El ritmo no acompaña. Mientras el plan de vacunación no se ajuste a lo establecido por Europa, España no llegará al verano con un 70% de la población inmunizada. Como explicamos hoy en EL ESPAÑOL, las administraciones españolas deberían multiplicar por 17 el ritmo de vacunación para alcanzar esa ansiada meta.

La descoordinación que provoca la existencia de varios planes de vacunación distintos perjudica al ciudadano. Más aún cuando no hay datos del Ministerio de Sanidad en fines de semana. España es el único país del mundo que no da datos en festivos.

Cuando, como ha ocurrido esta semana, se suma un festivo a sábado y domingo, los sanitarios y los ciudadanos permanecen a oscuras sobre la evolución del virus durante tres días. Algo inaceptable. 

Como la cartera que dirige Carolina Darias no aporta datos sobre dicha evolución, andamos a ciegas en un contexto preocupante. No es aceptable que durante la próxima Semana Santa, por ejemplo, no vayamos a saber cuántas vacunas se han puesto ni cuántos ciudadanos están ya inmunizados.

¿Cómo avanzar en la recuperación si no se conocen las cifras? A este desconocimiento se suman los problemas logísticos con las farmacéuticas. AstraZeneca, por ejemplo, insiste una y otra vez en incumplir el ritmo de suministro pactado con la UE

Además, ¿qué justificación hay, una vez resueltas por la UE las dudas que despertaba la vacuna de AstraZeneca por sus hipotéticos efectos secundarios, para que la vacunación no se reanuda hasta el próximo miércoles? ¿Por qué no se ha reanudado esta de inmediato? 

Problemas de distribución

Habrá que esperar para saber qué deciden el Ejecutivo y la UE para resolver los problemas con la farmacéutica británica. Pero este es un tiempo valioso que no podemos permitirnos perder. El virus y los contagios siguen avanzando.

Con todo, lo dramático se vuelve trágico si se tiene en cuenta, además, la pérdida de miles de dosis porque las jeringuillas y agujas que se usaban no eran del todo precisas.

Hay que encontrar la manera de vacunar más y mejor. En laborables y en festivos. La cuarta ola parece estar a las puertas y no es posible saber aún si le seguirán una quinta e incluso una sexta.

La salud de la población nos compete a todos. Por ello, dejar al albur de las distintas Comunidades Autónomas el plan de vacunación genera desigualdad entre ciudadanos de un mismo país. Una suerte de desigualdad sanitaria.

Vacunación masiva

Para cuando estos problemas se solucionen, si ocurre antes de verano, también habrá que tener en cuenta la cantidad de enfermeros disponibles para poner en marcha, verdaderamente, la vacunación masiva. Debemos considerar además el grado de inmunidad que ofrecen las diferentes vacunas ante las distintas cepas.

Aunque no falten sanitarios en estos momentos, es posible que en unos meses sí escaseen. Un proyecto de vacunación sin suficiente mano de obra sería un absurdo. Cuando se vacune en fines de semana y en espacios multitudinarios, ¿habrá que esperar a que se amplíen las carteras de enfermeros?

A estas alturas, no sólo importan unos datos difusos que deberían ser más precisos. También hay que pensar a medio plazo y tener en cuenta cuántos trabajadores harán falta para conseguir esa cifra del 70%. Sumar a los problemas de distribución que estamos teniendo una carencia de medios humanos implicaría el fracaso del plan y demostraría que los objetivos de Europa son imposibles de cumplir en España.

En un momento clave, con la amenaza de cepas inmunes a las vacunas, y unos datos que impiden conocer con exactitud en qué punto estamos, hay que encontrar la forma, sea como sea, de avanzar en la inmunización colectiva. Así pues, no conviene añadir problemas técnicos a los que generan las propias farmacéuticas.