18 marzo, 2023 02:56

“Si Rusia invade, ya no habrá Nord Stream 2, le pondremos fin”. Con esta contundencia se expresó el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en una rueda de prensa el 7 de febrero de 2022, días antes del inicio de la guerra de Ucrania. A continuación, un periodista le preguntó cómo pensaba hacerlo, dado que el proyecto estaba en manos de Alemania. Biden se limitó a decir: “Le prometo que podremos hacerlo”.

Las palabras de Biden cobraron un sentido premonitorio cuando meses después, el 26 de septiembre de 2022, varias explosiones en el Mar Báltico volaron bajo el agua el gasoducto, dejándolo completamente inutilizado y cortando así una importante fuente de suministro de gas ruso a Alemania.

Tras el suceso, el veterano reportero del New Yorker Seymour Hersh (Chicago, 1937) se puso sobre la pista para responder a dos preguntas que pedían a gritos ser respondidas: qué había pasado exactamente y quién estaba detrás del presunto sabotaje. Un año después de las palabras de Biden, el 8 de febrero de 2023, Hersh publicó una extensa investigación de más de 5.000 palabras en un artículo a través de su cuenta de Substack.

Fuga de gas en el Mar Báltico tras las explosiones en los gasoductos Nord Stream 1 y 2.

Fuga de gas en el Mar Báltico tras las explosiones en los gasoductos Nord Stream 1 y 2. Reuters

Sus conclusiones fueron claras: Estados Unidos estuvo detrás del ataque al Nord Stream, según le confirmó una única fuente anónima de la comunidad de inteligencia de ese país.

Hersh es uno de los periodistas de investigación más prestigiosos del mundo: ganó el Premio Pulitzer en 1970 por sus revelaciones sobre la masacre de Mỹ Lai, en Vietnam; descubrió las torturas de soldados estadounidenses en la cárcel iraquí de Abu Ghraib o cuestionó la versión oficial sobre la muerte de Osama Bin-Laden. Pocos periodistas pueden presumir de una trayectoria así, aunque no le faltan detractores.

Un mes después de la publicación de su polémica investigación sobre el Nord Stream, atiende desde Washington en conversación telefónica a EL ESPAÑOL | Porfolio para hablar sobre los detalles e interrogantes alrededor de uno de los sucesos geopolíticos más importantes del último año.

Pregunta: ¿Qué sucedió exactamente el 26 de septiembre de 2022 en el Mar Báltico?

Respuesta: El otoño pasado, seis de ocho bombas submarinas estallaron cerca de la isla de Bornholm, bajo control de Dinamarca, en una de las zonas menos profundas del Mar Báltico y por donde pasan los gasoductos Nord Stream 1 y 2. Las explosiones destruyeron tres de los cuatro tubos principales.

"En diciembre de 2021, la CIA puso sobre la mesa la posibilidad de volar gasoductos y las capacidades de la Marina de los Estados Unidos para la guerra submarina"

P: Según su artículo, fue la inteligencia estadounidense quien tramó y ejecutó en última instancia el sabotaje…

R: El plan para la destrucción del Nord Stream se urdió antes del inicio de la invasión rusa. En diciembre de 2021, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca Jake Sullivan convocó una reunión del recién formado grupo de trabajo de los Jefes de Estado Mayor Conjunto, la CIA y los departamentos de Estado y del Tesoro.

Se reunieron en una sala secreta del Executive Office Building, al lado de la Casa Blanca, en cuya parte superior tienen lugar los encuentros de la Junta Asesora de Inteligencia del Presidente. Es un grupo de asesores externos. La reunión tenía como objetivo estudiar qué hacer en caso de que Rusia entrara finalmente en guerra y dar recomendaciones.

La CIA puso sobre la mesa la posibilidad de volar gasoductos y las capacidades de la Marina de los Estados Unidos para la guerra submarina. En concreto, hay un comando de buzos que tiene su base en Panama City, Florida, perfectamente preparado para colocar explosivo C4 en el lecho marino a unos 100 metros de profundidad y hacerlo explotar a través de un sónar submarino de baja frecuencia, que es lo que sucedió.

[EEUU bombardeó el Nord Stream, según la investigación de un Premio Pulitzer]

P: ¿Cómo fue el ataque?

R: En junio de 2022, la Sexta Flota estadounidense participó en los ya tradicionales ejercicios de la OTAN en el Mar Báltico, conocidos como ‘Baltops’. En los últimos 10 días del ejercicio, militares de varias naciones participantes ejecutaron prácticas de colocación y detonación de minas submarinas. Era el contexto perfecto para no llamar la atención en un mar estrictamente vigilado.

La inteligencia noruega designó un punto por donde pasan los gasoductos frente a la isla Bornholm, de jurisdicción danesa —Dinamarca también estaba al tanto—, a unos 80 metros de profundidad. Sólo hicieron falta dos buzos de la Marina: accedieron con un submarino noruego Hunter y colocaron ocho cargas de C4 en las cuatro tuberías. Entre los tubos del Nord Stream 1 y 2 hay menos de un kilómetro de separación, con lo que la operación se pudo llevar a cabo en unas horas. Luego salieron por una cámara de descompresión.

La detonación se hizo a través de un sónar cilíndrico de uso civil lanzado desde un avión. El sónar emite señales de baja frecuencia capaces de detonar el explosivo a distancia.

El periodista Seymour Hersh.

El periodista Seymour Hersh.

P: ¿Si las bombas se colocaron en junio, por qué el ataque fue en septiembre?

R: Biden se echó para atrás en el último momento. Tuvo miedo de las consecuencias. La comunidad de inteligencia había elaborado el plan antes de que Rusia entrara en guerra como una posibilidad. Pero ya con la guerra en marcha, a algunos les pareció una locura. De hecho, cuando Biden decide ir adelante en septiembre, hay parte de la inteligencia que se enfada. De ese enfado es de donde viene mi fuente.

P: ¿Por qué volaron el Nord Stream? ¿Cuál fue la motivación de EEUU?

R: Lo desconozco, pero sólo hay que escuchar lo que dicen. Estamos hablando de dos gasoductos que suministraban millones de metros cúbicos de gas. Gracias a ellos, Alemania no solo tuvo calefacción, sino que se volvió muy rica porque exportaba el excedente. Tenía más gas de Rusia del que necesitaba. Con el segundo gasoducto, Alemania pretendía doblar la capacidad del primero. Invirtió miles de millones en su construcción y no iba a rechazar esa opción.

"Para comprobar la historia del 'New York Times' que habla de un grupo pro-ucraniano, todo lo que tienes que hacer es ir a un bróker de yates y preguntar. ¿Alguien lo ha hecho?"

Desde los días de Kennedy, EEUU ha estado muy preocupado por el gas y el petróleo rusos. En Europa Occidental no hay estos combustibles y es una región dependiente de una fuente externa de energía. Desde la Segunda Guerra Mundial, hemos cubierto las espaldas a Europa, pero al mismo tiempo hicimos un montón de cosas estúpidas en nombre de la lucha contra el comunismo. Alemania, sin embargo, nunca ha querido entrar a este juego y ha evitado volver a la senda del belicismo y el militarismo.

En otoño del año pasado, Biden tenía miedo de que el canciller alemán, Olaf Scholz, se desentendiera de la obsesión enfermiza de EEUU contra Rusia. Tenía miedo de que le dijera: ‘Mira, hemos hecho suficiente por ti y por Ucrania y no nos vamos a partir el lomo por esto’.

Así que lo que hizo Biden fue eliminar la opción de que los alemanes y Europa Occidental decidieran no implicarse en la guerra. Les dijo: ‘A partir de ahora ya no cubrimos vuestras espaldas’. Prueba de ello es que Alemania es ahora uno de los países comprometidos con el envío de carros de combate Leopard a Ucrania.

P: Esta semana Dinamarca informó del hallazgo de un objeto no identificado en la zona de las explosiones del Nord Stream. Se ha dicho que podría ser una antena ¿Es compatible esto con lo que publicó?

R: ¿Acaso piensas que Dinamarca no sabía lo que estaba pasando? Los buzos estadounidenses pasaron entre cinco y seis meses entrenando y practicando en la isla de Bornholm, que es territorio danés. Si yo fuera Dinamarca, encontraría cualquier cosa para quitarme las sospechas de encima. Una antena, ¿de verdad?

La gente que llevó a cabo la operación está altamente preparada, también para no dejar ningún rastro. Volaron con un avión, posiblemente un P-8 Poseidon, se deshicieron del transpondedor y arrojaron desde el aire un sónar de uso civil en la zona donde estaban colocadas las bombas. Fueron indetectables para la inteligencia de fuentes abiertas [OSINT]… Existen muchas maneras de esconder lo que estás haciendo. Que ahora digan que han encontrado una antena a 30 kilómetros del lugar de la explosión me parece sencillamente ridículo.

Avión P-8 Poseidon.

Avión P-8 Poseidon. Wikimedia Commons

P: Semanas después de su artículo, el New York Times publicó una historia que atribuía a un grupo pro-ucraniano el sabotaje del Nord Stream. ¿Qué opinión le merece?

R: La historia asegura que alquilaron un yate de 15 metros con pasaportes ucranianos con nombres falsos y cuentas corrientes también falsas. Que usaron TNT y que tenían entrenamiento como buzos regulares. Para mí es muy sencillo comprobar esta historia: todo lo que tienes que hacer es ir a un bróker de yates y preguntarle. ¿Alguien lo ha hecho? No. Alquilar un yate de estas características requiere un agente y mucho papeleo. No es una cosa sencilla y tiene que haber rastro de las operaciones. Los buceadores profesionales o los aficionados con licencia también están en un registro. Pero nada de eso ha aparecido.

¿Sabes qué tenía el New York Times? Tenía una pista y no era una buena pista. Y alrededor de eso, decidieron montar una historia usando fuentes gubernamentales anónimas —de lo que también me acusaban a mí—, sin molestarse en comprobarla. Dice que usaron TNT para volar tubos recubiertos de hormigón… La historia me parece absolutamente horrorosa.

P: A usted le acusaron de usar una sola fuente anónima…

R: Yo he empleado tres meses de investigación y saqué una primera historia de más de 5.000 palabras donde no queda ni un cabo suelto, más que aquello que podría poner en peligro la seguridad de mi fuente. Desde que revelé lo de Mỹ Lay, nunca he puesto a nadie en la cárcel, siempre he sido muy cuidadoso. Y yo me quemo si hace falta, pero tengo que proteger a la gente que habla conmigo y así lo he hecho hasta ahora. Créeme que es muy difícil estructurar algo así sin información desde dentro y no olvidar toda la información para contar una historia tan detallada…

Y luego, hay otra cosa, una pregunta esencial en todo esto: si Estados Unidos no fue el autor del sabotaje, ¿por qué Biden no ha preguntado nunca a sus agencias de inteligencia quién estuvo detrás? Es muy sencillo: porque ya sabe la respuesta. Tenemos a gente muy buena en inteligencia; tenemos mucha información, pero a nadie se le ha ocurrido preguntarle al presidente por qué no ha consultado con inteligencia quién estuvo detrás.

"El escepticismo en la comunidad de inteligencia también es muy alto: la gente que conozco dentro cree que la guerra no va a terminar bien para Ucrania…"

P: ¿Cómo ha gestionado la campaña de descrédito en su contra?

R: Hice mi primera historia sobre MỹLay hace 55 años. Mucha gente dijo que no la tenía que haber escrito y me quería meter en la cárcel por ello. ¿Estás de broma? He ganado tantos premios que mi mujer ya no sabe dónde ponerlos y los ha metido en cajas. Siempre hay ruido y presiones, pero yo no revelo las fuentes. Es lo que hay. La gente sigue hablando y dicen que dije cosas terribles sobre Siria o Bin Laden… Estoy acostumbrado y no me importa en absoluto.

P: ¿Según la información de sus fuentes, ve posible una implicación directa de EEUU en la guerra?

R: No lo sé. Yo tengo información en concreto sobre lo que sucedió con los gasoductos. Personalmente, no creo ni que Biden ni que EEUU vayan a un choque frontal. Ahora mismo hay dos brigadas de paracaidistas estadounidenses cerca de Ucrania: la 82ª Aerotransportada está en Polonia desde hace un año y, ahora, la 101ª se ha desplegado en Rumanía. Están aumentando fuerzas y enviando armas. Pero de ahí a que EEUU entre en guerra con Rusia con dos brigadas hay un abismo.

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En todo caso, Biden se implicaría como apoyo a una acción conjunta de la OTAN. Pero se está dando cuenta de que está bastante solo en esta empresa. Los países europeos, como he explicado en el caso de Alemania, no están por la labor de enviar más dinero a Ucrania, porque es un país cuyo gobierno sigue siendo altamente corrupto. Y en Estados Unidos, las encuestas dicen que la gente cada vez entiende menos este apoyo. El escepticismo en la comunidad de inteligencia también es muy alto: la gente que conozco dentro cree que la guerra no va a terminar bien para Ucrania… 

En las últimas semanas de la batalla de Stalingrado, en 1942, Rusia perdía 2.400 soldados cada cuatro horas. Murieron 20 millones de rusos en la Segunda Guerra Mundial y aún así ganaron la guerra. ¿Cuántos perdimos nosotros? Si contamos un millón es más que bastante.

Por eso, cabe preguntarse: ¿qué puede pasar después, si la guerra va mal y no hay un acuerdo? ¿Saltará la OTAN con dos brigadas estadounidenses? ¿Es realmente eso lo que queremos hacer? No creo que el público en Estados Unidos quiera eso.