La unanimidad ha sido total. Si en algo han coincidido los líderes políticos y empresariales que esta semana han protagonizado el II Foro Económico Wake Up, Spain! organizado por EL ESPAÑOL es en la situación de alto riesgo por la que pasa hoy la economía española, tanto por errores propios como a raíz de la guerra en Ucrania. Pero también en el potencial del país para salir del bache en una posición inmejorable.

Puede que los cálculos del Gobierno, que prevé una inflación del 5% para finales de este año y del 2-3% para finales de 2023, sean en exceso optimistas.

Pero es innegable también que la España de 2022 cuenta con ventajas que la sitúan en buena posición para sacar un excelente provecho de la llegada de los fondos europeos. Grandes infraestructuras, una enorme inversión en renovables y un sector empresarial dinámico y con directivos de primer nivel internacional.

Además de, por supuesto, la propia llegada de dichos fondos, que permitirán por ejemplo que decenas de miles de pymes españolas empiecen a recibir ayudas dentro de unas pocas semanas. 

¿Rodillo totalitario?

Es cierto, también, que el Gobierno tiene un problema de primer nivel entre manos con la indexación de las pensiones y que la invasión de Ucrania obligará a incrementar sensiblemente el presupuesto de Defensa. Pero si PSOE y PP están a la altura de su responsabilidad histórica, será difícil que el país no responda de forma positiva. 

Es este contexto el que hace incomprensibles declaraciones como las de la presidenta de la Comunidad de Madrid, que ayer viernes, apenas 24 horas después de la reunión de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en la Moncloa, hizo una enmienda a la totalidad del nuevo líder popular y lanzó un aviso para navegantes: "Si no somos una oposición real al desastre, nos iremos todos por el barranco. Y yo me niego".

"Hay que ser fuertes", dijo también Isabel Díaz Ayuso, "para no dejarse llevar por ese rodillo, por ese rodillo totalitario en el que te imponen un solo discurso, en el que 'yo destrozo España y tú te vienes conmigo al abismo y si no me acompañas es porque eres un sectario". 

Es evidente que este Gobierno ha cometido serios errores y que no ayudan en nada al diálogo entre PSOE y PP hechos como el de la filtración al diario El País, pocas horas antes de la reunión entre Sánchez y Feijóo, de una lista de once puntos que el presidente del Gobierno pensaba plantearle al presidente popular (y que este debería haber conocido antes de dicha reunión en vez de saber de ellos por la prensa). 

Política que solucione problemas

¿Pero en qué se diferencia esa actitud de Moncloa, claramente destinada a sacar ventaja de la reunión, de la de una Ayuso que no ha sido siquiera capaz de darle el mínimo margen de cortesía a un Feijóo recién llegado a la presidencia del PP?

Un Feijóo, además, que en su entrevista en la SER de ayer viernes frente a Àngels Barceló demostró no ser precisamente un hueso fácil de roer ni aceptar mansamente el marco que la izquierda pretende imponerle, como Vox caricaturiza a diario. 

Hay algo más en lo que coincidieron todos los líderes reunidos en Wake Up, Spain! La necesidad de que PP y PSOE se distancien poco a poco de los modos, el rencor y la agresividad casi guerracivilista con la que populistas y nacionalistas se mueven en el escenario político español. 

La necesidad, en fin, de que la política deje de ser un problema más que una solución. De un entorno estable, con seguridad jurídica, respetuoso del derecho de propiedad, con instituciones sólidas y un marco regulatorio moderno, razonable y que no distorsione la libre competencia.

En definitiva, de un país del siglo XXI y no de uno anclado en las luchas ideológicas fratricidas de la derecha y la izquierda de las primeras décadas del siglo XX, el marco mental de los populistas y los nacionalistas españoles. 

Parafraseando a Ayuso, España sólo evitará el barranco mediante pactos entre Sánchez y Feijóo. Y eso no implica ceder frente a todas las pretensiones de Pedro Sánchez. Pero tampoco cegar cualquier posibilidad de pacto arrastrando a Feijóo a ese rincón del escenario político en el que tan bien se mueven los populistas, pero que tan poco le conviene a los españoles.