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El Crimen de la Balconada: la leyenda de Santiago que no muere

Así es la historia que cuenta el origen de la “calle desaparecida” de Santiago, un relato que ha sobrevivido al paso de más de 600 años
Casco histórico de Santiago de Compostela.
Casco histórico de Santiago de Compostela.

¿Qué pensarías si te dijera que las primeras partidas del popular juego del “teléfono estropeado” tuvieron lugar hace cientos de años? 

Las leyendas son relatos tradicionales que han ido sobreviviendo, siglo tras siglo, a un teléfono estropeado llamado el boca a boca. En ellas, se alojan la cultura y la tradición de un lugar gracias a la combinación de elementos reales y fantásticos.  

Las leyendas cumplen una importante labor en la transmisión de los valores y las creencias de una cultura, sirviendo además para dar lecciones morales y para explicar fenómenos naturales o religiosos.  

Galicia es conocida por su rica tradición de leyendas, que forman parte fundamental del folclore y de las raíces de la zona. Y es que todo gallego que se precie ha escuchado hablar sobre la Santa Compaña, sobre el Hombre del Saco o sobre las meigas. 

En Santiago existe una leyenda que ha acompañado a los compostelanos desde tiempos inmemoriales y que sigue sobreviviendo al paso del tiempo. Se trata de la leyenda del Crimen de la Balconada, que tiene como protagonista una de las zonas más concurridas  de la ciudad.  

Un crimen por amor  

Para contar esta historia tenemos que remontarnos al siglo XIV, que marcó parte de la  identidad de la Santiago actual. Y es que, durante este periodo, la ciudad se convirtió en un importante centro cultural y universitario. Por aquel entonces, era arzobispo de  Santiago Suero Gómez, un joven de 30 años cuyo asesinato dio lugar a esta fábula.  

Dice la leyenda que en la ciudad existía una chica tan guapa que todos los nobles estaban  enamorados de ella, incluido el arzobispo. Esta mujer pertenecía a la familia Churruchao, muy conocida en Santiago por ser una familia de nobles y por su abierto odio hacia los altos cargos de la Iglesia, que hacían que Suero Gómez no fuera visto con buenos ojos.  

Con el objetivo de detener este posible amor, Fernán Pérez Churruchao visitó al rey Pedro I para pedir justicia contra el religioso. Este, que era conocido con "El Cruel", le  respondió que "lo matara allí donde lo encontrara".  

Así, el 23 de junio de 1366, día de Corpus Christi, Churruchao mató al arzobispo y al deán justo cuando la procesión pasaba por la rúa da Balconada. 

En ese instante, el arzobispo portaba en la mano la hostia, que cayó al suelo provocando  una enorme conmoción en toda la ciudad. Santiago al completo se vistió de luto, la calle donde ocurrieron los hechos se limpió con sal y se clausuró para siempre, y las iglesias  y capillas de Compostela fueron cerradas.  

Este cierre hacía que aquellos fieles que querían ir a misa tuvieran que ir a la iglesia de  Santa María de Conxo, lo que suponía perder un día entero debido a que estaba muy  lejos. De aquí surge la expresión "vaiche na misa en Conxo", popular entre los compostelanos. Esta se usa para hablar del éxito tardío de una empresa o del retraso  inesperado de un deseo.  

En torno a esta historia se escribió un cantar que recoge estos versos: 

"Pretiño da Rúa Nova, 

na rúa da Balconada, 

mataron un arzobispo 

por celos dunha madama" 

Una versión algo menos romántica de la historia  

La misma historia cuenta con otra versión que atribuye la muerte del arzobispo a una causa muy alejada de ese loco amor que refleja la anterior historia. 

En este caso, el asesinato de Suero Gómez forma parte de los interminables capítulos que forman la guerra civil castellana que enfrentaron al legítimo rey de Castilla Pedro I,  y a su hermanastro bastardo Enrique II.  

Esta leyenda cuenta que el rey Pedro I, en su visita a Santiago, celebró un consejo para buscar la manera de frenar a los afines a Enrique II en Galicia. Entre estos simpatizantes se encontraba el arzobispo Suero Gómez, por lo que se debatió la forma de silenciarlo.  Algunos de los presentes hablaron de encarcelarlo, pero la mayoría prefirió acabar con él.  

Esta tarea de asesinarlo se le encomendó a Fernán Pérez Churruchao, que puso fin a la  vida del arzobispo y del deán acuchillándolos sin piedad bajo la atenta mirada del rey. El  final de la historia fue el mismo, la rúa da balconada fue limpiada con sal y cerrada de por vida.  

La rúa da balconada en la actualidad  

Como pasa con todas las leyendas, hay quien cree que el crimen de la balconada sucedió  y quien se atreve a asegurar que, ni la calle, ni tal suceso existieron.  

Hoy en día, visitar este lugar es imposible, por eso, esta calle se conoce como "la calle  desaparecida". Estaba situada entre la rúa do Vilar y la rúa Nova, pero la calle perdida se encuentra en la actualidad detrás del jardín de una pensión.  

No se puede saber cuánto de verdad hay en la leyenda del crimen da balconada, ni si alguna de estas historias sucedieron de verdad, pero lo cierto es que el relato ha  conseguido viajar de generación en generación durante aproximadamente seis siglos.  

Por el momento, esta partida del "teléfono estropeado" todavía no ha acabado. Tendremos que volver a viajar en el tiempo dentro de otros muchos siglos para saber si  la cadena sigue en marcha y, de ser así, cómo ha evolucionado con el tiempo.  

¿Seguirá el arzobispo muriendo por el amor frustrado de una chica? ¿O lo hará por defender a Enrique II? ¿Seguirá la rúa da balconada desaparecida? ¿O habrá vuelto a  existir aportando pruebas sobre qué sucedió realmente en el año 1366?

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