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¿Qué ha pasado con los niños rusos de Chernóbil que pasaban el verano en Galicia?

La guerra ha impedido que Ledicia Cativa desarrollase el programa de acogida pero una gallega ha conseguido traer al joven Evgenii
Evgenii, en la imagen con ocho años, pasa sus veranos en Valdoviño (A Coruña)
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Evgenii, en la imagen con ocho años, pasa sus veranos en Valdoviño (A Coruña)
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Nadie gana en una guerra. O, al menos, nadie debería ganar mientras los pueblos y sus gentes sean los grandes perjudicados cuando poco o nada tienen que ver con aquello que motiva el fuego. La ofensiva bélica iniciada por Rusia contra Ucrania el pasado mes de febrero está teniendo consecuencias a nivel mundial que todos estamos viendo e incluso viviendo, aunque en niveles muy diferentes a los de las poblaciones afectadas de forma directa.

Además del horror que muestran las pantallas a diario desde Ucrania, del que no conviene escapar para ser conscientes de la dimensión del conflicto, hay otras vidas, otras historias, que no se ven y que merecen ser conocidas independientemente del lado de la frontera en el que se produzcan. Como la de Evgenii. Un niño ruso de la ciudad de Novozybkov, provincia de Óblast de Bryansk -territorio que pertenece a la zona de exclusión por radiación de Chernóbil con una densidad de contaminación radiactiva de más de 15 curios por kilómetro cuadrado- que cada verano desde el año 2015, cuando él sólo tenía ocho años, viajaba hasta el norte de Galicia, concretamente a Valdoviño (A Coruña) para escapar unas semanas de su realidad, carente de muchas cosas que en España son básicas y que en su tierra representan un lujo.

Antes de la irrupción del Covid-19, alrededor de 60 niños rusos llegaban a las casas de familias gallegas en verano a través de la Asociación Ledicia Cativa. Una de esas familias está formada por Sofía López, quien acogió a Evgenii hasta el 2019. Primero la pandemia y ahora la guerra pusieron en jaque la continuidad de esta relación de acogimiento ya que la asociación no ha podido llevar a cabo el programa este año. Lejos de cruzar los brazos esperando a que la situación cambiase, Sofía removió cielo y tierra para que Evgenii volviese a Galicia. "Tenía mucha gente alrededor que me decía que ni lo intentase, porque no lo iba a conseguir", afirma la valdoviñesa.

Evgenii y Sofía este verano. Imagen: cedida

Ella misma comenzó los trámites para conseguir el visado de Evgenii, un camino largo ya que en mayo se abrió la posibilidad a los turistas de viajar al país, por lo que las citas en el consulado eran escasas. Además, "no puedes enviar ni dinero ni documentos porque no hay empresa de transporte que vaya a Rusia". Finalmente, gracias a un contacto en Rusia y el tesón de Sofía, Evgenii aterrizó en Galicia a principios de verano. "El esfuerzo fue sobrehumano pero quien quiera hacerlo, puede encontrar la vía como lo hice yo", relata Sofía con satisfacción.

Las condiciones de vida del joven mejoran exponencialmente durante su estancia en Valdoviño, donde está totalmente integrado y ya es un vecino más. Su ciudad de procedencia es un lugar con poco trabajo, con una esperanza de vida baja y donde la gente se jubila joven (en concordancia con los años de vida) recibiendo una pensión de entre 100 y 150 euros al mes. Evgenii cuenta con el amor de su familia biológica pero sus condiciones no son las mejores. La ingesta de alimentos es escasa y pobre en variedad. "No tiene casi acceso a productos frescos, ni pescado, ni fruta", relata Sofía. Además, su vida se reduce a ir de casa al colegio y viceversa donde apenas hay contacto social fuera de las viviendas.

Todo esto contrasta con lo que su familia de acogida le puede ofrecer: una dieta equilibrada, sol, playa y actividad física. "Él llega de una manera y se va de otra, siempre coge algo de peso y en Ledicia Cativa dicen que estos niños aumentan su esperanza de vida gracias a estos veranos" asegura la gallega. Evgenii tiene amigos en la localidad, habla perfectamente español y gallego y le gusta "la música moderna de hoy en día". Algo de lo que, sin duda, ha disfrutado durante sus semanas de verano aquí, que ya han llegado a su fin porque, a sus 16 años, quiere terminar sus estudios en su país de origen.

Sofía pone la mirada ya en las próximas navidades, cuando posiblemente el joven regrese a Valdoviño, lanza un mensaje contundente: "las nacionalidades no son lo importante, sino las personas, y acoger a Evgenii fue la mejor decisión de mi vida porque tú haces algo por ellos, pero estos niños te aportan mucho a ti también y tanto él como su familia forman parte de la mía".

Ledicia Cativa

La asociación, con sede en Ourense, lleva desarrollando el programa de recuperación de la salud y establecimiento de lazos culturales a través de la acogida de niños de Briansk desde hace 25 años. A finales del 2021 Ledicia Cativa planeaba retomar el programa este verano tras la pandemia, tal y como informó a las familias interesadas, pero el estallido de la guerra lo impidió.

En un comunicado, la entidad rechaza cualquier intervención militar que atente contra la independencia de Ucrania y lamenta la pérdida de vidas humanas, especialmente las de niños y niñas. Asimismo, en su página web recuerdan algunas de las vías oficiales a través de las que se ha canalizado y se sigue enviando ayuda a Ucrania.

A pesar de la difícil situación, la entidad afirma que trabaja para retomar esta labor humanitaria que ya ha unido a cientos de gallegos con los niños más desfavorecidos y sus familias.

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