Colecciono periódicos viejos. Especialmente los totalitarios. Son los más divertidos. Nos sirven de medida para comprobar cómo la manipulación aparentemente más burda es capaz de permear en una sociedad si se publica en el momento adecuado. Tengo en un cajón ejemplares del Berlín nazi, del Arriba más pundonoroso, del Granma de Fidel Castro y algunos otros más.

Me puse a escribir la columna y, de pronto, recibí por correo electrónico (¡qué bien le habría venido a mi colección que fuera por correo postal!) la última edición de El Socialista. Levanté las orejas como un perro, igual que cuando, en la caseta de Miguel, en la Cuesta de Moyano, me topo con uno de esos periódicos crujientes y amarillentos.

Portada de el último número de 'El Socialista'.

Portada de el último número de 'El Socialista'. PSOE

No es El Socialista un periódico totalitario, pero sí un diario de propaganda. Por tanto, pasó el filtro para okupar mi estantería. Me lancé a él con entusiasmo. A través de su mancheta, me di cuenta de cómo ha crecido esta humildísima publicación trabajadora, lanzada con enormes dificultades por Pablo Iglesias el viejo en 1886.

Un director, una subdirectora, tres adjuntas al director, doce redactores, tres diseñadores, cuatro fotógrafos, un encargado de la impresión y hasta un responsable de "envío a la militancia". ¡26 personas para levantar una edición de apenas 13 páginas! El Socialista, en estos tiempos tan duros para el periodismo y tras cuarenta años de clandestinidad, es hoy la publicación más aristocrática de España.

No sé si toda la plantilla tiene carné del PSOE, lo que sí parece es que todos trabajan para la Oficina de Prensa de Ferraz. Allí se data su lugar de fabricación. Yo, que quiero terminar mi novela de una vez, sueño con trabajar en El Socialista. Me tocaría, como mucho, a ocho párrafos por semana. Porque el título es de carácter semanal y las crónicas jamás pasan de esa extensión.

Tiene especial interés el último número porque trata de la amnistía y del Comité Federal. Ha ocurrido algo sin precedentes en los últimos días. En los periódicos más proclives al Gobierno, incluso en las tertulias, no han nacido artículos a favor de la amnistía. No han aparecido argumentos a favor de esa tierra prometida del "reencuentro total entre españoles".

Así que me zambullí en El Socialista seguro de que allí encontraría las esencias del tiempo nuevo. Además, 13 páginas entre 26 personas… ¡Boccato di cardinale! ¡Orfebrería! Imagino cada palabra amasada durante horas.

El editorial, que ondea en primera página, se titula Echados al monte. Me pareció, todavía sin pasar de la primera línea, una auténtica genialidad. Como decir: "Sí, qué pasa, estamos echados al monte y hemos venido a explicarlo para que cojas tu tienda de campaña y te vengas con nosotros". Una españolización del "patria o muerte". Un renacer de la "guardia de los luceros".

Pero… cito. No me queda otro remedio que citar.

"Si el PP sigue subiendo al monte como lo está haciendo en las últimas semanas, corre el peligro de perderse entre árboles, animales y duendes. Es la cosa tan fuerte y las declaraciones tan gruesas, que hasta el señor Almeida, que por si no lo saben es alcalde de Madrid, suelta por su boca tales barbaridades que no deberían emitirse en horario infantil".

En los tres párrafos del editorial (este es el primero) no quedan consignadas cuáles son esas declaraciones del pobre Almeida ni qué "cosa" es "la cosa tan fuerte" de la que se habla.

La amnistía, el tema que me interesa, sólo aparece de manera colateral:

"No es un problema de la amnistía, que al fin y al cabo es mirar al futuro y coser España de los jirones con los que el gobierno de Mariano Rajoy nos dejó. No es eso".

Otorguemos el beneficio de la duda. "No es eso", de acuerdo. Pero ¿qué es? ¿Por qué no nos lo explican? ¡Qué han hecho mal los cuatro o cinco lectores de El Socialista para que se les prive de un verdadero editorial!

Después, de manera atolondrada se incluyen frases como esta: "Feijóo hubiese indultado al toro de Manolete si fuese necesario para llegar al poder. Estamos a las puertas de un nuevo tiempo. España no se rompe. Se rompen los sueños de poder de Feijóo".

Llama la atención cómo puede crearse un tiempo nuevo hablando sólo de un tiempo viejo. Cómo se puede justificar un hito de la democracia hablando sólo de la oposición. Esa técnica, la del enemigo externo como explicación a todo, es la clásica del nacionalismo. Pero no puedo llamar "nacionalista" a un diario que dirigió Zugazagoitia. ¡Ni aunque hayan pasado casi cien años!

Don Julián Zugazagoitia, efectivamente, dirigió El Socialista. En su día coqueteó con el humanismo cristiano. Talentosísimo don Julián. ¿Y si el cielo existe? ¿Y si puede ver aquello en lo que han convertido su periódico?

Tenga usted cuidado, don Julián, porque en el próximo número, si entre 26 personas consiguen manejar la hemeroteca, podrían utilizar el título del último editorial de aquel 1939. No dista mucho de lo que han escrito en 2023 y tiene más fuerza poética: "Nos hacen la guerra porque deseamos la paz. No aman a España".

Siguiente sección. Semana en imágenes: dos párrafos y unas cuantas fotos. Después, la pieza clave, una crónica del mitin de Sánchez en el comité federal. Se escribe… Lo digo en impersonal, "se escribe", porque El Socialista es como The Economist: los artículos van sin firma.

Ejemplar antiguo de 'El Socialista', en una imagen de archivo.

Ejemplar antiguo de 'El Socialista', en una imagen de archivo. PSOE

Aquí sí hay un argumento interesante: "Los representantes de más del 80% de los catalanes respaldan esta medida". La tesis adolece de una trampa. Porque los votantes del PSC (el partido mayoritario) apoyaron a un partido que estaba en contra de la amnistía.

Como si hubiera pitado la alarma de incendios en la aristocrática redacción de El Socialista, se apostilla justo a continuación: "El programa electoral de un partido sólo puede ser idéntico al programa de investidura cuando se vence por mayoría absoluta. El programa de investidura del PSOE debe incorporar demandas de otros grupos".

Muchas palabras, un párrafo entero, ¡con lo que cuestan los párrafos en El Socialista!, para decir que Sánchez, al estar preso de otras organizaciones, puede conculcar al completo su programa electoral. Desde la amnistía a los indultos. Desde la sedición a la malversación. Más prosaico. Si necesitas votos, puedes variar tu idea de España y del Código Penal.

Siguiente sección: Explicación a la militancia. Unos pocos párrafos para detallar el funcionamiento del democrático referéndum. Después, la única noticia de esta última edición de El Socialista: "La presión social impide que el Gobierno de Cantabria se suba el sueldo un 20%".

Es meritoria "la presión social" como elemento disruptivo y determinante a la hora de que el Gobierno de Cantabria no haya cometido la tropelía de subirse el sueldo. Sin embargo, esa "presión social" es terriblemente franquista y amenazante cuando se trata de pedir en la calle a Pedro Sánchez que no apruebe la amnistía.

Vamos hacia delante. Sección Noticias del Congreso. Transcripción, muy fina, eso sí, de una rueda de prensa de Patxi López. Sección Noticias del Senado. Gran despliegue, dos folios. El Socialista es el único medio español que da más cabida al Congreso que al Senado.

En Noticias de Europa se habla de Javi López, un eurodiputado que ha viajado a la "Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana" en la República Dominicana. También del arriscado periplo de dos camaradas a Silicon Valley.

Ni una palabra del verdadero protagonismo europeo del PSOE esta semana. En Bruselas, Santos Cerdán, nacido en un pueblo de nombre Milagro, se afana por convencer a Puigdemont en un hotel de la conveniencia de formar gobierno.

Como guinda al pastel, una tribuna del secretario de política económica de Ferraz, que no ha tenido que elaborar la redacción, y que no habrá supuesto un coste a la prolija nómina de colaboradores.

Anoto algunos de ellos de hace no tanto tiempo: Leopoldo Alas, Clara Campoamor, Benito Pérez Galdós, Pío Baroja, José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón. ¡Qué han hecho con ellos! ¡Amnistía para El Socialista! ¡Que nos lo devuelvan!