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La única cascada de Europa que termina en el mar está en Galicia

Situada en plena Costa da Morte, la Fervenza do Ézaro arroja directamente al océano Atlántico las aguas del río Xallas tras un extenso recorrido y un tramo final marcado por un salto de agua de 40 metros
Fervenza do ézaro
Fervenza do ézaro
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Naturaleza, historia y leyendas envuelven los salvajes paisajes de la Costa da Morte, un nombre que viene dado por el gran número de naufragios que en el pasado hubo frente a sus costas. Este famoso rincón de Galicia se extiende a lo largo de decenas de kilómetros por toda la cara oeste de la provincia de A Coruña, atravesando a su paso las comarca de Fisterra, Terra de Soneira y Bergantiños. Lo cierto es que entre sus límites se encuentran algunos de los hitos naturales más extraordinarios de toda la región, desde arenales paradisíacos como el de Gures hasta impresionantes acantilados y cabos como el de Fisterra ―también conocido como el cabo del fin del mundo (finis terrae). 

Pero si hay un lugar inconfundible por su belleza y singularidad en la Costa da Morte ese es el entorno de la Fervenza do Ézaro, cuyo tramo final se sitúa en la localidad coruñesa de Dumbría. Lo que hace especial a esta fervenza gallega no son sólo sus dimensiones, sino la peculiaridad de ser el único río de Europa que desemboca en cascada en el mar: el gran salto del Ézaro arroja al océano Atlántico las aguas procedentes del río Xallas, convirtiendo este tramo costero en uno de los más espectaculares de toda Galicia. 

En el corazón do Ézaro 

Mirador do Ézaro (Dumbría)

Tanto por su extraordinaria belleza como por su singularidad, la Fervenza do Ézaro se ha convertido en uno de los destinos más populares y concurridos de Galicia. Todo un espectáculo de la naturaleza que desemboca sobre el mar en el término municipal de Dumbría, en uno de los litorales más salvajes y agrestes de la Costa da Morte. Cabe destacar que durante la temporada estival, todos los sábados entre el 21 de junio y el 21 septiembre, esa cascada coruñesa se encuentra iluminada desde las 23:00 hasta las 00:00 horas (también algunos festivos del año), creando una atmósfera única y un ambiente mágico que enamora a todos aquellos que la visitan.

El camino hacia el entorno de la cascada también merece mucho la pena, ya que se trata de un enclave natural rodeado de naturaleza e imponentes sistemas montañosos, considerado además un Punto de Interés Geológico nacional. Al inicio del sendero se encuentra un pequeño puerto deportivo con algunas embarcaciones, la Oficina de Turismo así como el Centro de Interpretación de la Electricidad, un museo ubicado en la antigua central de O Pindo que desde el siglo XIX suministró energía a una fábrica cercana y las poblaciones de las comarcas más próximas. Es importante señalar que el espacio museístico alberga en su interior una pequeña exposición gratuita que permite descubrir en primera persona el funcionamiento de la central. El centro abre sus puertas todos los sábados y domingos en horario de 11:00 a 13:45 y de 16:00 a 19:45 horas.

Una vez superado este primer tramo, la ruta continúa por una pasarela de madera que bordea el estuario de la cascada hasta llegar a los pies de la Fervenza do Ézaro. En este punto el paisaje se vuelve realmente espectacular, mostrando un desnivel de más de 150 metros y un salto de agua que alcanza los 40 metros de altura. Esta caída que traza el río Xallas en su desembocadura en Dumbría es una de las pocas que existen en Europa, pues si bien es cierto que en lugares como los fiordos europeos (Escocia, Madeira…) se da el caso de varios pequeños regatos que vierten sus aguas al mar ―e incluso en Galicia en A Serra da Capelada―, la de la Fervenza do Ézaro es sin lugar a dudas la más caudalosa y de mayor envergadura del continente.  

La fuerza del Ézaro antes de la mano del hombre

Pasarela de madera en la Fervenza do Ézaro. Foto. Turismo de Galicia

Antes de alcanzar el Atlántico, el río Xallas atraviesa en la actualidad varios embalses de agua en su recorrido: hasta cuatro presas y cinco centrales hidroeléctricas se localizan en todo su curso fluvial. Lo cierto es que estas construcciones modernas truncaron de alguna manera la libertad natural del discurrir del río y su cascada, los cuales eran mucho más impresionantes en épocas pasadas. Pese a todo, y principalmente gracias a la acción de diferentes grupos ecologistas, se logró que el agua del río volviese a descender de forma continuada  ―al menos ― bajo un caudal ecológico que permite mantener, como mínimo, los hábitats naturales que cobijan la riqueza de flora y fauna así como la preservación del paisaje. 

De hecho, según el relato popular que perdura en la zona, mucho tiempo atrás los marineros que alcanzaban la Costa da Morte en este punto se guiaban por la gran nube de vapor que generaba la caída del Xallas en su choque con el océano. Dicha columna de agua era en ocasiones tan alta que incluso se podía divisar a varias leguas de distancia, lo que permitía a los navegantes la utilización de la misma como método de orientación.

Otros imprescindibles en la zona

Vistas desde el Monte Pindo. Foto: Turismo de Galicia

Más allá del encanto natural de la Fervenza do Ézaro, la hoja de ruta de cualquier viajero en la localidad de Dumbría no debe finalizar sin antes visitar el impresionante mirador do Ézaro para disfrutar de una de las mejores panorámicas de la Costa da Morte. La desembocadura del Xallas con el océano Atlántico en el horizonte, las laderas rocosas del Monte Pindo y el propio pueblo costero de Ézaro son algunos de los elementos destacados en nuestro recorrido visual desde esta zona, famosa además por albergar una de las etapas más duras de la Vuelta a España. 

En los alrededores de la cascada dumbriesa también se localizan varios puntos de interés que merecen la pena un alto en el camino. El Monte Pindo es sin lugar a dudas uno de los imprescindibles en este rincón de la Costa da Morte: considerado el Olimpo celta y repleto de encanto, historia y leyendas, se trata de un macizo de 627 metros de altura situado en el vecino municipio de Carnota. De hecho, en esta localidad coruñesa también se sitúa la playa más larga de Galicia, un paraíso natural de más de 7 kilómetros y aguas cristalinas.  

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