Jorge Javier Vázquez, Míriam Nogueras, Benjamin Netanyahu y Elena de Borbón.

Jorge Javier Vázquez, Míriam Nogueras, Benjamin Netanyahu y Elena de Borbón. Guillermo Serrano Amat El Español

BESTIARIO

Jorge Javier Vázquez descolocado, la ira de Nogueras y el cumple de la infanta Elena

Jorge Javier Vázquez, Míriam Nogueras, Benjamin Netanyahu y Elena de Borbón. La autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.

17 diciembre, 2023 02:54
Jorge Javier Vázquez.

Jorge Javier Vázquez. Guillermo Serrano Amat

Jorge Javier Vázquez

Nada más llegar a Barajas, Jorge Javier subió a un taxi y le dio al conductor la dirección de su domicilio. No habían pasado ni cinco minutos y ya se había quedado profundamente dormido. Tenía el cuerpo roto. Solo pensaba en llegar a casa y ponerse el pijama. El viaje de Brasil lo había dejado fundido. El taxista lo despertó y en un acto reflejo miró el móvil. Se asustó al ver varias llamadas seguidas, todas con el número de Moncloa. Lo primero que hizo al llegar a casa fue dirigirse a la cocina en busca de una bebida fresca. Luego marcó el número de Moncloa y habló con una persona que se presentó como asistente de Sánchez, o de su Sanchidad, como decía él. Lo requerían para presentar un libro del presidente.

Pocos días después se entrevistó con la periodista Ángeles Caballero, llamada a compartir con él la presentación de Tierra firme (coincidencia: el mismo título que una novela de Concha Espina). El libro lo había escrito Irene Lozano, que luego asistiría al acto de presentación en calidad de oyente.

Y llegó el lunes. Cuenta Jorge que mientras se dirigía al Círculo de Bellas Artes, una sacudida eléctrica le recorrió el cuerpo de la cabeza a los pies. "¿Qué hago yo aquí?", se preguntó horrorizado. No era nada habitual que le dominaran los nervios o fuera víctima de la timidez, pero se sintió extrañamente incómodo, como si formara parte de algo que no le pertenecía.

Pedro Sánchez vestía aquel día traje azul, un azul que recordaba al añil del arco iris, a mi juicio uno de los más llamativos de la paleta. El periodista atravesó con la mirada al presidente. Primero, de arriba abajo. Después, de abajo arriba. Por un momento pensó que si él tuviera la guapura de Sánchez nunca se tomaría la molestia de llevar traje, por muy añil o azul pavo que fuera.

Con disimulo, Jorge deslizó la mirada hacia distintos lugares de la sala y vio viejas caras conocidas: en las primeras filas, Pedro Jota Ramírez y Nativel Preciado, Begoña Gómez, la esposa de Sánchez, Ian Gibson, Luis García Montero..., además de catorce ministros que dejaron aparcado el trabajo en el despacho para corear a su presidente.

Pasa el tiempo y los protagonistas se aprestan a la despedida. Sánchez llama "monstruo" al chico de la tele. Jorge no llama nada a Sánchez pero lo parece. Los dos están contentos y se alejan riendo. No han quedado preguntas en el tintero, pero los chascarrillos se agradecen. Jorge Javier lanza un guiño de última hora: "¿Cómo le cae Feijóo a Ursula von der Leyen?". Sánchez contesta con la rapidez del rayo: "Supongo que no muy bien. Yo, en cambio, a Úrsula le caigo fenomenal".

Los ministros ponen cara de complacidos. Las ministras también. A la salida, el presidente se rodea de cumplidos y fiestas. El rostro le brilla como una patena, Cualquiera diría que viene de hacerse una limpieza de cutis.

Míriam Nogueras.

Míriam Nogueras. Guillermo Serrano Amat

Míriam Nogueras

La portavoz de Junts en el Congreso de los Diputados está haciendo méritos para quedar como una tonta del bote. De hecho, desde que aterrizó en Madrid va de chica de las rabietas. Un día se cabreó porque la bandera de España le pareció un cuerpo extraño en su rueda de prensa. Así que, ni corta ni perezosa, ella misma la retiró para que no saliera en la foto. Y se quedó tan tranquila. Hasta Gabriel Rufián estuvo a punto de sufrir o a punto de sufrir un acceso de hilaridad.

Genio y figura. "Odia a España y lo dice", sentencia Raúl del Pozo en la radio de Alsina. Enrabietada como una mona, el pasado martes Míriam Nogueras (Dosrius, Barcelona, 1980) arremetió abruptamente contra los nombres más sonados de la Judicatura (Lesmes, Marchena, Llarena, Lamela, Espejel), con especial saña en el caso de quienes actuaron en la depuración de responsabilidades penales por el intento secesionista de octubre de 2017.

"¡Indecentes!", bramó, con la esperanza de provocar un conflicto institucional entre los poderes del Estado que ella y los suyos quieren dinamitar. Y en eso estamos, oiga, a verlas venir desde que Miriam pensó que, ante semejante cargamento de ilustres, la embestida sería mediáticamente muy ruidosa. Acertó. Ya puede decir mirando a la grada de los "indepes" que ha logrado una hazaña memorable.

Con los señalamientos a periodistas no ha tenido tanto éxito. Ana Rosa Quintana la frenó en seco cuando se vio nominada en una lista de comunicadores que, según la embajadora de Puigdemont en Madrid, son los responsables mediáticos de la conjura contra Cataluña. Menos mal que Ana Rosa, poniéndose castiza y como recién llegada de Embajadores, exclamó mirando al tendido: "A mí me la sopla. Lo que diga esta señora que está al servicio de un delincuente me da igual".

Lo de la Nogueras viene de lejos. De cuando ni siquiera existía Junts y ella misma estaba a punto de no existir como actriz de reparto en la política catalana. De entonces la recuerdo en cierta aparición televisiva. Se pasó el programa llamando fascistas a todos aquellos que no eran de su cuerda. Lo decía juntando el morro y levantando mucho la voz. ¡¡¡Fashshistes¡¡¡¡!

Qué noche la de aquel día.

Benjamin Netanyahu.

Benjamin Netanyahu. Guillermo Serrano Amat

Benjamin Netanyahu

Todos los telediarios empiezan igual: una nube de polvo y ceniza, remedo de la bomba atómica, envuelve el esqueleto de lo que un día fueron casas y oscurece súbitamente la pantalla. Yo lo veo venir y me tapo la cara antes de que la televisión muestre escenas más desgarradoras. Los cuerpos destrozados de los niños, por ejemplo. La devastación, la tierra quemada. Me tapo la cara, pero lo sigo viendo todo: las casas con sus tripas al aire, las montañas de cascotes basura cubriendo cadáveres, hombres que van y vienen llevando heridos en improvisadas camillas. Ya no puedo más. ¿Lo he visto realmente o ha sido Netanyahu el que me lo ha hecho creer? Al principio pensaba que era un sueño maldito surgido de las entrañas de los cafres. Ahora ya sé que los cafres no tienen entrañas.

He reconocido Yabalia y la casa donde viví, aunque ahora ya no quedan los tejados de uralita ni las callejuelas que comunicaban las barracas entre sí. Muchas casas están vacías. Los gazaties, siguiendo las órdenes del ejército israelí, se llevaron unos cuantos enseres en un carro y emprendieron el camino del sur, donde también llueven las bombas de Netanyahu. Por eso otros se resisten a levantar el vuelo. "Prefiero morir aquí", comenta un anciano que entretiene las horas viendo pasar el éxodo de sus vecinos.

"Netanyahu se aferra a la guerra porque el alto al fuego definitivo es su derrota". Lo ha escrito Lluis Bassets, que a su vez reproduce una frase de Shlomo Ben Ami, el sabio: "La guerra une y la paz divide". De ahí que el primer ministro se aferre todo el rato a las bombas. Espero que un día rinda cuentas por su responsabilidad en la catástrofe.

Hamás está exhausto. No le quedan fuerzas para repetir la salvajada del 7 de octubre. Pero en la otra parte queda el problema de los rehenes. La ciudadanía toma la calle pidiendo que los rehenes sean devueltos con vida. Pero Benjamín Netanyahu (Tel Aviv, 1949) ni se inmuta. Mientras siga la guerra, él se sentirá salvado. Cuando se acabe, tendrá que afrontar su derrota política.

Elena de Borbón.

Elena de Borbón. Guillermo Serrano Amat

Elena de Borbón

Todos los años, cuando se acerca la Navidad, empiezan a propagarse observaciones sobre el emérito. No sirven de nada, pues los pronósticos raramente se cumplen, pero año tras año, semestre tras semestre, los vaticinios se suceden. El coctel de opiniones se convierte en costumbre. Todos hacen quinielas: que si el emérito vendrá a pasar la Navidad, que si no vendrá, que si invitará a los hijos o a los nietos, y así sucesivamente.

Este año no será una excepción. O sí. Hay quien apuesta por un viaje de cumpleaños feliz. Se trataría de celebrar el sesenta aniversario de la infanta Elena lejos de Zarzuela y con mariscada incluida. Eso supondría recalar el miércoles que viene en Sanxenxo y rendir honores a la infanta con un ágape al uso de los grandes tragones. En este caso, Juan Carlos y su hija se hospedarían en casa de Pedro Campos, también llamada "el paraíso del marisco".

Padre e hija son los mejor avenidos de la familia. Juntos navegan, van a los toros, se dejan recibir por los amigos más nobles del planeta y disfrutan de soberbios manjares donde no falta la aportación popular.

Suponemos que se echará en falta la presencia de Froilán de Todos los Santos, que durante el curso vive a dos palmos del abuelo y el resto del año trabaja para la causa del bolsillo musulmán en el Golfo Pérsico. Y no olvidemos a Victoria Federica, por la que tanto sufren la abuela Sofía y papá Marichalar. Ella sí que sabe.

Si los pronósticos no fallan, Sanxenxo será el punto de partida de las vacaciones navideñas, para continuar en Suiza, parada obligatoria de todo Borbón que se precie. Y finalmente, Roma, donde tendrá lugar el cumpleaños de Olympia Torlonia de Borbón, que está cercana a los noventa. En el Palacio Torlonia estará Alessandro Lecquio, vestido como un príncipe y rendido a las gracias de su querida tía.

Charles Michel, Volodímir Zelenski y Ursula von der Leyen, en Bruselas.

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