Los gallegos que secuestraron un transatlántico para intentar derrocar a dos dictadores
El 25 de enero de 1961, cinco días después de tomar posesión en la Casa Blanca, el 35.º presidente de los Estados Unidos de América, John Fitzgerald Kennedy, daba su primera rueda de prensa. En aquella comparecencia, los periodistas le preguntaron por la noticia del momento: el secuestro de un trasatlántico con una treintena de ciudadanos estadounidenses a bordo. Aquel secuestro formaba parte de un utópico plan ideado con el objetivo de derrocar a los dos dictadores que gobernaban la Península Ibérica: Francisco Franco y António de Oliveira Salazar. La idea era secuestrar un barco en el Caribe, desviarlo a África, sublevar Guinea Ecuatorial y Angola y propagar la revolución de las colonias hasta la península. El navío elegido fue el Santa María, un paquebote que los secuestradores pronto rebautizaron como Santa Liberdade y que tuvo que ser protegido por la marina de guerra de Estados Unidos para evitar que fuese hundido por España y Portugal. Al frente de aquel comando, que intentó lo imposible, se encontraba un maestro, poeta, nacionalista, antifascista y republicano gallego cuyo único objetivo era luchar por la libertad: Xosé Antonio Velo Mosquera.
Xosé nacía en Celanova el 21 de abril de 1916. Desde muy joven manifestó gran interés en el estudio, lo que motivó que comenzara varias carreras universitarias que nunca terminó, aunque su verdadera pasión siempre fue la política. En Celanova fundó, junto al legendario Celso Emilio Ferreiro, las “Mocedades Galeguistas”, de las que llegó a ser secretario general, abrazando, junto a muchos otros jóvenes inquietos, el ideario galleguista.
Cuando estalla la Guerra Civil, es detenido y encarcelado con el objetivo de que entregue los archivos de las “Mocedades”, a lo que se niega, por lo que es enrolado en las filas de los sublevados en la División Acorazada de Brunete, del que deserta, acción que le vale para ser condenado a un batallón de castigo en Guinea Ecuatorial.
Terminada la guerra abre una academia de enseñanza en Celanova y otra en Vigo, pero es detenido de nuevo en 1944 por ejercer de enlace con el antifranquismo en el exterior. Ingresa en la cárcel de Vigo y es trasladado al Castillo de San Antón de A Coruña, donde es interrogado y torturado sin soltar palabra. Tiempo después logra salir en libertad condicional, momento que aprovecha par fugarse y permanecer oculto más de un año en una aldea cercana a su pueblo.
Atraviesa la frontera portuguesa, pero la policía del régimen de Salazar descubre su presencia y es detenido. La dictadura lusa decide expulsarlo, pero su causa se internacionaliza, provocando que el presidente de Venezuela, Rómulo Gallegos, se interese por su caso y le conceda un pasaporte de emergencia expedido por el consulado venezolano en Lisboa, válido para un solo viaje de ida a Caracas.
Llegaría a la capital de Venezuela en 1948, donde siguió ejerciendo como profesor en un colegio y en la Escuela de Administración del Ejército, además de incorporarse rápidamente en el colectivo gallego y en la lucha antifranquista.
Xosé Velo era un extraordinario orador, que utilizaba su don para recordar a sus compatriotas el motivo que les había llevado a huir de su propia tierra. Xosé consideraba que la actividad en el exilio era insuficiente y que no se podía pactar con Franco, sino que había que tumbarlo como fuera.
Y comenzó a intentar convencer a quien quisiera escucharle, de que era necesaria una política más combativa y con acciones más directas, lo que le lleva a fundar, en 1958, con otros antifascistas deseosos de acción, la Unión de Combatientes Españoles Antifranquistas Nacionalistas Gallegos (CEANGA).
Xosé creía necesario coordinar las luchas de españoles y portugueses para derrocar a Franco y Salazar, por lo que, junto al general portugués Humberto Delgado, Henrique Galvão y José Fernández Vázquez, alias Jorge de Soutomaior, funda el Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL).
La ascensión al poder de Fidel Castro, animó al DRIL a trazar una acción propagandística que llamase la atención a nivel mundial. El PCE había renunciado a la lucha armada, los sindicatos estaban anquilosados en el exilio y los viejos guerrilleros se habían quedado aislados. Necesitaban realizar una acción para atraer la atención de los países democráticos sobre las dictaduras española y portuguesa.
Así que trazaron un plan al que llamaron Operación Dulcinea.
Secuestrarían un paquebote de bandera portuguesa, tomarían rumbo a África, sublevarían Guinea Ecuatorial y Angola, y propagarían la revolución de las colonias a la Península Ibérica.
El barco era el “Santa María”, propiedad de la “Companhia Colonial de Navegaçao”, construido en 1953 en Bélgica. Cubría la ruta Vigo-Lisboa-Madeira-Tenerife-La Guaira-Curaçao-San Juan de Puerto Rico-Miami. Desplazaba 20.000 toneladas, tenía una potencia de 20.000 caballos, 186 metros de eslora, capacidad para 1.088 pasajeros y una velocidad máxima de 20 nudos. Era uno de los buques más veloces, lujosos y mejor equipados de su época y, sobre todo, tenía una autonomía de veinte días, suficientes para llegar a las costas africanas.
En enero de 1961, el Santa María transportaba 352 tripulantes y 612 pasajeros portugueses, estadounidenses, españoles y holandeses. Xosé y sus hombres (portugueses y gallegos) abordaron el barco la madrugada del 22 de enero, tras haber subido a bordo como parte del pasaje en La Guaria, Venezuela, los días 20 y 21 de enero.
Con viejo y rudimentario armamento tomaron la sala de máquinas, la estación de radio y el puente de mando, donde por accidente (su objetivo no era causar bajas) uno de los comandos mató a un tripulante e hirió a otros dos. Xosé ordenó cortar las comunicaciones por radio y navegar en zigzag para evitar ser localizados por los radares. El éxito de la operación dependía de no ser detectados hasta el momento necesario. Al amanecer él mismo informó a los pasajeros de lo ocurrido y de sus intenciones.
Pero uno de los tripulantes heridos en el puente necesitaba asistencia médica urgente, por lo que, a pesar de saber que aquel acto humanitario haría fracasar su plan sin remedio, al descubrir su posición, decidieron desembarcar al herido en la isla de Santa Lucía, colonia británica.
El 23 de enero, un pequeño bote llevó al tripulante a tierra y partieron de nuevo. Horas después, un destructor británico, el Rothesay, comenzó a seguirles. El nombre del Santa María, rebautizado como “Santa Liberdade” y con las siglas del DRIL pintadas en el puente de mando, llegó ese día a todos los rincones del mundo y se convirtió en portada de todos los medios de comunicación del globo.
El gobierno de Salazar pide ayuda a Estados Unidos y Reino Unido para recuperar la nave, alegando que se trataba de un acto de piratería. Kennedy recibe el dossier del Santa María tres días después de tomar posesión de su cargo y le pilla por sorpresa, por lo que encarga a sus asesores un informe, que concluye que es una acción política legítima. Mientras, la prensa española trata la acción como el secuestro de un barco portugués, sin más.
El presidente de Estados Unidos deja claro que no van a abordar el barco, sino a escoltarlo con su marina de guerra, al igual que hace la marina holandesa y la británica.
Aprovechando la situación, la estación de radio del Santa Liberdade comienza a emitir comunicados contra los fascistas, las dictaduras y el régimen dictatorial español y portugués, provocando una gran repercusión internacional que motiva que Salazar ordene el envío de cuatro buques de guerra y Franco al crucero pesado “Canarias”, para que lo hundan de una vez por todas.
Pero, afortunadamente para los secuestradores, Estados Unidos había movilizado a más de 6.000 efectivos para proteger al Santa María: destructores, buques cisterna y de desembarco, submarinos y catorce aviones, bajo el mando del almirante Robert Dennison, comandante de la Segunda Flota de los Estados Unidos de América.
Dennison ofrece a los asaltantes una salida airosa: desembarcar a los pasajeros a cambio de reconocer su causa. Xosé Velo y su comando son conscientes de que jamás conseguirán llegar a las costas de África, por lo que acceden a reunirse con los estadounidenses el 28 de enero.
El 2 de febrero de 1961, escoltado por naves de la marina de guerra brasileña, el Santa María entraba en el puerto de Recife, en Brasil, en medio de una gran expectación, donde la tripulación y los pasajeros son desembarcados. El plan es abastecerse, efectuar algunas reparaciones y partir hacia África, pero la cantidad de buques que los vigilaban y la amenaza de la marina de guerra portuguesa y el crucero Canarias enviado por Franco, desbarató su proyecto.
Así que decidieron rendirse el 3 de febrero, aceptar el asilo político ofrecido por el gobierno brasileño y entregar el navío a las autoridades tras una breve ceremonia en la que fueron recibidos como héroes por la población, en un ambiente festivo.
Tras el desembarco, Velo y su hijo (que también formaba parte del comando) pasaron unos días en Recife, en un alojamiento que les cedió el gobierno regional de Pernambuco, pero poco después se trasladaron a Sao Paulo.
En sus últimos años de vida, Xosé velo aún tuvo fuerzas para luchar contra la dictadura en Brasil, crear un periódico y comenzar a escribir el guion de un documental para la Fundación Ford sobre la historia de la Humanidad para el público infantil. Fallecía en Sao Paulo el 30 de enero de 1972, con 55 años de edad, debido a un cáncer de pulmón y rodeado de su familia. Está enterrado bajo un árbol en el cementerio de Gethsêmani en Sao Paulo.
El secuestro del Santa María fue uno de los acontecimientos más importantes de denuncia en la lucha contra ambas dictaduras. En los libros de historia portugueses, aparece como el preludio de los acontecimientos que acabaron con la dictadura de Salazar. En los españoles es tratado como una anécdota.
La figura de Xosé Velo fue olvidada, a favor de Henrique Galvão, considerado históricamente el cabecilla de esta acción, aunque en la actualidad el gallego es reivindicado como el verdadero cerebro del secuestro del Santa María, un suceso que conmocionó al mundo y que puso su atención sobre dos dictaduras que todos habían olvidado.
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
Referencias:
- es.wikipedia.org
- lavozdegalicia.es
- laopinioncoruna.es
- dbe.rah.es
- elpais.com
- publico.es
- farodevigo.es
- eldiario.es
- gazeta.gal
- navegar-es-preciso.com
