Cuando pretendemos crear una empresa o lanzar un producto tenemos en cuenta tres parámetros: qué infraestructura tenemos, con qué capital humano contamos y cuál es el presupuesto del que disponemos (o del que vamos a disponer).

En Inteligencia, tanto en la de la Administración como en la que se hace en algunas empresas privadas, las cosas no son diferentes. En el caso del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), la clave estriba en qué abarca y en cómo ejecuta en tiempo, plazo y forma la directiva de Inteligencia.

Últimamente se está hablando mucho de Inteligencia. De su papel, de sus funciones y de sus errores. Es el caso de Brahim Gali, el miembro del Polisario que llegó desde Argelia a tratarse de la Covid-19 con documentación falsa, sin conocimiento (presuntamente) del Servicio de Inteligencia Español y provocando el malestar de Marruecos.

Desde entonces se multiplican las noticias sobre espionaje, sobre su utilidad y sobre sus actividades. Si hablamos del CNI, no me cabe ninguna duda de que sus agentes sabían que Brahim Gali venía desde Argelia para su tratamiento. Tampoco me cabe duda de que Marruecos lo sabía y de que lo usó como reclamo en sus pretensiones y para hacer valer la dependencia que tenemos de ellos como Estado que coopera con la Unión Europea y los Estados Unidos en el control del tráfico de la inmigración en el Magreb.

Lo cierto es que, en España, la Inteligencia está mal dotada en recursos y en retribuciones

Todos los manuales que hablan de estos temas dan pistas sobre ese Gran Juego que es la geopolítica y la Inteligencia. Pero la Inteligencia española tiene como norma no afirmar ni desmentir nada. Mucho menos decir públicamente “te lo advertí y no hiciste caso”.

La Inteligencia es una gran desconocida. Alrededor de ella se generan falsos mitos. Pero lo cierto es que, en España, la Inteligencia está mal dotada en recursos y en retribuciones.

Sin recursos no podemos hacer frente a los intereses (legítimos, evidentemente) de otros países que se contradicen con los nuestros. Tampoco podemos competir en la cada vez más compleja liga del mundo cíber, que es una nueva forma de guerra a la que no son ajenos los servicios de Inteligencia, ya sea como participantes o como asistentes encubiertos.

Para poder entender qué hace un servicio de Inteligencia hay que tener una cultura integral de seguridad desde la escuela, así como un mejor conocimiento de la Inteligencia Económica. En muchos institutos, esta disciplina se imparte como principio rector de la economía en un mundo globalizado.

La estructura del CNI es plenamente democrática y está subordinado a la judicatura para la realización de sus tareas

Pero sin fondos suficientes no hay organización que se mantenga en primera línea. La voluntad y el talento no son suficientes.

El CNI se creó en mayo de 2002 al amparo del real decreto 1558/77 para abordar los riesgos y las necesidades de un nuevo mundo globalizado. La ley 11/2002 determina sus funciones. La ley orgánica 2/2002 regula el control judicial previo a las actuaciones del CNI. Sus estructuras de trabajo se encuentran delimitadas por el real decreto 436/2002. El real decreto 327/2004 dice cómo se forman esos agentes que se enfrentan a los riesgos, cada vez mayores, para la Seguridad Nacional y la paz social y económica.

La estructura del CNI es plenamente democrática y está subordinado a la judicatura para la realización de sus tareas, que son además controladas parlamentariamente. Su presupuesto es transparente. Y ello es así porque la institución ha salido del secretismo y ha intentado tender puentes con la sociedad. El CNI debe pedir además permiso de forma constante a los jueces de la sala III del Tribunal Supremo para que sus investigaciones no vulneren los derechos de los ciudadanos.

El CNI cuenta con un presupuesto creciente, pero ciertamente irrisorio. En el año 2019, el Gobierno presupuestó para su funcionamiento 296 millones de euros. Presupuesto del que dan cuenta unos 2.500 trabajadores aproximadamente (este es un dato que no puede ser divulgado de forma exacta por razones evidentes de seguridad).

Si pensamos en todo aquello que debe hacer un servicio de Inteligencia moderno y lo comparamos con la cantidad de dinero que movió el futbol en la Liga 2020-2021 entenderemos ciertas cosas

Si pensamos en todo aquello que debe hacer un servicio de Inteligencia moderno (guerra informática, seguridad del Estado, crimen y nuevas amenazas, además de las relaciones propias de un mundo global) y lo comparamos con la cantidad de dinero que movió el futbol en la Liga 2020-2021 entenderemos ciertas cosas.  

Reino Unido gastó en 2016 2.600 millones de libras para 6.000 personas. Israel dijo en 2018 tener 2.700 millones de dólares para 7.000 agentes. Los alemanes ocultan sus costes, pero dicen tener unos 6.500 agentes. Países como China, India, Pakistán o Irán ocultan sus gastos de Inteligencia, pero sólo estos últimos tienen (se calcula) más de 30.000 agentes.

Estados Unidos, con más de 25 agencias de Inteligencia, tiene números auditados. La CIA contaba en 2013 con 21.500 empleados y un presupuesto de 15.000 millones de dólares. La NSA tiene 30.000 agentes y 10.800 millones. El FBI tenía en 2017 35.000 agentes y un presupuesto de 8.700 millones de dólares.

Si queremos que las cosas cambien, cambiemos el foco o nos quedaremos a oscuras.

*** Fernando Cocho es analista de Inteligencia y Riesgos para la Seguridad Nacional.

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