27 noviembre, 2022 02:12

Rodrigo Sorogoyen (Madrid, 1981) es un genio asequible, un cráneo privilegiado inquietante, ¿cómo es que sabe tanto del alma humana, del alma negra y podrida, del alma cuando le ondean banderas de barco pirata? Digamos que tiene olfato para nuestras malas artes, para nuestra condición de ángeles caídos, para nuestra rabia y nuestra envidia y nuestra ambición y nuestros deseos perversos, enfermos, inconfesables.

Digamos que Sorogoyen es quirúrgico cuando nos quita la primera capa de civismo y diplomacia para mostrarnos en nuestra crudeza: qué esperpénticos entonces, qué deformados, qué bestialmente humanos. Digamos que él sabe la cara que tenemos cuando nadie nos ve. ¿Eso es ser director de cine o ser médium? 

Digamos también que no es maniqueo ni enjuicia, que nunca resulta moralizante -qué pegajoso era aquello-, que oscila entre la violencia y la ternura, que amasa la terrorífica vulnerabilidad hasta que incomoda: un artista complejo sabe que los hijos de puta tienen sus razones. Lo comprobamos en As Bestas, ese último portento suyo que encandiló al Festival de San Sebastián y al de Tokyo y que acaba de arrasar en las nominaciones de los Premios Feroz, optando a diez candidaturas. 

Con la excusa del crimen rural, resulta una película de contrarios, un cuento de la vida entera: de lo masculino y de lo femenino, de lo atávico y lo civilizado, de la ira y del perdón, de la venganza y de la justicia, del amor y de la espera. Habla de la diferencia entre la familia y la mafia. Habla de la dignidad en sentido profundo, de la ciudadanía, de sus valores republicanos. Habla de lo que nos aleja de las alimañas: la cultura, el amor, la certeza de que vamos a morir, la capacidad de construir nuestro propio relato. 

Sorogoyen nos atiende con generosidad y no esquiva una pregunta: resulta vital, enérgico, implicado, centelleante, encantadoramente irónico, un poco retador. Es como si la vida le estuviese sacando a hombros. La panorámica le vendrá bien: ya tenemos hambre de todas sus próximas películas. 

Sorogoyen.

Sorogoyen. David Morales.

P.- ¿Qué tipo de niño fuiste, cuáles eran tus obsesiones entonces? Sé que viste Taxi Driver demasiado pronto y que luego te marcó El Aleph de Borges. Sé que te hubiera gustado ser más rebelde. ¿Qué hizo todo eso del hombre y del director que eres hoy?

R.- Sabes muchísimas cosas, joder (ríe). Pues fui un niño muy bueno hasta que necesité rebelarme: era hijo de padres separados, me han querido mucho y tengo muy buena relación con ellos, son muy amorosos, pero los 20 primeros años de mi vida viví con mi madre y teníamos una relación extraña, muy feliz, pero muy intensa. A los 15 empecé a rebelarme y a los 20 ya tuve que irme de allí. Me fui de Erasmus y a la vuelta le dije a mi madre que quería salir de casa ya. Me dio toda la razón. Dice la gente que hacemos películas oscuras y quizás tengan razón.

He pensado mucho en los porqués. Yo vi películas, como dices, como Taxi Driver muy pronto, muchas películas muy violentas, generalmente violentas, de hombres, hechas por hombres y seguramente para hombres: me las ponía mi padre, con la mejor intención del mundo, y también me alegro porque tenían mucha calidad cinematográfica, pero desde luego eso influyó en mi educación. A Isabel [su compañera guionista] le pasó lo mismo. Hemos desarrollado una piel muy dura para poder contar cosas sin que nos afecten demasiado.

"Los 20 primeros años de mi vida viví con mi madre: teníamos una relación extraña, feliz, intensa, y tuve que irme" 

P.- Eso que dices de los porqués es muy freudiano, ¿has ido al psicoanalista a rascar en ellos?

R.- Sí, voy al psicólogo, empecé a ir a partir de una crisis personal barra amorosa en 2017 o por ahí, hará cuatro o cinco años. Siempre me ha interesado mucho la psicología, pero de salón, vaya, no soy ningún erudito. Sí considero que tengo ojo y que le dedico tiempo mental a pensar en cómo un señor que no conozco de nada ha podido reaccionar de tal manera. Lo hago también en mi vida íntima, con mis amigos o mis parejas. He tenido una vida apacible sin ningún gran contratiempo serio, pero a veces tenemos crisis internas.

P.- ¿Has descubierto cosas de ti que no sabías?

R.- No se descubren cosas, se afianzan ideas que tú ya sospechabas. Igualmente es algo muy valioso, el cerciorarse. 

P.- Para mí As bestas es una película de terror. ¿A qué le tienes miedo tú?

R.- Cada vez tengo más miedos, cuanto más mayores nos hacemos, más conscientes somos, supongo. De joven no temía a nada. Ahora me da pánico la enfermedad, me da miedo que mi padre, que está mayor, sufra, o que mi madre, que está muy bien, enferme, me da miedo el dolor de los míos y el mío, me da miedo el dolor… ¿cómo decirte?, casual, no el que te inflige alguien, sino el irreversible, el irremediable, el de la vida. Algún accidente. Y he pasado miedo de ciertos policías. Pero esos son miedos que se te pasan muy rápido.

"No me siento protegido por la Policía" 

P.- Ahora que mencionas lo de la policía, y teniendo en cuenta lo que he observado en tu obra: ¿te sientes… digamos… protegido por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado?

R.- (Ríe). Ah, claro que no me siento protegido por la Policía. No hacen nada para que lo esté, y bueno, tengo un Estado de Bienestar muy envidiable y tal, no es que me queje, pero no me siento protegido.

P.- As bestas es una película que reivindica la civilización, casi el ‘poner la otra mejilla’. El estoicismo, la dignidad. Hay algo hasta cristiano ahí, en esa confianza en que la justicia se hará. Sin embargo, en tu trabajo siempre late una crítica hacia los poderes del Estado y sus tentáculos armados. ¿En quién confiamos, quién nos salvará, de qué modo es posible la justicia si la violencia atávica es rechazable y el sistema, por sí mismo, no funciona?

R.- Es una buena pregunta, a pesar de que tú y yo seamos privilegiados en ese aspecto, ¿no? No somos la gente de As Bestas, que quieren sacar las castañas del fuego siempre imponiéndose. Los cuerpos policiales no saben proteger: lo que ellos hacen bien es perseguir, en eso son buenos. Igual que en As Bestas hay un retrato crudo, y yo creo que eso realmente pasa en la Guardia Civil, también me podría creer lo contrario, porque hay grandes profesionales en esos ámbitos. Hay chapuzas y hay currantes, como en todas partes. No pienso que los cuerpos especiales españoles sean especialmente desastrosos… de hecho, ¡joder!, les encanta ir a por los malos y cogerles, no creo que sean perezosos… les gusta la acción de todo tipo, la violenta y la sesuda, la de investigar… pero es importante el matiz ese que mencionábamos. Ellos no nos protegen. Ellos son buenos persiguiendo y deteniendo, ¡eso sí!

Sorogoyen.

Sorogoyen. David Morales.

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P.- ¿Te acuerdas de cuando no tenías ni un chavo?

R.- Me acuerdo bien. Vivía con Javier Pereira en la casa de la peli de Stockholm y era muy guay.

P.- Realmente guay: techos altos.

R.- Sí, techos altos y nevera vacía (ríe). No teníamos dinero y sobrevivíamos, éramos felices y no hacíamos ningún drama. A lo mejor tirábamos para adelante yendo a un festival donde nos pagaban 300 euros, ¿sabes? En esa época dejé de ser camarero y tuve suerte y empecé a currar en guion, en una productora de series de bajo presupuesto y mala calidad donde me lo pasé muy bien, luego hice una serie malísima pero graciosa, graciosa de mala que era. Tenía 29 años y cobraba un pastón, o lo que yo considero un pastón, 3000 pavos al mes, aunque a lo mejor eso eran sólo 4 o 5 meses de proyecto.

"Cineastas ricos hay dos, tres, cuatro, cinco… y no son de mi generación"

P.- ¿Se puede hacer rico uno haciendo cine en este país, o la vocación del cineasta es no tener nunca un duro porque todo lo invierte en más cine?

R.- Nah, eso no es así, no se reinvierte. Eso lo hacen cineastas que están empezando, porque lo necesitan para establecerse en la industria. Es difícil triunfar, que te salga bien la aventura, pero está bien para empezar a foguearte. Aprendes mucho en esa época. Los que viven del cine son de los que te sabes el nombre, los que te suenan. Los que no te suenan… no sé cómo viven, muchos son profesores o tiran con lo que pueden. Yo no reinvierto nada, pero tampoco soy rico, no nos gastamos nuestro dinero en hacer cine ya. Ricos hay dos, tres, cuatro, cinco… y no son de mi generación.

P.- ¿Serás tú pronto un rico? ¿Un señor burgués?

R.- (Ríe). Rico no creo que sea. Pero yo vivo bien, he trabajado mucho y además no tengo gastos, porque no tengo hijos ni hipoteca. Todo me lo gasto en restaurantes y en viajar.

P.- Recomiéndame algún restaurante, ya que estamos.

R.- El otro día estuve en Señor Martín. Me flipa. Carete. Y otro… Taberna Verdejo. Ve a los dos, por favor.

P.- As bestas es una película masculina, una película donde aparecen apenas tres mujeres: la madre, la hija y la esposa del amigo con los que cenan. Ellos la rabia, ellas los pactos. ¿Testosterona es violencia?

R.- Oye, no estoy de acuerdo con que sea masculina: lo es durante 90 minutos y luego, durante los últimos 40, es muy femenina. El protagonismo de ella se adueña de todo, conquista la película. Lo que nos interesa a los guionistas es esa mujer. Es como si hubiera dos películas y es cierto que la primera acaba de forma testosterónica pero… ¿testosterona es violencia? No haré ese silogismo. El hombre es más violento que la mujer, lo ha demostrado durante toda la historia. Hay hombres pacíficos y hay mujeres violentas, por supuesto, pero ellas han matado a muchísima menos gente, ¡lo que el hombre ha asesinado y arrasado es innombrable…! No he visto a mujeres declarar guerras.

"El hombre es más violento que la mujer: lo que ha asesinado y arrasado es innombrable" 

P.- ¿Tú eres pacífico?

R.- Tengo ramalazos de ira. No estoy orgulloso de ello. Me encabrono, me encabrono.

P.- Viendo la película, pensaba que lo que embrutece a los hombres crueles es la incultura y también la falta de amor. Zahera le dice al protagonista que a ellos no los tocan ni las putas, que ellos huelen a mierda. ¿El amor es lo que convierte al macho en hombre?

R.- Bueno, no sé si el amor salva a los hombres violentos, pero sé que la violencia viene de una gran falta de amor. Si no te sientes querido, eres violento. Es más fácil no caer en la violencia si estás lleno de amor. Yo soy violento por inseguridad, por no sentirme validado, por sentir que es injusto lo que me está pasando, por sentir que no me quieren… sí, claro. En la creación de estos personajes está eso: no han encontrado quien les quiera. Y sienten envidia: ¿por qué tú sí y yo no?

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P.- ¿Qué papel juega aquí el alcohol? En el bar se desarrollan las grandes tensiones, las grandes charlas, las grandes confesiones. ¿Son los bares, en España, los lugares donde hay más cine, donde mejor se vuelcan las altas y bajas pasiones?

R.- Es un tema muy complicado, porque el bar es también un lugar social muy necesario para que la gente se junte, se sienta querida, se exprese, celebre… pero no hay blanco y negro aquí. El alcohol es un desinhibidor que puede ser muy positivo, muy divertido, pero también puede ser una mierda bien grande, como todos sabemos. Mi consejo para mí mismo y para mi gente siempre es “bebe si estás bien, si te encuentras mal, no bebas, que vas a acabar muy jodido”. Eso de “beber para olvidar” es una estupidez.

P.- ¿De qué modo sigue vigente hoy la lucha de clases? ¿Cómo hacer películas que no sean maniqueas sobre ello? Pienso en Parásitos

R.- Sí. La lucha de clases, lamentablemente, está agotada, obsoleta. El capitalismo ha ganado la batalla, o al revés, el marxismo ha perdido la batalla: nadie se quiere identificar ya con el obrero. Antes uno era obrero y trabajador a mucha honra y luchaba por sus intereses, pero el capitalismo te ha dicho “ser obrero es una mierda, no es sexy, y tú puedes no serlo”, así que los obreros ya ni siquiera se creen que lo son.

Pues mira, sí eres obrero: eres un tipo que trabaja en una oficina de mierda, con perdón, y gana 1500 euros al mes. Por supuesto que eres obrero y por supuesto que deberías tener conciencia de clase. Pero ya no se considera así, ahora la cosa es “yo quiero mi coche, mi hipoteca, mi movida”. Es el Estado de Bienestar mal entendido. Antes el obrero no quería más para sí mismo, sino para sus compañeros: eso es la conciencia de clase. Ahora todo es una selva.

"La revolución ya es imposible" 

P.- ¿La revolución…?

R.- Es imposible. Ya es imposible. La veo totalmente inviable. A saber qué pasará dentro de 50 años, ¿no?, pero yo creo que seguiremos votando a gente corrupta.

P.- ¿Somos un país de españolitos obedientes y temerosos de Dios?

R.- Más que obedientes, los españoles somos ignorantes. No hacemos las cosas porque nos las diga el jefe, sino porque sientes que si vas contra algo, contra lo injusto, te crearás enemigos. El PSOE hizo las cosas muy mal, fatal, y gracias a eso se creó una dignidad de la derecha. Viene el PP y te lo comes, da igual, sin mirar el programa político, sin saber medidas concretas. Hay una ignorancia presumida, te diría, consentida, hay fanatismo. En la derecha mucho, pero también en la izquierda, ¡anda que no la han liao’ los partidos de izquierdas…! En la izquierda también se dice eso de “yo no voy a votar a estos ni de coña”, pero bueno, ahí lo entiendo más, porque hay que ser de izquierdas. No puedo entender que haya gente de derechas, no si tienes cierto sentido de la solidaridad.

P.- La pareja de franceses de As Bestas son dos ilustrados, perfectitos, con su ecología sostenible, su reparación de casitas… ¿son ‘pijadas’ de privilegiados? ¿Pueden ser civilizados porque son ricos?

R.- Bueno, ricos no son, hablemos con propiedad. Son gente estudiada como tú y como yo, y yo no me considero un ilustrado. Yo podría ser esa persona que va a un pueblo y que intenta seguir adelante. Lo que son, sobre todo, es idealistas. 

P.- Quijotescos. 

R.- Sin duda: él. Si la pregunta es si la educación va ligada al privilegio, pues no voy a decir yo que sí, porque hay ricos totalmente ignorantes y zoquetes y hay gente pobre y humilde y muy, muy culta y estudiada. No haré ese silogismo. Lamentablemente, este sistema capitalista está cada vez negando la entrada a un sistema educativo digno culturalmente. Uno tiene que poner de su parte, mucho más de su parte, si viene de un entorno humilde.

Sorogoyen.

Sorogoyen. David Morales.

P.- ¿Cuál es tu lugar en el mundo; el lugar equivalente a la aldea gallega para la pareja de gabachos; cuál es el lugar donde quedarte, donde sientes paz? 

R.- No tengo un lugar así, no siento enamoramiento por los lugares, soy un despegado. No estoy obsesionado por ningún rincón de paz. Me gusta ir a sitios, descubrirlos e irme, tengo el síndrome este del FOMO, de querer estar en todas partes a la vez. 

P.- ¿Qué hay del apego a la tierra? ¿Tiene sentido la palabra “patria” para ti? 

R.- Por supuesto que sí que creo en la patria, aunque en su nombre se hayan dicho muchas tonterías y se hayan cometido muchos crímenes. Para mí la patria es la ciudadanía. 

P.- ¿Eres Errejón? 

R.- (Ríe). Se lo escuché a él, o a Pablo, pero es verdad. Me pareció maravilloso porque se ha estigmatizado el concepto “patria”, y la derecha se lo ha apropiado. Tiene sentido, teniendo en cuenta cómo fue la Guerra Civil y cómo acabó la dictadura en España. Nos metieron el concepto “España, España, España es el enemigo”, y en parte era cierto, porque una parte de España conquistó y arrasó a la población. El concepto “patria” ahora es de derechas, pero la patria, realmente, somos los ciudadanos. 

P.- He leído en una entrevista tuya en Vanity Fair que, si pudieras viajar a un día del pasado, viajarías al 14 de abril de 1931 en España, es decir, al día que se instaura la II República. 

R.- Sí. Me entusiasma la historia contemporánea, y ese momento me parece tan alegre, tan bonito, justo antes de que todo se pudriera… ves fotos de entonces y se respira libertad, entusiasmo, y da mucha rabia saber lo que sucedió después. No quiero volver a la España de los años 50, ni al 37, evidentemente, e igual si me voy a 1600 no lo pasaba muy bien. Así que me quedo con ese momento tan divertido, enriquecedor y emocionante.

"El concepto “patria” se lo ha apropiado la derecha pero la patria para mí es la ciudadanía"

P.- ¿Por qué Movistar canceló tu serie sobre la Guerra Civil? 

R.- Fue una decisión política, que no politizada. Es una empresa que no quiere meterse en un lío, no le sale a cuenta que todo el mundo se le eche encima, y encima producir una serie muy cara, porque era muy cara… yo no estuve en esas reuniones. Está claro que sigue habiendo dos Españas, una España vencedora y castigadora que saca pecho y dice “nadie me va a hacer sentirme culpable”, y la otra España que necesita reparación y justicia. 

Y la reparación se puede hacer de forma pacífica democrática) o de forma encabronada, que no es que sea tan raro, ¿cómo no vas a estar cabreado si han masacrado a tu familia y han escondido sus cadáveres o te han obligado a irte de tu país? Sigue habiendo dos Españas y aún no se ha pedido perdón por la Guerra Civil, media España tiene que pedirle perdón a la otra mitad. La Guerra Civil se ha intentado ocultar: pregúntale a cualquier adolescente, no tiene ni puta idea de que hubo una Guerra Civil o si lo sabe, no sabe bien qué ocurrió. Es lamentable. 

Sorogoyen.

Sorogoyen. David Morales.