Hasta mediados del siglo XX, el destino de la emigración española era principalmente Hispanoamérica. De allí volvían los indianos, el nombre coloquial que se dio al emigrante español en América que retornaba enriquecido. Los emigrantes españoles, en algunos casos, “hacían las Américas” reclamados por familiares ya establecidos en aquellos lugares, creándose negocios e imperios de notable éxito. Los que lograron amasar grandes fortunas y decidieron volver a sus lugares de origen solían convertirse en líderes locales gracias a su mecenazgo en instituciones de beneficencia o culturales, subvencionando la construcción de escuelas, iglesias, carreteras, hospitales, asilos,… Los indianos eran la mejor prueba del éxito que se podía alcanzar emigrando. Pero la mayor parte de los que lo intentaban no tenían tanta fortuna, y no encontraron mejor destino en América que la pobreza de la que huían. Si además eras mujer, el final era aún peor. A principios del Siglo XX un grupo de gallegas decidió fundar una asociación para ayudar a todas las mujeres que llegaban a Cuba desde cualquier rincón del planeta. Hoy hablamos de Hijas de Galicia, la mayor asociación por los derechos de las mujeres que hubo en su momento en todo del mundo.
Desde 1880 hasta mediados del Siglo XX, más de medio millón de gallegos emigraron a América. En aquel momento se creía que emigrar era sencillo y que conducía siempre al éxito. Era cierto en muchos casos, pero en otros, la mayoría, no. Pero de los casos fallidos no se hablaba, no se contaban o se ocultaban.
De todos aquellos inmigrantes solo un 20% eran mujeres que, además de gallegas, eran pobres. Llegaban a la isla desprotegidas, solas o con niños pequeños. La mayoría eran analfabetas y solo eran contratadas para trabajar como sirvientas. Y en muchos casos eran captadas por intermediarios que, haciéndose pasar por amigos o familia, las obligaban a prostituirse.
Las gallegas sufrían discriminación por género, por etnia, por nacionalidad, y por sus propios compatriotas del Centro Gallego de La Habana, que solo ofrecían atención sanitaria y legal a hombres.
Iván Fernández Amil
Ingeniero Industrial que trabaja como Jefe de Compras, escritor, storyteller y conferenciante. Iván además colabora en varios diarios, en radio y distintos podcasts, y utiliza su habilidad como Storyteller para ayudar a las empresas a vender más empleando el poder de las historias. Es seguido por decenas de miles de personas en la red profesional LinkedIn, donde fue galardonado como Top Inspira y es considerado un referente en habla hispana. En los diarios Quincemil y Treintayseis publica todos los domingos artículos dedicados a divulgar, recordar y reivindicar a las empresas, lugares y personajes que han cambiado Galicia y el mundo.