6 noviembre, 2022 02:16
Alcorcón (Madrid)

Dos comandos del PP se organizan para tomar un edificio de nueve plantas en el alcorconero barrio de Parque Lisboa. El capitaneado por Antonio González Terol (Cartagena, Murcia, 1978), candidato del partido a la alcaldía, comienza su despliegue desde el último piso. Lo acompañan otras cinco personas, armadas con teléfonos móviles para grabar y folletos donde consta el formidable currículum del aspirante. La segunda célula asciende por las escaleras, timbrando las puertas desde el bajo. Se trata de un gran bloque distribuido en tres escaleras. Parece el escenario de Policías en acción. O el de Aquí no hay quien viva. En el rellano del quinto no cabe un alma cuando confluye la comitiva.

Es el primer viernes frío del otoño. Faltan todavía más de seis meses para las elecciones municipales pero Terol ­–como es conocido por sus compañeros de filas– se ha lanzado a tumba abierta, puerta por puerta, comercio por comercio, asociación por asociación, a conquistar Alcorcón. Su nombramiento por Isabel Díaz Ayuso sorprendió a propios y extraños por su cercanía a Pablo Casado. Diputado nacional desde 2016, vicesecretario general de Política Territorial hasta la llegada de Alberto Núñez Feijóo, con escaño en la Asamblea de Madrid entre 2007 y 2016, miembro de esa hornada liberal de Nuevas Generaciones que creció bajo el amparo de Esperanza Aguirre, afronta con buena cara el encargo que la presidenta madrileña le encomendó el pasado 3 de octubre.

(Ding, dong). Soy Antonio González Terol, candidato del PP a la alcaldía. Aquí tiene mi currículum y mis redes sociales, donde me puede escribir todo tipo de propuestas. Respondo yo mismo, no tengo community manager

Antonio González Terol se presenta a unos vecinos de Alcorcón durante un paseo electoral.

Antonio González Terol se presenta a unos vecinos de Alcorcón durante un paseo electoral. Sara Fernández

Algunos vecinos acumulan ya hasta tres folletos del candidato en la entrada, junto a las llaves y el collar del perro. Alcorcón Today, un medio satírico local, parodia su frenética actividad. Parece encantado: ya lo conocen casi todos los vecinos. Esta misma semana ha impartido clases en la Universidad a Distancia de Madrid sobre campaña electoral a 50 alcaldes dominicanos. Fue esa misma estrategia del puerta a puerta la que empleó en Boadilla del Monte, localidad a unos 20 kilómetros de Alcorcón que gobernó entre 2011 y 2019. Terol fue en 2015 el alcalde más votado de España –un 54,77% de las papeletas­– de entre todas las localidades con más 47.000 habitantes. 

Pese a ser la hora de la siesta –avisa de que suele hacer las visitas un poco más tarde– casi todos los vecinos reciben con amabilidad al candidato. El reportero bromea con que la visita parece organizada por Alejandro Cao de Benós en Corea del Norte cuando abre la puerta un hombre con unos tirantes con la bandera nacional. "Espérate, que ya nos dirán cosas, esto es jugarse el tortazo. Además, no es lo mismo que te atiendan amablemente a que te voten. El que te vota te lo dice", sabe Terol.

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"Al Partido Popular no tengo intención de votarlo, gracias", responde una vecina. "Yo soy votante de Podemos", contesta otro. "¿Cuándo son las elecciones? ¿No es un poco pronto para hacer campaña?", bromea un chaval sin excesivas ganas de turra política. La conversación más corta se produce cuando abre la puerta un hombre cuyos tatuajes en el cuello le dotan de cierto parecido al Chimy Ávila, el delantero argentino del Osasuna. "Joder, se estaba fumando un porro gordo, cómo olía", dice alguien de la comitiva. En otro punto de la visita, un cachorro de pastor alemán sale escopeteado por la puerta contigua mientras Terol explica su programa a una mujer sorda como una tapia.

El momento más grato se genera cuando dos abuelos junto a sus dos nietos, vestidos con el uniforme del colegio, esperan tras la puerta. La mujer se lanza a darle dos besos al político. La ilusión es palpable. Jorge Javier Vázquez, acérrimo votante socialista cuyo nombre figura incluso en las disparatadas quinielas del PSOE a la Alcaldía de Madrid, asoma por una televisión encendida al fondo del salón. Da igual.

Terol, con el aspecto de esos políticos americanos que apelan en sus discursos al self-made-man, se deja querer. Pertenece a esa última generación de políticos que despegaron en un mundo optimista. La escena le enciende ese concepto umbraliano según el cual los políticos son los últimos héroes. Está marcado por la lectura de Camino de Servidumbre, de Friedrich Hayek, el regalo que le hizo Esperanza Aguirre en 2003, cuando lo nombró director general por primera vez, sostiene su concepcion económica. ¿Su incuestionable referente político? El ex presidente del Gobierno, José María Aznar.

Son las seis y media de la tarde y todavía queda una reunión con afiliados y visitar la Feria del Marisco Gallego. Terol comenzó el día de profesor, dando clases en el Departamento de Relaciones Internacionales de ICADE a un grupo de alumnos de diferentes nacionalidades sobre actualidad desde la perspectiva española. También imparte magisterio en la Universidad Francisco de Vitoria. Pero pronto se puso el mono de trabajo: entrevista en televisión. A las 11 ya estaba en Alcorcón para visitar la farmacia de Hilario Martín, la más grande de España.

Las crisis y las oportunidades

Tiene unos 2.500 metros cuadrados, trabajan en ella entre 33 y 35 personas y en la zona abierta al público hay 11 puntos de dispensación. "Cuando hay mucha gente te recibe una chica en la entrada que te preguntan qué necesitas, para orientarte", acota una concejala del PP. Parece El Corte Inglés del Paseo de la Castellana. El boticario recibe a Terol con los brazos abiertos, conversan un poco y le promete su voto. Hablan de que Alcorcón, pese a las etiquetas, no pertenece al cinturón rojo de Madrid. "Eso es algo que se inventa la izquierda: Alcorcón tiene un espectro distinto, lo que pasa es que hay que salir y ganárselo", se arenga el candidato del PP.

"Tienes la posibilidad de ser alcalde de un municipio de 200.000 habitantes: a mí me parece la leche"

Terminada la visita, toca un paseo electoral por los negocios de la calle Porto Cristo, una de las más comerciales. La acogida es aún más satisfactoria que la experimentará horas después, durante el asalto electoral al bloque de pisos. Todos conocen su paso por la Alcaldía de Boadilla del Monte. Y les gusta. A todos menos a la propietaria de una zapatería infantil que acaba echándolo del negocio tras se enzarzarse ambos en un debatillo en torno a los presupuestos municipales.

Un vecino de Alcorcón se fotografía junto a un vecino de Alcorcón.

Un vecino de Alcorcón se fotografía junto a un vecino de Alcorcón. Sara Fernández

Es la hora de comer en el Mesón A'Lareira, uno de los más conocidos de la ciudad. Algunos comensales lo reconocen y lo miran: es el tipo de las octavillas. Otros lo miran como a James Stewart en El hombre que mató a Liberty Valance tras entrar por primera vez en la taberna. Terol se muestra seguro y entra como el sheriff del condado. Unas papas aliñás esperan a porta gayola a los comensales. El candidato del PP, nada más sentarse, despliega junto a ellas un mapa de Alcorcón coloreado por perspectivas de voto. Llega ensalada, pulpo, croquetas y filetes. Es un buen momento para conversar. 

—No se ofenda, pero preparando la entrevista esta mañana pensaba en usted como una de esas estrellas del Castilla que al final acaba fichando el Getafe.

—(Risas) Qué ca... Yo no lo veo así. Tienes la posibilidad de ser alcalde de un municipio de 200.000 habitantes: a mí me parece la leche. Hay capitales de provincia que no tienen 70.000 habitantes. Esto no es un asunto menor, ni mucho menos. Ganando, a poco que lo hagas bien, tienes la oportunidad de convertir Alcorcón en un referente en Madrid. Eso tiene mucho peso.

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­—Eso sería un gran tanto para usted.

—Boadilla del Monte era la hermana pequeña de Pozuelo, Majadahonda y Las Rozas cuando me designaron alcalde. ¿Sabes lo que ocurrió? Que todos los que se reían de mí porque me mandaron a Boadilla perdieron la mayoría absoluta y yo la incrementé. Ahora todo el mundo se quiere ir a vivir a Boadilla. Soy experto en convertir las crisis en oportunidades. Y lo pienso hacer en Alcorcón. Me veo capaz.

Terol saca el móvil y lee una noticia de Okdiario publicada esa misma mañana: "La mitad del Gobierno de Alcorcón no tiene estudios superiores pero cobra 2,8 millones en sueldos". Destaca que la socialista Natalia de Andrés, actual alcaldesa de la ciudad, dicen en su equipo, su rival en las urnas el próximo mayo, "no tiene ni COU". En su equipo aseguran que De Andrés "se ha hecho tres vídeos ya este mes" para contrarrestar las prisas de su rival por arrebatarle la vara de mando.

­—A ver, ¿tú crees que un tío fuera de la política cobraría esto con esta formación?

­—Sería difícil seguramente.

—Hemos sido muy exigentes con las incompatibilidades, pero habrá que exigirle a la gente que tenga algo, ¿no?

­—Me decía antes que las crisis son oportunidades. ¿Has pasado una crisis?

­­—Me refería a que Alcorcón, que podría ser algo crítico como tú me decías, que te ficha el Getafe, para mí no lo es. Quiero que todos estos vecinos vivan en un sitio donde los problemas se solucionen. ¿Sabes lo que te digo? Ellos lo ven como tú: te ha fichado el Getafe en vez de Real Madrid. Pero yo creo que me ha fichado el Madrid, que esto es una oportunidad extraordinaria.

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­­—Decía antes, durante el paseo electoral, que no hay que ganar Alcorcón para los próximos cuatro años, sino para los próximos 20. Si gana y lo hace bien, ¿estaría tanto tiempo?

—Nunca puedes decir en política donde vas a estar mañana. Cuando a mí me llama Esperanza Aguirre para designarme director general en 2003, trabajaba de ingeniero, cobrando 1.300 euros recién licenciado, llevaba dos años trabajando en el sector privado. Nunca pensé que me llamaría. Cuando me llamó en diciembre de 2010 para decirme: 'Antonio, vas a ir de alcalde a Boadilla del Monte' jamás lo pensé. Lo había pisado una vez en mi vida. Yo me he dado cuenta de que es muy difícil hacer previsiones de por dónde va a ir la vida. Tú no sabes si vas a acabar en Público o en LaSexta. Los avatares de la vida te llevan por un lado o por otro. A mí me pasa lo mismo.

—¿Cuál ha sido su etapa política más feliz?

—Cuando fui alcalde de Boadilla. He pasado y probado la política local, autonómica y nacional. La que más me ha gustado hasta ahora de las tres es el ejecutivo local. He sido legislativo nacional, no ejecutivo. A lo mejor me nombran mañana secretario de Estado y te digo que me parece la repera. Pero de lo que he vivido, lo mejor ha sido ser alcalde de Boadilla. Lo decía también [Alberto Ruiz] Gallardón, eh, que se tenía que haber quedado de alcalde de Madrid. 

Antonio González Terol posa para EL ESPAÑOL en Alcorcón, este viernes.

Antonio González Terol posa para EL ESPAÑOL en Alcorcón, este viernes. Sara Fernández

­—Creo que pertenece a la última generación que se ilusionaba con ser político.

—Yo iba con 22 años, cuando salía por Green [una discoteca de Madrid], ¿sabes cuál es? Ahora está debajo del puente, pero antes estaba en Juan Bravo. 

—Sí, sí, claro.

—Salía con hojas de afiliación metidas en el bolsillo cuando era presidente de NNGG de Moncloa y la gente quería afiliarse. Así afilié a Pablo, a Isabel, a todo el mundo.

"La llamada de Ayuso fue una sorpresa muy positiva"

­­—A Casado lo afilias en 1999 en el Colegio Mayor Elías Ahuja. ¿Y a Ayuso?

­—Isabel era claustral en la facultad de Periodismo de la Universidad Complutense. La trajo un compañero. Era muy luchadora y valiente. Del PP en la facultad de Periodismo en la Complutense...

­­—¿Te esperabas la llamada de Ayuso?

­—Fue una sorpresa muy positiva. Ella me dio argumentos sólidos del porqué podía ganar, que tenía la experiencia y los conocimientos necesarios.

Asegura Terol que la nueva dirección nacional se ha portado "muy bien con él", que se whatsappea con Margarita Robles, que tiene una relación "muy especial" con Cuca Gamarra y que se lleva muy bien con Yolanda Díaz. También guarda la amistad con Pablo Casado.

Uno de los comensales que ha salido a fumar a destiempo, justo antes del café, comenta al volver a la mesa que hay un hombre tendido en el suelo. Está siendo atendido por dos sanitarios en otra parte del restaurante. Parece un infarto. Pocos minutos después, el propio Terol regresa con una buena noticia: "Ha sido un golpe de calor".

"Quiero hacer en Alcorcón lo que en Boadilla"

David Pérez gobernó Alcorcón entre 2011 y 2019, los ocho solitarios años que el PP ha dominado el Ayuntamiento. Ahora tienen tan sólo seis de los 27 concejales. El PSOE, en coalición con Ganar Alcorcón (5), gobierna con 9. Pese al batacazo electoral sufrido en 2019, Terol reivindica su paso en su archiconocido folleto. "En su mandato, ya saneó las deudas, creó empleo, atrajo empresas, convirtió la la ciudad en la segunda mñas segura de la Comunidad de Madrid y combatió con firmeza los abusos de anteriores dirigentes obligándoles a rendir cuentas ante la Justicia", asegura.

Terol también reivindica su papel judicial frente a Arturo González Panero, alias El Albondiguilla, su precedesor en la Alcaldía de Boadilla de Monte, condenado a 36 años de prisión por asociación ilícita, prevaricación, blanqueo de capitales, malversación y al pago de más de 6 millones y medio de euros de multa. 

Terol, padre de tres hijos pequeños, futuro pel de ric, ya se ha mudado a un céntrico piso en Alcorcón. ¿Candidato paracaidista? "En Madrid sabe todo el mundo que nadie es de fuera", defiende. Como Ayuso, es una de esas personas que ven escrita libertad por las calles madrileñas hasta por la ventanilla del taxi. Cuando la dependienta de la tienda de zapatos se lo echa en cara, responde con la evolución de los datos de población. El censo de Alcorcón contaba 759 habitantes en 1950 para, 30 años después, llegar hasta los 140.000. 

"Quiero hacer en Alcorcón lo que en Boadilla: eliminar la deuda y convertirlo en el municipio más seguro", defendió en Telemadrid esa misma mañana. "Alcorcón tiene una deuda de 166 millones de euros y un presupuesto de 180", repite una y otra vez. ¿Su objetivo? Rebajarla la deuda del decimoctavo ayuntamiento más endeudado de España. ¿Su otra obsesión? La seguridad.