11 marzo, 2023 02:01

Paco León (Sevilla, 1974) pide un té verde y atraviesa con los ojos translúcidos la cafetería del hotel Siete Islas, en Malasaña. Parece que ve lo traspuesto, Paco, parece que mira más allá de las cosas, que puede radiografiar sus secretos con poco esfuerzo. Es la vena médium de su madre, cuenta, aunque él procura ser muy racional. Siempre se sintió un poco extraterrestre en su casa, en la casa de la Carmina todopoderosa, y tuvo ganas de irse y de sacudirse el folclore y los símbolos matriarcales y de buscar el lenguaje propio, el mundo propio. Leía mucho. Fumaba diciendo "mañana lo dejo". Rascaba su voz y hoy ya la empuña. 

Una vez una bruja le dijo que había encontrado al amor de su vida, Ana Costa, y la verdad es que fue cierto durante un tiempo. Es de los pocos creadores de primera plana de nuestro país que ha reconocido enamorarse y acostarse con hombres y mujeres, aunque tampoco es que se reconozca como bisexual, "porque a mí dos me parecen pocos". Y se ríe. Se ríe de todo Paco con mucha pureza, y su risa aún suena ingenua y tintineante, nada cínica ni intoxicada por los años o los palos que nos pusieron en la rueda.

Resulta un niño grande fascinado, permanentemente encantado con el mundo, con las gentes, con los colores de las cosas, con la posibilidad romántica de estirar los límites de la felicidad como un chicle, ¿hasta dónde puede uno sentir euforia o paz sin desmayarse?, ¿qué hay de los umbrales de la alegría: por qué nadie habla de ellos?

Huele bien. Podría dar la sensación de ser arisco de entrada. Luego se nota que es autoprotección, porque durante la conversación se va relajando y al final casi ronronea, como un felino complejísimo, salvaje, con algún tormentillo interior. 

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Parece un hombre libre. ¿No es ese el mejor piropo que se le puede decir a alguien? 

Ahora protagoniza, junto a Ernesto Alterio, la película Mari(dos), una comedia delirante dirigida por Lucía Alemany que se mete en todos los charcos de la modernidad, en todas las conversaciones que en la práctica resultan peliagudas o sensibles y aquí fluyen con pasmosa naturalidad cañí: bisexualidad, dobles vidas, prácticas sexuales de riesgo, complejos íntimos, adopción, infancia trans, viejas maneras de ser hombre... y nuevas formas de ser una familia. 

P.- Paco, has dicho que esta película va sobre la deconstrucción de la masculinidad, pero, ¿qué es ser un hombre? ¿En qué consiste?

R.- Tenemos que redefinir lo que es ser un hombre. En las teorías de género y todo eso… uy, no me voy a meter en eso, pero es por ahí por donde va la cosa, hacia lo no binario, hacia el “da igual, somos personas”. Lo de ser hombre hay que revisarlo porque nos han dicho cosas muy básicas, nos han hecho ser muy básicos, “los hombres no lloran”, “los hombres tienen que ser fuertes”, “los hombres tienen que saber de todo”… y de repente por eso a los hombres nos cuesta mucho preguntar dónde está una calle (reímos).

P.- ¿A ti te cuesta eso?

R.- A mí me cuesta muchísimo.

"Los hombres también somos víctimas del heteropatriarcado"

P.- Pues mira que tú no parecías... 

R.- Ya, y es que hay cosas que uno se cree que no, y de repente te ves ahí. Es lo que dicen: cinco tíos en una furgoneta no llegan nunca a su destino porque son incapaces de preguntar. Pero eso viene de lo mismo: el no saber te fragiliza, el demostrar que no sabes es poco masculino… y eso te afecta a muchas, muchas cosas. Yo creo que los hombres también somos víctimas del heteropatriarcado. Esta es una comedia ligera pero que al final va de eso: de dos imbéciles desconcertados por tener que compartir una mujer… y esta cosa de medírselas ante ella… hay cosas que son muy ridículas vistas desde ahora.

P.- ¿Cómo sería ese hombre nuevo que estamos medio gestando?

R.- No hay un hombre nuevo, no tiene por qué haberlo: hay muchas maneras de ser hombre y cada uno tiene que aceptarse como es.

P.- ¿En qué te has visto limitado tú, en tu biografía, en tu experiencia, por ese imperativo de la masculinidad clásica?

R.- Yo me he dado cuenta de que hay muchas cosas que he hecho por estar presionado socialmente (por ser un hombre), pero más cuenta todavía me he dado de las cosas que no he hecho por la misma razón. Los hombres disfrutamos de un privilegio al que nos cuesta renunciar también, ¡compartir el banco…! Es muy difícil. Blancos, hombres, primer mundo… pues disfrutamos de muchos privilegios y nos ha costado renunciar a eso y hay que hacer un esfuerzo porque yo creo que merece la pena compartir el banco.

Paco León.

Paco León. David Morales.

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P.- ¿Te dio miedo pisar algún callo con los temas de esta película, tan frescos (parejas abiertas, homosexualidad latente, bisexualidad, infancia trans…) pero tan problemáticos cuando se mezclan con el humor?

R.- Pues sí, porque hoy en día es muy difícil hacer comedia. Estamos muy limitados con la corrección política y tenemos miedo de entrar en polémicas destructivas. Pero esta película se escapa de la fórmula, es original en el planteamiento de la comedia y trata temas, poquitos, pero elegantemente. El hecho de que esta película de hombres la dirija una mujer a mí me tranquilizaba, porque creo que los hombres tenemos que sospechar de nosotros mismos todo el tiempo (sonríe). Y decir “hostias, ¿estamos haciéndolo bien?”. Porque a lo mejor hay cosas que nos resultan naturales y no por eso son convenientes. La mirada de Lucía ha sido importante para eso.

P.- ¿Tú, como creador y como cómico, cuáles son los chistes de los que ahora mismo dirías “coño, no sé si hacerlo o no hacerlo”?

R.- Muchísimos. Es especialmente duro hacer comedia, se monta un fuego por nada, todo el mundo ofendido rápidamente… yo siempre intento verlo como algo positivo y pienso que lo que genere debate es interesante, porque si hay un debate hay un replantearse cosas. Nuestra obligación como cómicos es también ser más ingeniosos, porque si no estamos todo el día haciendo chistes de mariquitas…

P.- Renovarse o morir.

R.- Ay, sí.

P.- Pero, ¿no te da la sensación de que, más allá de estas viejas machistadas, la gente sólo tiene la piel final en redes sociales, en público? En los bares, en privado, uno se sigue riendo de lo de siempre con sus amigos.

R.- Total, pero cada vez hay más diferencia entre lo público y lo privado, entre el humor en un lugar o en otro, porque al humor público se le ha cargado de responsabilidad moral, y eso es peligroso. Pretenden que hagamos arte o entretenimiento… aleccionadores, didácticos, y yo creo que el arte tiene que plantear cosas y ser rupturista. La comedia tiene que ser punki.

P.- No sé dónde leí que la comedia por definición es anarca: sin amos, sin militancias, disparando a todas partes. Sin obediencia a nadie.

R.- Sí, yo también lo creo. Y sobre todo, que la comedia habla de la condición humana y eso es transversal, estamos todos en el ajo, no se debe nada a nadie.

"Los cómicos tenemos la obligación de ser ingeniosos, porque si no estamos todo el día haciendo chistes de mariquitas"

P.- Sin querer reventarles a nuestros lectores la película… ¿cómo de firme es nuestra presunta heterosexualidad? Vamos, de los que se consideran 100% hetero, al menos.

R.- (Ríe). Aquí vemos ese ‘bromance’… primero camuflado en amistad y luego va pasando por momentos eróticos… y es que le puede pasar a cualquiera. Quiero decirte: nadie es tan heterosexual como se cree, nadie puede decir “yo de este agua no beberé”. Depende de las circunstancias. Yo muchas veces lo pienso de mí mismo y me digo… mira, Paco, dependiendo de en qué circunstancias pero… tú podrías liarte con cualquier persona. Y te juro que podría (ríe).

P.- El sexo es contexto.

R.- Es contexto y es cariño. Mira, en una isla desierta: estás tú con cualquier otra persona… y es que os va a apetecer tocaros, ya no te digo sexo, sexo, pero un abrazo, algo, algo… lo necesitamos, necesitamos cariño y contacto físico porque somos gregarios y somos animalillos.

P.- Traemos cortapisas, Paco. Hemos pensado que el sexo y el amor son una sola cosa... inmóvil.

R.- Uy, sí, las etiquetas nos tranquilizan mucho, nos ordenan. Yo las odio por eso, me parecen horribles, pero dan una serenidad del estilo “ay, pues mira, ya sé por dónde ir”. Luego es mentira. Las etiquetas no obedecen a la realidad nunca.

Las manos de Paco.

Las manos de Paco. David Morales.

P.- ¿Con la monogamia, qué hacemos? ¿Pasamos de ella ya o la necesitamos para algo?

R.- No, hombre, yo creo que la monogamia ha funcionado.

P.- ¿...que es un funcionariado?

R.- (Ríe). Que ha funcionado, funcionado. Cada uno tiene que encontrar sus opciones y sus caminos, pero el de la monogamia es uno bastante práctico. La alternativa no es nada infalible, desde luego.

P.- Hijo, es que los días tienen 24 horas, ¿tú crees que nos daría tiempo a tanto…?

R.- No, claro, pero es que te digo más: el enamoramiento necesita de exclusividad, al menos en fases, sobre todo al principio. Las parejas evolucionan y hay que estar pendiente de las necesidades del otro y de las tuyas propias dentro de la pareja, porque no son las mismas.

P.- Ortega y Gasset decía que el amor es un fenómeno de la atención. Tiene todo el sentido que no podamos estar a la misma distancia atencional de dos personas. Cuando te enamoras… te enfocas.

R.- ¡Total! Cuando estás enamorado, ahí no cabe nadie más. Eso es como la clave del móvil: no se comparte (ríe).

P.- ¿Tú qué tal te llevas con los celos? ¿Los dominas?

R.- Yo creo que los celos son un constructo social y que deberíamos aprender a dominarlos. Me he visto a mí mismo celoso, sí, y me he visto gestionándolo, que es lo que debe hacer cualquier persona que quiera al otro de verdad.

"En el sexo soy hippie, setentero, lo pienso como una oportunidad de ser feliz, no como algo oscuro"

P.- ¿Ha cambiado tu idea del amor desde los 15 años a ahora?

R.- Te diría que del amor nunca he aprendido absolutamente nada. Siempre es la primera vez. Cuando crees que sabes algo, te viene una ola y te revuelca completamente. Uno cambia mucho, uno está vivo, a uno le pasan cosas constantemente y no podemos controlarlas. Eso es interesante. No te puedes confiar a una certeza. Hay que aprender a surfear, ¿sabes eso?

P.- Todos los veranos me siento así.

R.- (Ríe).

P.- ¿Cómo sabe Paco León que se ha enamorado?

R.- Porque pierdo un poco el control. No manejo, no sé quién lleva esto. Pero cuando descontrolas empiezan las grandes historias también.

P.- Tu personaje es muy sexual, ¿tú también?

R.- Sí, podría compartir eso. Soy sexual, el sexo forma parte de la vida y yo soy muy de disfrutar de las cosas, de la vida y del sexo.

P.- He leído que eres de un sexo luminoso, al aire libre, muy naturalista, no del oscuro del porno.

R.- Sí, en el sexo soy hippie, un poco setentero, lo pienso como una oportunidad de ser feliz y no como un problema o una cosa oscura. No te creas que luego uno tampoco es tan original, ¿eh? Con Kiki descubrí tantísimas cosas que hay y me vi súperaburrido.

P.- “Al final voy a ser conservador”.

R.- (Ríe). Sí. Incluso me observé para ver si me gustaban, no sé, las plantas, la dendrofilia… y no, pero la sexualidad es algo que se explora y siempre te puedes sorprender a ti mismo. Como decía en la película: esto es como las espinacas, te chico te crees que no te gustan y de mayor, ¡ay, de mayor…! (ríe). Igual que no conocemos el 100% de nuestro cerebro, tampoco conocemos el 100% de nuestro sexo.

León.

León. David Morales.

P.- Hay una escena chula en esta película donde los dos protagonistas orinan juntos, se enseñan los penes y uno confiesa su inquietud hacia su propio miembro, su inseguridad. ¿Ha habido mucha obsesión por el pene grande en la masculinidad tradicional… o la habrá siempre? ¿Qué relación tienes tú con tu pene?

R.- (Se parte). Vivimos en una falocracia y eso afecta a todo el mundo, hay una presión sobre el hombre… Yo… no sé, yo… no tengo ningún problema pero… no quiero… hablar de mi relación con mi pene, ¿sabes? (reímos).

P.- Hasta donde tú quieras, claro. Pero en esta escena le llegan hasta a poner nombres a sus penes y juegan al “hola, don Pepito”, “hola, don José”.

R.- Sí, eso fue una improvisación nuestra. Mira, el otro día vi una pintada que me va a servir para esta respuesta porque me gustó mucho. Era el ACAB, ¿sabes?

P.- ¿All Cops Are Bastards?

R.- Sí, de ahí venía, pero ahora reformulado: “All Cocks Are Beautiful”, es decir, “todas las pollas son bonitas”, y me pareció un ACAB muy bonito, muy verdad. 

P.- Hay un niño trans en la película. Se hace llamar Luis. Pero es interesante que el padre le enseñe a romper los estereotipos de género, como “se puede llevar pelo largo y ser chico”, o “se puede hablar de sentimientos y ser chico”.

R.- Sí. Es una trama delicada, aunque sea pequeña. Pero sirve para explicar la evolución de Emilio, su padre. Las circunstancias son aplastantes y él tiene que aceptarlas: alguien tan tan joven tiene claro que es un chico, que es Luis y es Luis. Alguien de fuera, como Toni, lo ve mucho más claro que el propio padre, cosa que suele pasar también. Se trata de normalizar cosas que cada vez son más habituales.

"El otro día vi una pintada que decía ‘todos los penes son bonitos’, y es verdad”

P.- ¿Qué te parece la polémica por la ley Trans? ¿Estás a favor de la autodeterminación de género?

R.- Uf, no sabría qué decirte. El debate es siempre positivo. La transexualidad infantil es una realidad, pero yo no sabría legislarla, desde luego, qué bien que me dedico a otra cosa y no a hacer leyes (ríe). No tengo una opinión muy formada: conozco argumentos de gente pro-ley Trans y de gente contraria. Claro que es necesaria una ley Trans, pero no sé si ésta es la que tiene que ser.

P.- Otro concepto fundamental de la película es el de la familia y cómo puede haber muchos tipos de familia. A la tuya de origen la conocemos y la queremos mucho, ¿qué hay de la creada? ¿Cómo te relacionas con las dos?

R.- Hay muchas familias, la familia es la ascendencia y la descendencia, los padres de los que vienes y los hijos que tienes, pero también hay una familia muy importante que cada vez se celebra más, sobre todo en la cultura urbana, que es la de los amigos. Mis amigos son mi familia elegida. Está la familia de sangre y luego está la familia de saliva, como la llamo yo.

P.- Te leí eso, que Eduardo Casanova era tu “hermana de saliva”.

R.- (Sonríe). Sí. Es con quien te rozas, con quien compartes, y de repente hay una fidelidad… yo me imagino de mayor con ellos. Mira, se nos ha muerto un amigo hace poco y hemos podido comprobar cómo la riqueza que tenía, aparte de su familia de sangre (que estaba allí todo el mundo a una, entregado), la cantidad de gente de familia de saliva que tenía allí a todas, todas, todas. El hospital lleno. Eso es oro.

P.- Es emocionante. ¿Te acuerdas del final de Big Fish? Cuando aparecían en el funeral todos los distintos amigos que el padre había cosechado en su vida y de los que le había hablado al hijo… aun cuando el hijo pensaba que muchos eran inventados porque su padre era muy fantasioso…

R.- ¡Sí! Pues con nuestro Fernando también tuvimos la suerte de despedirlo antes con una fiesta. Le dieron un pronóstico muy malo de cáncer y le hicimos un fiestón. A mí me gustaría que me hicieran eso también, ¿eh? A veces no tienes cuerpo, o la vida no te da la oportunidad, pero… a él sí, y le hicimos esa fiesta de despedida como le pegaba a él.

P.- En mi funeral creo que dejaré un micrófono abierto con una barra libre, y que la peña vaya pasando contando anécdotas divertidas conmigo. ¿Y tú?

R.- A mí un fiestón no me parece mala cosa.

P.- Janis Joplin dejó una pasta, creo que dos mil o tres mil pavos, para que sus amigos se emborracharan en su funeral.

R.- Lo guay es poderlo vivir, pero yo, por si acaso, todas las fiestas las vivo como si fueran mi despedida, como si fueran la última, no sea que un día lo sean de verdad, ¿no? Y del tirón. Las fiestas me conectan mucho: me parecen un ritual de celebración de la vida, en general, cualquier fiesta. De repente yo en las fiestas quiero mucho a mis amigos, y a la gente que quiero la quiero mucho, y me siento muy agradecido y conectado con mi gente.

De charla con Paco.

De charla con Paco. David Morales.

P.- ¿Qué sabes de la felicidad, cómo se alcanza? ¿Se puede distinguir en el momento, o es escurridiza y la reconoces después? ¿Es euforia o es paz? Tú me dirás, Paco.

R.- Pf… la felicidad se reconoce cuando son picos. Los picos de felicidad los reconoce todo el mundo, nuestro lenguaje es el subidón, el “guau, guau, guau, pero qué es esto, joder, esto es todo”. Yo pienso mucho sobre la felicidad y creo que tiene que ver mucho con la temperatura, fíjate. Es una tontería…

P.- No, cuéntame, porfa.

R.- Yo creo que cuando uno está completamente feliz hay una temperatura perfecta. Siempre es así. Doce del mediodía en la playa, unas patatas de bolsa, una Coca-cola con hielo… y dices “¡ah! ¡Felicidad, felicidad!”. Hay algo de temperatura justa, placentera: un baño de agua caliente, un polvo, un domingo por la tarde con tus amigos, una barbacoa con el aire perfecto… en la piel, en la temperatura está todo. O cuando hace frío y estás justo al lado de una chimenea. Esos placeres tan tontos te conectan con picos de felicidad.

P.- Qué hermoso.

R.- Ay, es que me gusta mucho este tema. Soy un gran curioso…

"La felicidad tiene que ver con la temperatura perfecta: un polvo, un baño caliente, las doce del mediodía en la playa con una coca-cola con hielo"

P.- Un estudioso de la felicidad.

R.- ¡Sí! Y de las felicidades químicas: de la serotonina, la oxitocina, todos los neurotransmisores de la felicidad, que son importantes… aparte de la dopamina y de las felicidades de chute, de picos, me interesa también la paz. Es a lo que aspiramos todos, es la felicidad más compleja. Pero cuando tienes hijos, siempre hay una puntita de dolor… de incomodidad… de sufrimiento por… ¿y si le pasa algo a mi niño, a mi niña? Bien del todo ya nunca estás. Cuando tienes un hijo, te compras una porción de miedo, ¡un poquito! También disfrutas de ellos y de su felicidad, pero fíjate qué cosa.

P.- Aaamigo: ese sinvivir es porque tú estás ya en más cuerpos que en el tuyo propio. Pero a ti mismo puedes custodiarte y a tu descendencia no, hay que dejarles caminar solos… y eso angustia.

R.- Sí. Es justo esa sensación. Pero se trabaja, ¿no? El centro hay que trabajarlo. Hay que currárselo. Ahora hay muchas cosas de wellness y de meditaciones y de cosas para conseguir esa felicidad alargada en el tiempo que es la paz.

P.- ¿Cuándo te recuerdas tú a ti feliz en algún momento reciente, un momento de temperatura perfecta?

R.- Yo en muchos, en muchos. Mira, he pensado muchas veces en algo: si el dolor tiene umbral, si hay umbrales del dolor donde la gente se desmaya, donde uno ya no puede más (lo sabemos por cosas terribles como las torturas)… ¿tendrá umbral también la felicidad? ¿Hay límite de felicidad?

P.- Qué reto de repente, ir a comprobarlo.

R.- Yo he tenido… ¡buf! Subidones de felicidad muy, muy grandes, y me he dicho “joder, a ver si los supero”. Estoy trabajando en ello. Estoy observando los límites.

Paco León.

Paco León. David Morales.

P.- ¿Qué le preguntarías al Paco de 80 años?

R.- Le preguntaría “hostia, oye, dime, ¿en qué estoy perdiendo el tiempo?”, para dejar de perderlo, vamos. Igual con 80 ya me dice “déjate de tonterías, déjate de hacer dietas, o de no sé cuánto, o deja de ir al gimnasio, o no, no, así estás bien, lo agradecerás cuando llegues a los 80”.

P.- Tienes una relación muy íntima con tu propia intuición. ¿Eres un poquito brujo?

R.- Yo soy bastante analítico y cerebral, pero después he visto que tengo esa conexión materna, y mi madre sí que es chamana y es intuitiva y yo también tengo eso, un poco. O eso creo, porque a veces me la pego, ¿eh? Mi intuición me la trama. La intuición te lleva a sitios que dices “¿dónde vas, dónde vas?”.

P.- Un hombre tan libre como tú, ¿tiene dios, tiene patria?

R.- Yo he crecido con el “hay que morir por la patria y por los dioses”, pero mira, yo de morir no. Yo estoy buscando el límite de la felicidad. No sé si tengo dios o patria, pero desde luego no están los primeros en mi lista.