Seguro que todos habéis escuchado en alguna ocasión a la típica persona temerosa de los efectos de la leche que asegura que si los seres humanos somos los únicos que seguimos bebiéndola de adultos, debe ser que no es tan necesaria.

Sí, la intolerancia a la lactosa está de moda y cada vez son más las personas que deciden dejar de beber leche, incluso sin haber padecido los síntomas que sufren las personas que no son capaces de tolerarla.

Sin duda, es una demonización muy injusta del alimento que, al ser amamantados por nuestras madres, compone nuestra única alimentación durante nuestros primeros meses de vida, por lo que hoy vamos a romper una lanza a favor de ella; para que, al menos, si decidís tomarla o dejarla, tengáis argumentos científicos en los que basaros.

¿A qué se debe la intolerancia a la lactosa?

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Vale, la leche no le sienta bien a todo el mundo, eso está claro, pero sólo es perjudicial para aquellas personas que padecen intolerancia a la lactosa.

Y es que la lactosa es un azúcar presente en la leche que sólo puede digerirse con ayuda de una proteína, llamada lactasa, que no es producida por estas personas intolerantes, por lo que, al no poder digerirla bien, se sienten pesados y pueden tener algunos problemas digestivos como malestar, hinchazón o diarrea.

Como cuenta la profesora de nutrición y dietética Sophie Medlin en un artículo de The Conversation, los habitantes de países en los que no es habitual el consumo de leche después de la infancia suelen acabar perdiendo esta lactasa y haciéndose intolerantes; ya que, en realidad, no les hace falta para nada.

Sin embargo, en otras zonas, como Europa, en las que culturalmente está más aceptado seguir bebiendo leche en la edad adulta, el porcentaje de intolerantes no supera el 5%. Otra cosa, claro está, son las personas que la dejan porque “creen” que no les sienta bien o porque les convencen de ello.

¿Por qué no debemos dejar de beber leche si podemos tolerarla?

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Si un bebé puede alimentarse únicamente de leche, es sin duda porque es un gran alimento, con un valor nutricional excelente.

De hecho, es una fuente muy rica de proteínas, calcio, energía, fósforo, vitamina B y yodo, por lo que no deberíamos dejarla pasar.

En cuanto al calcio, sí que es cierto que existen estudios que demuestran que la fortaleza de los huesos de las personas que consumen leche habitualmente no posee grandes diferencia con las que no lo hacen; pero, si somos estrictos, la calidad ósea se forja durante la infancia y la adolescencia, por lo que ése es el mejor momento para beber leche.

¿Significa eso entonces que en la edad adulta ya no es necesaria como indican los haters de los que hablábamos al principio? Lógicamente no, pues el resto de nutrientes antes mencionados sí que tienen una gran influencia positiva sobre nuestra salud, los tomemos en la época que los tomemos.

Por lo tanto, ya sabéis, sois libres de tomar lo que queráis; pero, si no tenéis diagnosticada una intolerancia a la lactosa, dejar a un lado un alimento tan bueno es como utilizar billetes de 500 euros para envolver la comida: se puede, pero es un verdadero desperdicio.

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