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La ciudad jardín de Santa Cristina en A Coruña

En 1930 Antonio Tenreiro y Peregrín Estellés desarrollaron un anteproyecto para urbanizar la playa de Santa Cristina. Aunque este no se llegó a construir, el planteamiento pudo crear un punto de inflexión en la relación de la ciudad con el mar
Vista de Santa Cristina
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Vista de Santa Cristina
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Los debates clásicos siempre están presentes en la sociedad. Constituyen un intercambio recurrente de opiniones en torno a ideas que atraviesan la historia, y cuya forma muta en función al contexto. Sería utópico, como enunciaba Ortega y Gasset, y por lo tanto falso suponer que el pensamiento se rige sólo por las cosas y su ‘contextura’ pero a pesar de eso, “nuestro pensamiento pretende ser verdadero”. Debates clásicos que, en ocasiones, y respondiendo a una regla no escrita, se excluyen de la conversación en aquellas amistades profundas para evitar malestares innecesarios. La fascinación por el intercambio de opiniones de forma cuidada está presente en cualquier vertiente disciplinar y la arquitectura no es una excepción

Dentro de los muchos debates clásicos que se agrupan en torno a la arquitectura, uno de los más consumidos es la presencia de la emoción en el edificio. El volumen arquitectónico, aunque basado en conceptos físicos y matemáticos incontestables genera un impacto en la percepción humana en el que una parte se circunscribe en torno a un comportamiento social y otra al más personal.

Isla de Hydra por Mike Norton, vía flickr

"Tiene una gran terraza con vistas a una dramática montaña y brillantes casas blancas. Las habitaciones son grandes y frescas con profundas ventanas encajadas en gruesos muros. Creo que tiene unos 200 años y muchas generaciones de pescadores han debido de vivir aquí. Haré pequeñas reformas cada año, y en unos años será una mansión… Vivo en una colina y la vida ha sido la misma aquí durante cientos de años. A lo largo del día se escuchan la llamadas de los vendedores callejeros y son bastante musicales...Me levanto en torno a las 7 generalmente y trabajo hasta el mediodía. Las primeras horas de la mañana son las más frescas y por lo tanto las mejores, aunque me encanta igualmente el calor, especialmente cuando el mar Egeo está a 10 minutos de mi puerta"

El poeta y músico Leonard Cohen describe a su madre en una carta cómo es la casa en la que vive en la isla de Hydra. Sus palabras proporcionan una imagen fácil y minimalista de cómo es el lugar, y sin embargo sus expresiones son falsamente objetivas, ya que esconden una constelación de emociones que culminan en la narración de una atmósfera muy concreta. El sonido de la calle y la presencia del mar, aparecen como elementos sensoriales capaces de evocar una imagen en movimiento que se perpetúa en el tiempo. Cohen terminaba resumiendo esa emoción diciendo: "No hay lugar en el mundo en el que puedas vivir como en Hydra, y eso incluye a Hydra". A veces los sentimientos tienen una componente irracional tan intensa que dibujan paradojas verbales al convertirlos en palabras.

Arquitectura emocional

El debate emocional de la arquitectura puede dejarse caer en cualquier dirección, en cualquier emoción, ya sea esta miedo, alegría, tranquilidad, seguridad…etc. Incluso en ocasiones emociones compuestas basadas en la propia memoria, como la idea de ‘infancia’, ‘vacaciones’ o ‘defensa’. Todas las componentes de la pieza arquitectónica se tornarán hacia ella funcional, formal, estructural y estéticamente. 

La atmósfera emocional de la arquitectura de ‘vacaciones’, define parámetros diversos tales como el descanso, el contacto con la naturaleza (mar o montaña), la seguridad, la flexibilidad del espacio, la ausencia de elementos estresantes tales como ruido excesivo o mala iluminación y ventilación. En enriquecimiento de la vida cotidiana, el “arts artium del estilo de vida” que enunciaba Bernard Rudofsky, a través de atmósferas que provocan sensaciones similares a las vacaciones es una aspiración constante del urbanismo y la arquitectura residencial. 

Foto: Nuria Prieto

Las estrategias urbanas de principios del siglo XX como los planteamientos de Ciudad Jardín se ven ligeramente transformados en aquellas ciudades cuya topografía y contexto permiten que la atmósfera emocional de la arquitectura de vacaciones, se conecte de forma intensamente natural con la topografía. Las piezas de urbanismo que se definen mediante estos parámetros termina por consolidarse a través de una interpretación del espacio emocional como lujo, quizás porque esas sensaciones provocan un bienestar cuyo umbral parce ser un límite al que la imaginación no es capaz de expandir más. 

En ciudades en las que el clima es agradable, y el mar se convierte en un catalizador del bienestar, los proyectos urbanos se consolidan a través de esa atmósfera. Cap Ferrat, el lido veneciano, Voltri, Santa Marinella, Santa Mónica o los Hamptons, forman parte de ese catálogo de lugares que, cercanos a ciudades mayores, se convierten en actuaciones urbanas, extensiones concebidas para crear una atmósfera de ocio.

Arquitectura de vacaciones

En ciudades con un menor arraigo como ciudad vacacional, los proyectos urbanos con aspecto de “lido”, es decir, de tejido para el ocio vinculado al mar, se convierten en desarrollos singulares que décadas después definen espacios residenciales de lujo económico

En A Coruña, a finales de los años veinte, la idea de convertir Santa Cristina en el "lido" de la ciudad, comienza a dibujarse como una gran idea siguiendo la tradición de otras ciudades como Lisboa, Niza o Venecia. La cultura popular del momento catalizaba así mismo la emoción que la atmósfera de estos lugares.

“Era aquello de una indecible belleza, y Aschen Bach sintió el dolor, tantas veces experimentado, de que la palabra fuera capaz sólo de ensalzar la belleza sensible, pero no de reproducirla. Pues el hombre ama y honra al hombre mientras no puede juzgarle. Y el deseo se engendra por el conocimiento defectuoso” Thomas Mann ‘Muerte en Venecia’

Foto: Nuria Prieto

Antonio Tenreiro y Peregrín Estellés son los encargados de desarrollar este proyecto urbano junto con el coronel Joaquín Souto. Los arquitectos proyectaron una gran urbanización, una actuación de una escala tal que la convertía en un diseño realmente ambicioso (1,54km2). Entregado en 1930, en el plan de urbanización se incluían elementos propios de la arquitectura urbana de la época como los grandes paseos en forma de boulevard, zonas ajardinadas, viviendas unifamiliares de baja densidad y edificios monumentales con algún tipo de actividad vinculada al ocio. Dentro del conjunto destacan varios aspectos singulares que, desde la perspectiva actual podrían resultar controvertidos, como el tratamiento del borde marítimo o la introducción de dos casinos como elementos monumentales que organizan el espacio. El contexto de la época era, sin embargo, ligeramente diferente, y estaba quizás cegado de alguna forma: "¿No se ha dicho acaso que el sol desvía nuestra atención de lo intelectual para dirigirla hacia o sensual?" (Thomas Mann, Muerte en Venecia).

El anteproyecto de Antonio Tenreiro y Peregrín Estellés

La naturaleza del entorno se trata como un soporte sin integración aparente en la vida diaria de los usuarios de la urbanización. El encuentro con el mar se resuelve a través de un paseo rígido que crea un límite limpio, definiendo además tres conexiones igualmente marcadas sobre la ría. Aunque el proyecto diseñado por los arquitectos respetaba los núcleos preexistentes, se extiende hasta Montrove a lo largo de la ría de O Burgo. La morfología definida mediante trazados curvos es orgánica, y se adapta a la topografía del terreno. 

El espacio es descrito en la época como un lugar para la diversión de la burguesía local, los ciudadanos y también los visitantes de clase alta, en el que podrán disfrutar de terrazas, una vista magnífica, espectáculos aéreos y marítimos. La fascinación por los medios de transporte, la forma de interpretar el ocio vinculado al mar o la idea de lujo responden al contexto de la época. El proyecto incluía hoteles de lujo similares al hotel Atlantic. 

El proyecto podría ser entendido como un despropósito sin mayor valor que el de un ejercicio urbano salvo por la mano de los arquitectos. El lenguaje que Tenreiro y Estellés muestran de forma intuitiva es el de una modernidad apabullante. Similar al utilizado en el Banco Pastor, las grandes piezas de este proyecto urbano como los hoteles y casinos se presentan como arquitecturas vanguardistas.

Imagen del anteproyecto en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura.
Foto: Nuria Prieto

El Proyecto se abandonó con la irrupción de la Guerra Civil, y tras ella se apostó por el desarrollo industrial de la ría en lugar de su consolidación como un espacio de ocio y lujo. La definición de la ría y su entorno como un entorno industrial condenaron el espacio morfológicamente creando una dinámica completamente diferente a la imaginada por Tenreiro y Estellés. Quizás los arquitectos proponían un proyecto de dimensión o acercamiento desproporcionado, pero la atmósfera buscada hubiese creado una inercia completamente diferente.

Cuestión de sentimientos

La arquitectura puede definir la organización del espacio, pero es la emoción que esta es capaz de transmitir la que modifica la forma en la que se percibe. Sólo esconde un pequeño truco, y es que la percepción arquitectónica definida por las emociones que trasmite, son capaces de modificar la manera en que las personas se relacionan con ella. Así se crea poco a poco una dinámica propia del lugar. Sería impensable imaginar una construcción industrial o de escala inadecuada en el "lido" veneciano o en Cap Ferrat, de la misma forma que una vivienda de lujo no podría construirse próxima a un puerto industrial. Aunque legalmente estas acciones pudieran realizarse, la dinámica cultural que la sociedad ha construido para el lugar impediría una transformación tan sustancial

Thomas Mann o Leonard Cohen describieron la emoción del espacio, como una elección, es decir, como el resultado de una búsqueda emocional que fuese la correcta para que su vida encontrara la armonía y el sentido necesario. Socialmente, la ciudad puede buscar la emoción en su morfología como elección de una dinámica en favor de su identidad y su vocación futura. La arquitectura será el soporte capaz de transformar esa búsqueda en la atmósfera social deseada, un ars artium aplicado al estilo de vida de la sociedad del futuro.

Foto: Nuria Prieto
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