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Declaran las primeras víctimas en el juicio del Alvia: "Este daño es irreparable"

"Es algo horrible que no se lo deseo a nadie", llegó a decir la primera víctima en declarar
Vista general de la primera jornada del juicio por el accidente ferroviario de Alvia
Álvaro Ballestero-EP
Vista general de la primera jornada del juicio por el accidente ferroviario de Alvia
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Acabada la fase penal del juicio por el accidente del tren Alvia, que el 24 de julio de 2013 acabó con la vida de 80 personas y terminó con 145 heridos, comenzaron las declaraciones de las víctimas. 15 familiares de fallecidos y lesionados pudieron narrar ante la jueza Fernández Currás lo ocurrido el día del siniestro y sus consecuencias.

En declaraciones previas al inicio de la vista, el representante de la asociación de perjudicados Apafas, Cristóbal González, apuntó que se afrontaba con "desilusión, impaciencia, nerviosismo y desmotivación" esta parte del proceso. "Después de nueve años, esto hace mucho daño".

"¿Habrá sentencia? Por supuesto. ¿Justicia? Lo dudo. Este daño es irreparable", insistió. Para el letrado el siniestro era "un accidente que se pudo haber evitado y por la fatalidad de varios elementos, varios factores, se ha vivido una de las mayores tragedias que se puedan imaginar".

Primera testigo

La vista arrancó a las 9:40 horas de este martes 14 de febrero con la intervención de la primera superviviente y su hija, a través de video conferencia. Si hasta la fecha el juicio se pudo desarrollar sobre todo en el plano técnico, hoy se ha visto la realidad de la catástrofe humano que supuso.

En una intervención muy emocional, la primer víctima explicó como había elegido el tren con sus hermanas para el trayecto Madrid- A Coruña por que "era el medio más rápido, más cómodo y más seguro." La testigo describió como "no se podía mover" y describió en detalle el miedo que pasó en los momentos después del accidente, en muchas ocasiones con la voz rota del dolor, emocionando a varios miembros de la sala. "Es algo horrible que no se lo deseo a nadie ", sentenció.

Su hija, que la acompañaba en el testimonio por video conferencia, relató también cómo se vivió la situación desde la distancia. La incapacidad para comunicarse por con su madre, la angustia de ver las imágenes del siniestro por la televisión y buscar los efectos personales mientras esta estaba ingresada en el Clínico, centraron su intervención. El testimonio de ambas hizo que hasta la jueza se emocionara, que en un momento señaló "la primera ya me hace llorar".

"Una de las cosas que nos dijeron era que teníamos que ir a la estación de Santiago a recuperar el billete, y fuimos al sitio donde estaban todos los efectos personales. Todo era sangre y desgarros y veías al resto de gente que estaban recogiendo los recuerdos de los fallecidos, querías llorar pero estabas feliz porque tu familia estaba viva".

Esta primera testigo también expuso las dificultades para que Adif y aseguradores les pudiesen ayudar con los tratamientos y los recursos. A preguntas de los aseguradores explicó que sí habían recibido pagos, uno por 3.000 euros y un segundo por una cantidad que no especificó. "No hay dinero que pague el cambio de vida, la impotencia que se siente cuando dejas a una persona sentada en lo que crees que es la mejor opción para que viaje, no hay dinero que te devuelva esa paz", aseguró su hija.

El segundo testimonio llegó de la mano de la hija de una de las víctimas, también por videoconferencia, que falleció cinco meses después del accidente. Durante su intervención explicó como a su madre se le había quedado una "obsesión" con que objetos se le cayeran encima, como resultado de lo vivido en el siniestro.

Primera víctima presencial

El primer testigo presencial en esta primera tanda de declaraciones fue también un superviviente, un peregrino que había cogido el tren en Puebla de Sanabria con su bicicleta. "Lo cojo por la seguridad, rapidez y comodidad que yo tenía entendido que iba a ofrecer el tren", explicó en su declaración.

El pasajero no perdió la conciencia durante el siniestro, y narró ante los presentes cómo había vivido los momentos previos. "En el túnel no hay percepción de velocidad, pero ya cuando sales si. Yo me dirigí a mi compañero de asiento y en una conversación de dos palabras le dije: 'Esto descarrila', y él me dijo: 'Imposible, esto es Renfe'".

El tercer testigo del día aseguró, al igual que las otras víctimas, que no había recibido contacto de los aseguradores, aunque en interrogatorios posteriores, sí que admitió haber tenido pagos, uno de ellos por 7.500 euros. A preguntas de los letrados defensores del maquinista, el afectado admitió haber estado en contacto con Garzón, una línea de preguntas que la jueza rápidamente censuró y declaró como impertinente.

"Me complace el arrepentimiento y el sufrimiento que esta persona tenía", llegó a decir el tercer testigos. La magistrada respondió señalando que: "Le recuerdo que le está acusando de delitos".

"Es como abrir la herida y que te echen sal"

La cuarta testigo en declarar también lo ha hecho por videoconferencia. En una intervención en la que también se le saltaron las lágrimas, la perjudicada explicó cómo el proceso judicial por el accidente le ha provocado que haya tenido nuevos problemas psicológicos, con noches sin poder dormir. "Es como abrir la herida y que te echen sal", declaró ante la magistrada.

"Me quedé sola porque donde estaba sentada era inaccesible", relató la afectada ante los presentes en la sala. La víctima explicó cómo se había agarrado al asiento y el miedo que pasó en los momentos tras el descarrilamiento. "Yo lo llamo el silencio de la muerte, porque en el vagón había un silencio, allí es donde se van los muertos y se quedan los vivos". Insiste en que no sabía si estaba viva o muerta y que cuando la rescataron le pidió al policía "sácame de aquí que yo quiero vivir".

En el 2013, la testigo tenía unos 35 años y desde entonces relató cómo no ha podido recuperar la vida que tenía antes. "Los años que me han quitado de vida no hay dinero que lo pueda pagar", sentenció.

"Yo lo único que quería y que quiero es recuperar mi vida"

La intervención de la quinta víctima, que entonces era una joven profesional gallega que trabajaba en Madrid, estuvo apoyada por la declaración de su madre y una supervisora de su entorno laboral. La afectada describió cómo el siniestro de Angrois ha truncado su trayectoria profesional y su vida desde entonces.

La gallega explicó que era una viajera habitual del recorrido desde Ferrol a Madrid, y que incluso antes de la construcción de la línea de alta velocidad, solía coger el tren nocturno hasta la capital, donde trabajaba. Sobre el accidente la víctima narró entre lágrimas cómo "notó el frenazo" de la máquina y pensar "aquí se acabó".

Fue rescatada por los policías e atendida también por los vecinos de la parroquia compostelana, mientras no la trasladaban al hospital. "Les pedí que avisaran a mis padres que estaba viva", recordó. "En el hospital les escuché a los médicos decir que estaba hipotensa, y pobre de mí, intenté decirles que yo era así. Ahí fue cuando escuché decir: 'Esta chica se nos va'".

Las secuelas del accidente le obligaron a estar más de un año en silla de ruedas, y a someterse a cirugías y tratamiento de fisioterapia posteriores. La testigo explicó que estos problemas le suponen en la actualidad numerosos problemas de movilidad, al andar, conducir e incluso a la hora de coger el transporte público. "Cada vez que un autobús da una curva en el lado izquierdo, yo pienso que va a volcar. Que ya sé que no vuelca, lo sé, pero que tampoco los trenes descarrilan", señaló entre lágrimas.

La perjudicada explicó que este accidente y las secuelas derivadas de él habían troncado su futuro profesional. Señaló que por aquel entonces era gestora de empresas en una entidad bancaria, un cargo que le obligaba a trasladarse a pie o en coche por distintos puntos de Madrid.

"Desde el accidente, entre las lesiones y todo cuando me tuve que reincorporar lo hice en un puesto administrativo, llevo como gestora de particulares 10 años. Lo suyo hubiese sido es que en dos años fuese responsable directora o responsable de un departamento, que era para lo que a mi me estaban preparando".

A preguntas de su abogado, acusó a los aseguradores de no ponerse en contacto con ella, ni siquiera a través de peritos, y que recibió el primer abono entre dos y tres años después del accidente. "La cantidad que reclamo, en ningún momento va a poder suplir la salud que yo tenía el 23 de julio de 2013, ni la trayectoria profesional que yo tenía. Yo lo único que quería y que quiero es recuperar mi vida".

Tanto su madre como su supervisora constataron la realidad que describió esta quinta testigo, revelando cómo entre otras cosas, no ha podido volver a disfrutar de actividades físicas que antes hacía, como baile gallego, o la afectación que ha tenido el accidente en su carrera profesional.

Madre e hijo

La sexta y séptima víctima se trataban de una madre y su hijo, que viajaban en el tren. Durante su declaración la progenitora no dio detalles como habían hecho los otros testigos sobre los momentos anteriores al accidente, que no recordaba aunque sí explicó cómo ella y su niño, que entonces apenas tenía dos años, habían salido de él.

"Yo volé hacia un lado, mi niño hacia otro, yo busqué a mi niño, me ayudó otra pareja de chicos", explicó la mujer. "Estuvo una temporada caminando mal, se asustaba cada vez que había un golpe pequeñito".

El marido también declaró ante la magistrada, donde explicó la llamada que recibió de su esposa una vez salió del tren. "Me llamó y me dijo que el niño está sangrando que el tren está ardiendo, y colgó", recordó el testigo. "Salimos a toda velocidad para aquí".

"Empecé a pedir socorro y veía a la gente que iba pasando pero no me hacían caso porque iban zombies"

La octava y novena víctimas del accidente del Alvia, fueron una pareja que había ido hasta Madrid a visitar su nuevo nieto. El marido fue el primero en responder a las preguntas de los abogados, donde relató una escena previa al siniestro, donde había visto a dos niños pequeños jugando en el vagón. "En un momento vi que una maleta se desplazaba hacia nosotros y que le iba a caer hacia los niños, me levanté pero en ese justo momento todo negro".

El afectado recordó ante el tribunal cómo recuperó la consciencia. "Cuando me recuperé estaba agobiado, no me podía mover, tenía el asiento de delante encima de una pierna, apartaba maletas de la mano como podía para ver si me aliviaba un poco. Empecé a pedir socorro y veía a la gente que iba pasando pero no me hacían caso porque iban zombies, que ni veían", relató.

El pasajero llegó a tachar los pagos recibidos por las aseguradoras de "ofensivo". A preguntas de los letrados, especificó que había recibido un abono de unos 5.300 euros, pero no se acordaba de los detalles sobre las pruebas y los médicos que le habían hecho los chequeos. "Desde entonces he perdido la memoria. Me da vergüenza llorar. Estoy muy sensible, perdonen", llegó a decir.

Su mujer fue la siguiente en declarar. Ante la magistrada y el resto de presentes en al sala admitió haber dejado de ir al psiquiatra por su marido. "Lo tenía todo el día hablándome de eso y dejé el psiquiatra", explicó.

"Solo recuerdo el grito atronador de esa madre llamando a su hijo"

La última víctima que declaró en el día de hoy fue precisamente una de las pasajeras en el mismo vagón que la madre que había declarado unos minutos antes. Describió cómo entonces iba hablando con el niño cuando comenzó a notar la alta velocidad a la que iba la máquina. "Sólo recuerdo el grito atronador de esa madre llamando a su hijo. Luego ya era todo oscuro. Fue horrible", relató entre lágrimas.

La afectada narró ante los abogados las posteriores intervenciones médicas a las que fue sometida y el tratamiento psiquiátrico y psicológico posterior. "Tuve que ir a consulta porque me sentía muy culpable. Porque ese tren estaba lleno de jóvenes que no sobrevivieron. Yo gracias a Dios salí, pero ellos allí quedaron", apuntó, precisando también que la perspectiva de declara en el juicio le había supuesto una vuelta al tratamiento farmacológico.

Al igual que otros perjudicados, sus secuelas se manifestaron en miedos y preocupaciones, sobre todo a la hora de coger el transporte público. "Mi mujer se ha vuelto una persona bastante miedosa, está en estado de alerta constante, le cuesta coger transporte público", confirmó el marido ante el tribunal.

Su declaración ha sido la final de este primer día de la fase civil del juicio. A las 14:10 horas, la jueza ha dado por finalizada la sesión, que continuará mañana, 15 de febrero, en el edificio CINQ de la Cidade da Cultura. Otros 15 testigos, víctimas y familiares de fallecidos, recordarán lo que ocurrió el 24 de julio de 2013 en Angrois.

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