Bodeguilla de San Roque, el local donde empezó todo.

La despedida de la Bodeguilla de San Roque (Cedida).

“Foi unha decisión moi complexa: tes toda a túa a vida aí, hai miles de anécdotas, de aí saíu o meu matrimonio, os meus fillos criáronse alí… pero nos negocios a sensibilidade non vale e coas limitacións ó aforo o local non daba arranxado os seus gastos”, lamenta.

La deriva del Casco Histórico en los últimos años también contribuyó a la decisión: el turismo supone casi el 90% de los locales de hostelería y “nos últimos dez anos foron suprimindo todos os párkings en superficie e a xente local xa non se acerca á zona vella”.

La apuesta de las Bodeguillas por acoger eventos y catas (Cedida).

O máis seguro é que a Bodeguilla de San Roque non volva abrir, pero a posibilidade de volver está aí; en todo caso, teríamos que poder estar ó 100% de aforo de forma estable, a decisión está no aire”, concluye.

Así, con esa posibilidad descartada para un futuro próximo, las perspectivas son claras: seguir consolidando las Bodeguillas de San Lázaro y Santa Marta y seguir formando a su hijo, recién incorporado, que está llamado a tomar el relevo y a continuar con el negocio familiar.

Croquetas caseras y una copa de vino en Santa Marta (Cedida).

Quien acuda a cualquier Bodeguilla sabe lo que se encontrará: “unha selección de viños moi importante con máis de 500 referencias, unha selección tamén importante de xamón ibérico, pan con tomate, peixes da ría, carnes ou arroces”.

“E tamén racións, claro: ó final aquí somos taberneiros, gústanos sentar nunha mesa a charlar, pedir unha botella de viño e picar algo; nunca tivemos televisión, así que ou falas ou falas, e así levamos 35 anos xa de tertulias”, sentencia.

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