Ninguna institución pública ha perdido tanta credibilidad y prestigio como el CIS durante los años de Pedro Sánchez en el poder. El artífice de ese desgaste es José Félix Tezanos, al que su biografía recordará antes como socialista que como sociólogo.

El presidente del CIS viene adaptando las preguntas y los resultados del instituto a los intereses del Gobierno desde el inicio de su etapa en 2018. Una realidad que ni siquiera ha dedicado energía a maquillar.

En su último barómetro, publicado ayer miércoles, Tezanos hizo dos nuevos favores a su valedor. En primer lugar, rebajó el porcentaje de estimación de voto de Junts (del 1,7% de septiembre al 1,3% de octubre) y aumentó el de ERC (del 1,7% al 1,9%).

A nadie se le escapa en qué contexto se producen las variaciones. Sánchez tiene amarrado el apoyo de ERC para su investidura. En cambio, el partido de Carles Puigdemont se resiste todavía a copiar la estrategia de su principal adversario por el voto independentista catalán, lo que comienza a despertar inquietud en Ferraz.

El CIS se ha convertido así en un instrumento de presión del PSOE contra Puigdemont, al que se le sugiere que su resistencia a la investidura de Sánchez tiene un coste electoral.

El segundo favor de Tezanos al PSOE es la omisión del principal debate de los últimos meses en España, el de la amnistía. El CIS no ha preguntado en su último informe por el respaldo ciudadano a la amnistía que negocia con los autores del golpe de Estado en Cataluña en 2017. La ausencia es llamativa.

Más, si cabe, cuando ese espacio se ha reservado a una cuestión de menos relevancia y calado social, como las condiciones laborales de las futbolistas de élite en nuestro país. Un asunto, en fin, con una trascendencia menor que la violación del principio de igualdad ante la ley de todos los españoles, garantizado por la Constitución y amenazado por las reivindicaciones nacionalistas.

La cuestión no va, pues, de tomarse o no en serio los resultados del CIS. El problema es mucho más profundo y da cuenta de la idea que tiene el PSOE de las instituciones democráticas. Puede que una parte de la sociedad española se rinda ante los constantes excesos de Tezanos en una institución creada para el servicio público. Pero este diario considera que el hábito de esta anomalía democrática no puede derivar en su normalización. Esto va mucho más allá de la incapacidad o la insolvencia.

Se acumulan las pruebas de la intención sistemática del CIS de manipular la opinión pública para favorecer a Pedro Sánchez. Es un insulto a los españoles. Y sería motivo de sublevación en cualquier democracia que se respetase a sí misma.