Pensad en todos los minutos, horas y días que le llevó hacer su alocución. Más aún, pensad en la de semanas que le llevó resumirlo cuando le dijeron que no podía incluir una explicación de dos horas sobre "la cuestión foral o el origen del carlismo durante el reinado de Fernando VII". «Así nadie lo va a entender», decía apesadumbrado. Recordad el disgusto que se pilló cuando compartió su discurso de investidura con todos sus contactos de WhatsApp. «¡Madre mía, madre mía! Es que estas teclas son minúsculas».

Imaginad las interminables tardes al teléfono con su amigo Sánchez Dragó para debatirlo todo, junto con la tendinitis en el rotuliano que le provocó sujetar el teléfono en la oreja tantas horas. No os olvidéis tampoco de la incomodidad del asiento que le ofrecieron y el frío que entraba por la parte de abajo del escaño; con esa manta tan fina se le quedaron los pies helados. Encima tener que aguantar tantas horas de discursitos de otros sin poder ir al aseo. «Vaya gente tan desagradable, yo aquí venía a hablar de lo mío, no a aguantar a tanto inepto».

Pero, sobre todo, acordaos de él ahora cuando todo esto ha pasado. No lo abandonéis, él nunca lo haría.

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Detrás de esta viñeta están Benjamín y Mercedes. Son padre e hija. Benjamín dirige el estudio Arquitectos San Lorenzo 8. Mercedes es ilustradora y diseñadora gráfica. El texto queda a cargo de Paula, la hija mayor, que se dedica a la seguridad alimentaria. La idea de cada semana: un asunto de familia.