Te comprendemos. No están siendo días fáciles. Toca defender la amnistía, como has defendido antes todas y cada una de las decisiones que él ha tomado.

Ni el rictus ni el tono de la voz pueden ofrecer la menor pista de que, esta vez, hasta tú piensas que no hay por dónde cogerlo. De ahí que estés cayendo en una cierta sobreactuación. Tus peroratas oscilan entre un entusiasmo casi infantil y un didáctico "ya te lo explico yo". 

Pero tus movimientos delatan una sensación: crees jugar con el marcador en contra. El primer gol ya te lo habrías anotado en propia meta. Se percibe una cierta desesperación por marcar un tanto que permita gritar "¡empate!".

Menos mal que aquí no hace falta el VAR. Crees ver ese gol en todo lance del juego. Tu testa va a estar lista para el remate en cada córner. Qué narices: eres ese portero que también sube porque le da igual dejar la meta desprotegida. Hemos venido a empatar. 

Por eso has descubierto las hemerotecas digitales. Cualquier portada de Anson vale para demostrar que las cesiones de hoy no son nada que no hicieran Felipe y Aznar con Pujol en los noventa. Con el aplomo suficiente, podrías sostener que el Junts delirante que comanda Puigdemont desde Waterloo es CiU con otro nombre. Dar la razón a los impulsores del mayor desafío a la legalidad constitucional y ceder las competencias de tráfico a los Mossos consiguen equilibrar tu balanza argumental. 

Peor fue la "amnistía fiscal" de Montoro. Sabes de sobra que el término es un adorno periodístico de rigor dudoso y que el fraude tributario nunca ha dejado de ser considerado un delito. Pero crees que un árbitro de esos que García calificaba como "más que casero, hogareño" te lo puede dar por válido. 

¿Que Aznar dice que hay que "actuar"? ¡Está llamando al golpe de Estado! (Con un poco de suerte terminaremos llamando golpe de Estado a todo menos a los golpes de Estado). Sólo hay que unir la línea de puntos: ¡un notas ha gritado "viva Franco" a las puertas de Ferraz! El puzle encaja. La amnistía es el mal menor que nos librará del fascismo. "No hay alternativa", sostienes, haciendo como que ignoras que es la frase que suele envolver la pereza intelectual. 

Resulta que sí que la hay. Las cartas repartidas por los españoles el 23 de julio permiten una opción de Gobierno que excluye tanto a Vox como al independentismo. Un acuerdo entre el PP y el PSOE. Pero, dada la condición de ganador del primero, no permitiría a Pedro Sánchez Pérez-Castejón ser él personalmente el presidente del ejecutivo resultante. Te cuesta orillar esa idea pero nada puede distraerte de la perfecta ejecución de la coreografía sincronizada. 

La lectura de los prescriptores ha permeado lo suficiente para que a todo lo anterior añadas que es al PP, precisamente, al que más conviene la componenda. ¡Así podrá pactar con Junts en un futuro! Guardas en borradores el tuit para cuando ocurra. Aunque quizá tengas que efectuar antes alguna que otra limpieza de mensajes. 

Son tantos los empates que te sientes Silvio Demanuele. ¿Cómo que quién es? El autor del tanto maltés que igualó el marcador con España el 21 de diciembre de 1983. Sí: durante dos minutos, Malta consiguió tener empatado ese partido.