Vladímir Putin y el rey de Marruecos, Mohamed VI.

Vladímir Putin y el rey de Marruecos, Mohamed VI.

LA TRIBUNA

Marruecos se 'putiniza' contra España

Marruecos ha evitado condenar a Putin en la Asamblea General de la ONU, una señal de que Rabat está más cerca políticamente de la autocracia rusa que de la UE y de España.

15 marzo, 2022 02:28

"Si con José María Aznar hubiésemos tenido una política distinta hacia Marruecos, seguramente no hubiese ocurrido el 11-M. Hay cosas que la gente no puede ni imaginar. Y cuando llegamos al Gobierno, la confianza en temas de seguridad entre las dos orillas estaba quebrada. No sabes todo lo que hubo que hacer para recuperarla".

Uno de los vagones reventados por las bombas en la estación de Atocha, en Madrid.

Uno de los vagones reventados por las bombas en la estación de Atocha, en Madrid. EFE

Quien así hablaba con un periodista en el Congreso sobre lo que, desde que se cometió la matanza del 11-M, sigue siendo eso que algunos denominan un elefante en la habitación era un exministro de José Luis Rodríguez Zapatero. Habían pasado ya unos cuantos años desde los atentados de Madrid en los que murieron 197 personas y unas 2.000 resultaron heridas.

Hoy, veinte años después de aquella infamia que nunca ha sido del todo aclarada (y en un momento en que las relaciones entre España y Marruecos siguen sin estar oficialmente normalizadas desde que en 2020 se suspendiera la cumbre gubernamental entre Madrid y Rabat), parece pertinente referirse al espinoso tema de la cooperación en materia de seguridad.

Y más cuando Marruecos da muestras de querer putinizarse (o, al menos, de amagar con ello) mediante prácticas de guerra híbrida como el alud de menores sobre Ceuta de la pasada primavera, los saltos de miles de subsaharianos que tienen lugar hoy en Melilla o su ausencia en la votación de condena de la invasión de Ucrania en la Asamblea General de la ONU. 

Y es que, aunque se diga que la cooperación policial en materia antiterrorista se ha mantenido inalterada (en un primer momento, tras la retirada de la embajadora Karima Benyaich, se dijo que se había interrumpido, aunque pronto se desmintió), tampoco se admitió nunca que eso dejase de ocurrir tras el 11-M.

Algo que, en cambio, sí se admitió públicamente en Francia cuando la cooperación antiterrorista se vio alterada durante varios meses después de que varios agentes quisieran llevar ante un juzgado de París al máximo responsable de la policía marroquí, Abdelatif Hammouchi.

"Marruecos utiliza la amenaza híbrida de la inmigración ilegal para intimidar y presionar a España sobre su posición en el Sáhara Occidental"

Respecto a la cuestión inmigratoria, y pese a la afirmación del ministro Fernando Grande-Marlaska de que la cooperación es "perfecta", existen fundadas evidencias (según el CNI) de que, antes de llegar los subsaharianos al perímetro vallado de Melilla, existió pasividad policial marroquí y que se les dejó bajar desde los campos donde están concentrados y donde, de algún modo, Rabat los controla.

Marruecos utiliza esta amenaza híbrida para intimidar y presionar a España sobre su posición en el Sáhara Occidental. El objetivo es que respalde un plan de autonomía que, si parte del principio de una inexistente soberanía marroquí (sin que se haya producido la autodeterminación del territorio), es muy difícil que la ONU pueda convalidar nunca.

Y eso, por mucho que Donald Trump declarase lo contrario después de haber perdido las elecciones y pocas semanas antes del asalto al Capitolio, y por mucho que eso haya hecho concebir esperanzas a Marruecos.

La seguridad nunca debería ser objeto de chantaje o desconfianza entre vecinos con los que se quiere mantener una buena relación. La cuestión adquiere una nueva dimensión en el contexto del reforzamiento de la defensa y la seguridad de Europa tras la invasión de Ucrania y la anunciada nueva brújula estratégica de la Unión Europea (UE).

Por eso ha sido especialmente llamativo que Marruecos haya evitado condenar a Vladímir Putin en la ONU durante la reunión extraordinaria de la Asamblea General, remitiéndose a un ambiguo comunicado en el que no se menciona a Rusia y en el que se apela al "arreglo de las diferencias por medios pacíficos".

Que Josep Borrell declarase horas antes en Bruselas, en su vibrante discurso ante el Parlamento Europeo, que "no olvidaremos a los que no estén a nuestro lado" no impidió que Marruecos se ausentara de la votación que tenía lugar en Nueva York.

"Nada habría deseado más nuestro vecino del sur que la UE hubiese dado una respuesta débil y dividida a la invasión de Ucrania"

Pocos días después, el Alto Representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC), se referiría a Marruecos durante una entrevista, sin mencionarlo de forma explícita, para lamentar que haya habido países con los que "tenemos una asociación importante, que reciben mucha ayuda y que dicen estar en nuestro sistema de valores" y que han respaldado sin embargo a Putin.

Al parecer, las resoluciones de los tribunales de la UE aplicando el Derecho Internacional y las resoluciones de la ONU para anular acuerdos comerciales con Marruecos (como el de pesca) por incluir el Sáhara Occidental siguen escociendo mucho en el Majzén. Por mucho que las autoridades comunitarias y las de España o Francia hagan todo lo posible por desmarcarse de dichas sentencias recurriéndolas y disculpándose por ello.

Nada habría deseado más nuestro vecino del sur que la UE hubiese dado una respuesta débil y dividida a la invasión de Ucrania. No es casualidad que los aludes sobre Melilla hayan coincidido con el reforzamiento europeo en materia de seguridad y defensa a raíz de esta crisis.

Por eso, si el reforzamiento en materia de seguridad y defensa y la brújula geoestratégica de la UE se dirigen también hacia el sur (como parece inevitable entre otras cosas por la necesidad de incrementar al menos a corto plazo las importaciones de gas desde Argelia), lo menos que puede exigírsele a Marruecos desde las instituciones comunitarias es absoluta transparencia en materia de seguridad y que deje de jugar al putinismo en la frontera.

Y es que sería un tremendo error que se le hicieran concesiones territoriales a Marruecos contrarias al Derecho Internacional. Como la que Donald Trump le hizo en el Sáhara Occidental al reconocer su marroquinidad. Con ello no se haría más que fortalecer aún más ese putinismo que se quiere evitar y que, como han demostrado los acontecimientos del este de Europa, al final se vuelve contra quien lo consiente.

*** Federico Echanove es periodista.

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