Gabriel Rufián, en el Congreso de los Diputados.

Gabriel Rufián, en el Congreso de los Diputados. EFE

LA TRIBUNA

El amante bilingüe es diputado español

Es difícil negar la morbidez segregacionista y el odio a lo español que late en algunos 'amantes bilingües' del Congreso políglota.  

20 septiembre, 2023 03:44

Pasa El amante bilingüe de Juan Marsé por ser una de las principales obras del autor catalán, una síntesis perfecta y desquiciada del realismo sarcástico y esperpéntico, deformante y abrasador de la crisis de identidad a la que puede llegar un personaje de la Cataluña posterior al colosalismo de los 80. La escisión esquizoide y la ambivalencia del personaje principal de la novela dominan un entramado narrativo que, por desgracia, se ha abierto paso a través de los pasillos del Congreso de los Diputados.

El protagonista de la obra, un miserable con doble personalidad, se debate entre el plurilingüismo por necesidad y el charneguismo por origen. Ese mismo protagonista, por mor de unas elecciones cuyos resultados nunca debieron ser los que fueron, campa ahora por algún escaño, provisto de pinganillo.

Paradojas del destino y de la sinrazón, ese mismo artefacto auricular que no necesitan Puigdemont y Otegi para compartir sus confidencias destituyentes hoy es de uso facultativo en la Carrera de San Jerónimo. El carnaval polifónico de voces en el Congreso exhibe una fatal pérdida de racionalidad y revela una pésima forma de entender la alteridad lingüística. 

El portavoz del PNV, Aitor Esteban, conversa con su compañero de partido, Joseba Agirretxea.

El portavoz del PNV, Aitor Esteban, conversa con su compañero de partido, Joseba Agirretxea. EFE

Seré extremadamente categórico: en pura teoría y en puro pragmatismo, la existencia de múltiples lenguas en el mundo (más de 7.000) no constituye una fuente originaria de riqueza, sino una fuente de incomunicación. Las lenguas son factores de desarrollo civilizatorio, de integración, porque el ser humano desarrolla su capacidad intelectiva para la comunicación, no para la incomunicación.

Es así que, cuando individuos, sociedades o grupos políticos organizados utilizan la lengua como un elemento divisivo y diferenciador, como un seña de identidad exclusivista, se proclaman, por muy progresistas que crean ser, en autócratas lingüísticos.

"En Papúa Nueva Guinea se habla una lengua diferente en cada pueblo y no se comunican, lo que da lugar a luchas constantes"

Más allá de aspectos emocionales, históricos y culturales, propios del identitarismo nacionalista, deberíamos convenir todos que, de poder ostentar nuevamente la capacidad de hacer de la humanidad un mundo mejor, optaríamos por una sola lengua. En una Arcadia feliz e inaugural, el ideal sería que todas las personas hablásemos el mismo idioma, de modo que todos pudiéramos entendernos, con independencia de que se nazca en una parroquia de Galicia o en una aldea de Indonesia.

En Papúa Nueva Guinea se habla una lengua diferente en cada pueblo y no se comunican, lo que da lugar a luchas constantes. En la Papúa Nueva España de Sánchez se hablan diferentes lenguas, a pesar de que existe una común, y se opta por hablar en las lenguas diferenciadas para sostener el ideario de una plurinacionalidad lingüística. Del esperanto al espanto.

Es común escuchar solemnemente frases que proclaman la riqueza lingüística de España como un bien inmaterial. No lo negaré yo. Existen razones maternofiliales y preescolares ("era la lengua de mi madre y de mi infancia"), razones culturales y hasta razones historicistas.

Todas esas razones son perfectamente entendibles, como es entendible también el razonamiento de que mejor nos hubiera ido a todos los hijos si nuestras madres hubiesen hablado el mismo idioma en todo el planeta.

Antes de la construcción hiperbólica de la Torre de Babel, la humanidad compartía un solo idioma y fue la maldición babélica la que hizo que los trabajadores de esa majestuosa torre de la confusión humana comenzaran a hablar idiomas diferentes. La fragmentación de la lengua única primigenia fue origen de incomprensión y el mito originario del idioma único dio paso al timo de la estanqueidad y a la falta de entendimiento

"Cuando Sánchez habla con sus socios en privado, no lo hace polifónicamente, sino en el castellano de Cervantes y de Santa Teresa de Jesús"

Pues bien, si compartimos una lengua única en nuestro babel idiomático, el carnaval cacofónico del Congreso de los Diputados carece simple y llanamente de sentido. Cierto es que, en todo este razonamiento, procuro apelar a la razón y al orden lógico, pero es difícil contrarrestar la morbidez segregacionista y el odio a lo español que late en algunos amantes bilingües del Congreso.

Decía Juan de Mairena, citado en la obra de Marsé, que "lo especial carnavalesco no es ponerse la careta sino quitarse la cara". Y ayer martes muchos se quitaron la cara para hacer posible esa obsesiva forma de entender el poder político basado en la división y en la cesión.

Cuando Sánchez habla con sus potenciales socios en privado, muñidor de pactos de gobierno, no lo hace polifónicamente, sino que lo hace en el castellano de Cervantes y de Santa Teresa de Jesús. La exacerbación del coro de voces diferentes no es más que una representación de la victoria del plurinacionalismo ritual que comienza a prender también en el PSOE. 

Entre canelos en rama, lanzadores de pinganillos e intérpretes enjaulados, faltó que Gabriel Rufián se lanzase, en ese catalán deslavazado que gasta, a leer ese fragmento formidable de un torero de la obra de Marsé:

Pué mirizté, en pimé ugá me’n fotu e menda yaluego de to y de toos i així finson vostè vulgui poque nozotro lo mataore catalane volem toro catalane, digo, que menda s’integra en la Gran Encisera hata onde le dejan y hago con mi jeta lo que buenamente puedo, ora con la barretina ora con la montera, o zea que a mí me guta el mestizaje, zeñó, la barreja el combinao, en fin, s’acabat l’explicació i el bròquil

No en vano ya hubo un torero batasuno, Txikito de Amorebieta, que hablaba español y euskera. Algo de torero tiene Rufián, que, paradójicamente, se expresa mejor en español que en catalán. 

*** Mario Garcés es jurista, académico y escritor.

Más en opinión

Blog del Suscriptor
Esteban González Pons, Cuca Gamarra, Elías Bendodo y Alberto Núñez Feijóo bromean con Borja Sémper en el Congreso.

¡Qué difícil es salir del pataleo, señores de la derecha!

Anterior
El ministro de Defensa de China, Li Shangfu, en el centro de la imagen.

¿Por qué a China le desaparecen los ministros?

Siguiente