Una caricatura política se ha viralizado durante las últimas semanas en Weibo, el equivalente chino de Twitter. La última cena del G7 (así se titula la imagen) ha sido diseñada por el publicista chino Bantong Lao Atang y difundida por el Global Times, un diario patrocinado por el Partido Comunista Chino.

La caricatura parodia el famoso mural que Leonardo da Vinci pintó a finales del siglo XV, aunque sustituye a Cristo y sus doce apóstoles por nueve animales que representan a los miembros del G7.

El G7, el club de las siete democracias más adineradas del mundo, está formado por Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Alemania, Italia, Francia y Japón. Su última reunión, que tuvo lugar el 4 y el 5 de mayo de este año en Londres, ha tenido como objetivo acordar una estrategia capaz de contener el creciente poder chino.

A la cumbre asistieron Corea del Sur y Australia como invitados especiales. No tanto como democracias ricas como por garantes de la influencia occidental en Asia y Oceanía. Reino Unido convocó también a dos excolonias: la India y Sudáfrica.

La reacción china a la cumbre no se hizo esperar: “Se acabaron los tiempos en que un pequeño grupo de países dictaban las decisiones mundiales” comunicó su embajada en Londres.

Este “pequeño grupo de países” aparece representado en La última cena del G7 como una jauría de quimeras, seres mitad humano, mitad animal. Casi todos ellos son depredadores, tanto caninos como aves rapaces, lo que simboliza la voracidad y la brutalidad que China les atribuye.

Lo interesante es que las nueve fieras no forman una manada cohesionada. Cada una muestra una serie de conductas que, a ojos de China, hacen del G7 un grupo dividido e incapaz. 

1. El águila (Estados Unidos) 

En el centro de la mesa, el lugar ocupado por Cristo en la obra de Leonardo da Vinci, se sienta el águila estadounidense, el mesías que dirige al resto de la banda. Frente a su mano derecha se apilan los fajos de dólares, la principal fuerza de los Estados Unidos en el mundo junto con sus bases militares.

Sin embargo, los dólares provienen de una impresora que utiliza rollos de papel higiénico.

La metáfora china es clara. La divisa yanqui tiene un valor real tan bajo como el papel higiénico (fuera de Venezuela, se entiende). El dólar se deprecia a medida que la Reserva Federal continúa imprimiendo deuda, que por primera vez ha superado los ocho billones. El águila de la caricatura, preocupada, toma nota del balance de pagos con la mano izquierda.

Cerca del águila, sobre la mesa, hay algodón ensangrentado. A sus pies, un yugo. Ambos elementos aluden a la esclavitud histórica de los afroamericanos

Desde la publicación en 2007 del superventas chino Guerra de divisas (de Song Hongbing), China tiene claro que Occidente en general y Estados Unidos en particular tienen su debilidad en la financiarización de la economía, con sus burbujas periódicas y sus crisis cíclicas.

Y, por ello, la intención china es enfrentarse a a Estados Unidos en el terreno económico. Primero han comprado su deuda. Después han desarrollado una economía industrial productiva. Y ahora buscan sanear su propia divisa (el renminbi) con el apoyo de los recursos proporcionados por la nueva Ruta de la seda. 

Cerca del águila, sobre la mesa, hay algodón ensangrentado. A sus pies, un yugo. Ambos elementos aluden a la esclavitud histórica de los afroamericanos. Este es el otro campo en que China está dispuesta a dar la batalla contra Estados Unidos: la guerra cultural. 

Cada vez que el Gobierno de Joe Biden denuncie que en China “hay un genocidio en marcha en Xinjiang y se violan los derechos humanos en Hong Kong”, Pekín responderá que el historial de Estados Unidos va desde la esclavitud del siglo pasado hasta la actual violencia policial.

El águila yanqui, presionada por la quiebra y los conflictos raciales, sirve a China para presentarse a sí misma, por contraste, como una potencia asentada sobre la solvencia económica y la armonía étnica. 

2. El león (Reino Unido) 

En estrecha complicidad con el águila, el león inglés ocupa un lugar central. Como anfitrión del G7 y exmetrópoli de varios de los países asistentes, el gran felino anhela que el Imperio británico vuelva a rugir.

Sin embargo, hay un detalle en su túnica. El mapa británico aparece dividido. Por un lado, Inglaterra. Por otro lado, Escocia. Por otro lado, Irlanda.

China tiene abiertos varios frentes independentistas, que van desde Macao hasta Mongolia Interior y desde Manchuria al Tíbet

La advertencia china es clara. Si las potencias occidentales intentan recomponer sus imperios, el resultado podría ser su propia descomposición nacional. China tiene abiertos varios frentes independentistas, que van desde Macao hasta Mongolia Interior y desde Manchuria al Tíbet. Cualquier acción de Occidente que agrave esta fragmentación podrá ser contratacada con el apoyo chino a los movimientos independentistas que van de Escocia a Quebec y de Baviera a Córcega.

3. El lobo (Italia)

A la derecha del águila figura un lobo en una actitud menos cercana. Con las manos alzadas a la manera del apóstol Andrés, parece estar rechazando alguna oferta. Se trata de Italia, nación de la loba que amamantó a Rómulo y Remo. 

Quien amamanta ahora a Italia es la nueva Ruta de la seda china. El país italiano ha sido el primer socio europeo de dicha iniciativa económica, seguido por otros pueblos mediterráneos (portugueses, griegos, croatas), centroeuropeos (austriacos, checos, luxemburgueses) y euroorientales (húngaros, polacos, bálticos).

Toda esta camada es incapaz de morder la mano oriental que le da de comer. Aunque varios de estos países deben a Estados Unidos una sumisión militar perruna (nunca mejor dicho), China pretende que, en Europa, dicha sumisión militar sea compatible con una sumisión económica al gigante asiático.

4. El castor (Canadá)

Canadá es otro ejemplo de lealtad política a Occidente, pero dependencia económica de Oriente. Aquí aparece representado como un castor, un animal bastante menos amenazador que águilas y leones.

Cubierto con el estampado de una hoja de marihuana y sosteniendo una muñeca indígena, el castor canadiense representa al baizuo. Este término chino designa a una izquierda que sólo se preocupa por cuestiones como el ecologismo o las minorías étnicas y sexuales. Un referente paradigmático es el presidente del Canadá, Justin Trudeau, conocido por sus posados con Greta Thunberg y sus calcetines multicolor. 

Tal y como muestra el castor, Trudeau es artífice de la legalización del cánnabis en 2018, así como promotor de la retórica indigenista que insta a los católicos a disculparse por el pasado colonial. La prensa china considera que su discurso es sólo “arrogancia moralista y elitismo intelectual”. El dragón rojo se burla del castor norteamericano y de todos los baizuo occidentales.

5. El perro (Japón)

También Japón es ridiculizado en esta última cena. En lugar de ser representado por su animal nacional (el faisán), Japón toma forma de Shiba Inu, el perro triste de los memes de internet. 

Japón en La última cena del G7.

Japón es, además, el único personaje cuya anatomía es plenamente animal. Mientras que el resto de comensales tienen piernas humanas, el perro japonés asoma las patitas por debajo de la mesa. China muestra aquí su visión de los nipones como un pueblo servil, un perrillo faldero de Occidente. Su única labor en la cena es llenar las copas de sus amos.

Aquí hay un detalle más. El tóxico líquido de color verde que escancia el Shiba proviene de una tinaja marcada con el símbolo nuclear. China está criticando la decisión japonesa de verter en el océano los residuos de Fukushima. El Gobierno chino, el más contaminante del mundo, está dispuesto a instrumentalizar la crítica ecologista contra sus rivales.

6. El canguro (Australia)

Cerca se sienta el canguro, símbolo de Australia. Sujetando la bolsa de Judas, los australianos son traidores a ojos chinos. Por un lado, el canguro está enchufado a un gotero que simboliza la dependencia económica de Australia respecto a China (¡es su principal socio comercial!).

Pero, por otro lado, el canguro extiende su mano hacia los dólares que el águila ha puesto en la mesa. El primer ministro australiano, Scott Morrison, está dispuesto a colaborar con los Estados Unidos en sus proyectos antichinos, ya sean económicos (el Build Back Better World o B3W) o militares (el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral o Quad).

Pero el gotero se va quedando vacío. Es decir, la respuesta china será boicotear las exportaciones australianas, empezando por el vino, el cereal, la pesca, la carne, el cobre y el carbón.

Cuando China obtiene un socio comercial, la vieja mentalidad del Imperio del Centro lo interpreta como la obtención de un vasallo. Y si ese vasallo opta por cambiar su orientación internacional, China lo interpreta como una traición, haciendo caer sobre él las penalidades que sufrió Judas, ahorcado y destripado.

Alusiones de La última cena del G7 a los casos de abusos sexuales en el Parlamento australiano y las torturas de Abu Ghraib.

Otro detalle más. Cuando el Gobierno australiano solicita investigar la responsabilidad china respecto a la Covid-19, China devuelve las acusaciones, como en el caso de Estados Unidos. El canguro intenta esconder bajo sus pies dos fotografías.

Una hace referencia a los casos de abusos sexuales en el Parlamento australiano. La otra hace referencia a las torturas de Abu Ghraib, en alusión a los crímenes de guerra australianos en Afganistán. China está dispuesta a poner sobre la mesa los trapos sucios de Occidente. 

7. Águila (Alemania) y gallo (Francia)

En ambos extremos de la mesa, mucho menos implicados en la cena que perros y leones, se encuentran el águila negra alemana y el gallo francés.

Detalle de La última cena del G7 basado en las posturas del apóstol Bartolomé y Angela Merkel.

La postura corporal del pájaro germano recuerda, a la vez, a la del apóstol Bartolomé y a la de Angela Merkel en la cumbre del G7 de 2018. Por aquel entonces, la Merkel tuvo que sacar cuerpo ante las amenazas de Donald Trump contra la exportación de Volkswagen. Hoy, Alemania saca cuerpo para que Joe Biden no obligue a Europa a comprar iPhone en lugar de Huawei.

A Francia tampoco le hace gracia que Estados Unidos decida con qué países puede aliarse. Emmanuel Macron, el gallo que quiere cubrirse la cresta con un chapeu de bras napoleónico, afirma que “China es una gran potencia con la que podemos trabajar en cuestiones globales”. El ave de corral, soñando con volver al ruedo, se entretiene escribiendo en un papel Vive la France.

Para China, el bestiario europeo es un enano político y un gusano militar

Gallito galo y aguilucho teutón, dos pajarracos venidos a menos, parecen más interesados en espolear el proyecto europeo que en picotear del proyecto estadounidense. China sabe, en fin, cómo mantener al eje francoalemán posado en su brazo, prometiéndoles el alpiste económico y el revoloteo diplomático que tanto anhelan. 

Además, China conoce la debilidad militar europea. El vaso de Alemania está vacío de uranio, como el de Italia (dos naciones desprovistas de capacidad nuclear). El vaso francés está medio vacío, como su arsenal nuclear, que desde la Guerra Fría ha perdido la capacidad terrestre y ha reducido la marítima. Para China, el bestiario europeo es un enano político y un gusano militar.

8. El elefante (India)

Sentado en el suelo está el elefante hindú, como un paria, sin derecho a compartir la mesa. El suero que nutre a la India es agua del Ganges y orina de vaca. La prensa nacionalista china se divierte afirmando que los indios consumen dichas sustancias contra el coronavirus, igual que la prensa progresista occidental se imaginaba a Trump bebiendo lejía. 

Detrás del elefante, las moscas revolotean sobre cubos de basura. Junto a él, el letrero de una pequeña jarra de limosnas reza Help me! en busca de la limosna gringa USAID. China dibuja, descarnadamente, las emergencias sanitarias y económicas que asolan la India.

La India está junto a una botella de O2 vaciada, recordando su terrible crisis del oxígeno durante la segunda ola del coronavirus.

Pero hay más botellas vacías por toda la sala. China le recuerda al mundo el fracaso general en la gestión de la pandemia, en la que China despuntó como principal proveedor de mascarillas y respiradores. El plan chino trataba de alcanzar la hegemonía global por la vía sanitaria

Ahora, China pretende contener la ventaja de los laboratorios occidentales respecto a la cura, desacreditando sus productos. Sobre la mesa, cerca del canguro, pueden verse dos cajas de vacunas AstraZeneca y medicamentos Remdesivir, los tratamientos que más polémica han despertado a causa de sus efectos secundarios. En su lugar, China insta a las naciones asiáticas a comprar sus vacunas Sinofarm y Sinovac

Llama la atención la inquina con que la caricatura china representa a las naciones asiáticas (India y Japón). El paquidermo enfermizo y el chucho amaestrado no son bestias depredadoras, como las naciones occidentales. Son, más bien, animales que mueven a la compasión (por la situación de subordinación en que se encuentran) y a la indignación (por su falta de voluntad de rebelarse).

Esta caricatura deja claro que el Gobierno chino desearía ser el jinete del elefante y el dueño del can. China se imagina dándoles el pasto asistencial y el hueso comercial que indios y japoneses buscan en los Estados Unidos. No cabe duda de que China intentará atraer a toda Asia a su hegemonía.

9. Las ranas, la tortuga y la cucaracha (Taiwán, Hong Kong, Corea del Sur)

Pero si hay en esta cena unas alimañas verdaderamente inmundas, son las que pululan bajo la mesa. Dos húmedas ranas, una tortuga y una cucaracha.

La rana que intenta subirse a la mesa de un salto es Taiwán, sosteniendo unos pocos billetes para comprar el apoyo de Occidente. El simbolismo proviene de la vieja fábula china jingdizhiwa: una rana vive feliz en el fondo de su pequeño pozo, ignorando que existe una vida más grandiosa en el océano. Taiwán sería la rana ignorante que valora la soberanía de su pequeña isla, en lugar de unirse al gran océano rojo que es China.

El resto de sabandijas de la imagen corretean por el suelo que Occidente pisa y nadan en el cubo en el que lavan sus pies. Quizás representen a Hong Kong, a las islas Senkaku o incluso a Corea del Sur. Territorios pequeños cuyas pretensiones de autonomía son, para China, tan insignificantes como un anfibio o un insecto. Ni siquiera se merecen ser caricaturizadas como animales cordados vertebrados

La visión china, por mucho que diga Xi Jinping, no es multilateral. No busca un mundo donde todas las naciones sean iguales. China distingue, como en la imagen, países depredadores (sentados a la mesa) y países presa (servidos en el plato). Lo que China busca es, simplemente, sentarse con los grandes carnívoros. Y, para ello, está dispuesta a abrirse paso mordiendo a algún perro para finalmente sentarse aplastando a ranas, tortugas y cucarachas

La última cena. El oxígeno que se vacía. El gotero que se consume. El papel higiénico que se agota. Esta imagen es la cuenta atrás para el fin de una jerarquía global. Pero también es el comienzo de otra.

Caricatura occidental de 1898.

En 1898, una ilustración occidental mostraba a ingleses, alemanes, rusos, franceses y japoneses repartiéndose China como una tarta. 120 años más tarde, nadie se atreve a cortar la tarta con el mapa de China, que permanece intacta sobre la mesa.

Quizá, antes de que pasen otros 120 años, la estampa será la de China partiendo la tarta de los miembros del G7: crema italiana del puerto de Trieste, galleta india de la región de Cachemira y guinda canadiense de la ciudad de Vancouver.

China recuerda aquel 1898 como parte de lo que llama el siglo de la humillación. Por aquel entonces, Occidente caricaturizaba a los chinos como seres simiescos, fumadores de opio e incivilizados

Hoy es China la que hace las caricaturas sobre rasgos animales, fumadores de porros y atraso médico. China no tiene afán de dejar atrás las humillaciones. Quiere vengarse de ellas

*** Hasel-Paris Álvarez Martín es politólogo y especialista en geopolítica.

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