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Tecnología

El pulgar de Blackberry y el síndrome del ordenador, dos enfermedades tecnológicas

Las enfermedades tecnológicas son el resultado del uso desmesurado e incorrecto de las nuevas tecnologías. Hoy os hablamos de dos de ellas.

3 diciembre, 2016 12:03

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La llegada de las nuevas tecnologías a nuestro día a día conlleva tal cantidad de ventajas que ya somos incapaces de imaginar nuestras vidas sin ellas.

Sin embargo, todo en la vida tiene un precio e incluso lo que puede parecer que sólo acarrea beneficios puede verse ligado a inconvenientes más o menos graves, que deben prevenirse en la medida de lo posible.

Y es que el hecho de que nuestra rutina dependa de las máquinas está asociado a problemas tan variopintos como la hecatombe que supone una caída del suministro de electricidad o la aparición de enfermedades como las que vamos a ver en este artículo.

Enfermedades tecnológicas: el síndrome de pulgar de Blackberry

pulgar-blackberry

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Este es un caso de enfermedad reciclada, pues hasta la llegada de las nuevas tecnologías se la conocía como artrosis de las costureras, por la gran cantidad de personas pertenecientes a este oficio que se veían afectadas por ella.

Sin embargo, a día de hoy hay bastantes más usuarios de smartphones que profesionales de la aguja, por lo que esta patología, debida a una sobrecarga de la articulación de los pulgares, se está haciendo cada vez más frecuente.

Cuando sujetamos uno de estos teléfonos para teclear sobre él, normalmente utilizamos sólo los pulgares para escribir, mientras que el resto de dedos se dedican a sujetar el aparato.

Como resultado, se produce un exceso de carga en esta zona, que deriva con fuerte dolor en la base del primer metacarpiano, llegando a complicar la realización de otras acciones cotidianas.

La artrosis resultante se conoce como rizartrosis y puede terminar haciendo necesaria una intervención quirúrgica; por lo que, para evitarlo, se recomienda a las personas que suelan utilizar este tipo de dispositivos (osea, a casi todo el mundo) que lo hagan apoyándolos sobre la superficie de una mesa, de modo que se minimice la fuerza ejercida por los dedos.

El síndrome del ordenador: cuidado con la vista

ojos-ordenador

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Y si los smartphones han llegado pisando fuerte a nuestras vidas, los ordenadores y las tabletas no se quedan atrás, por lo que también hay que tener especial cuidado con los posibles trastornos asociados a ellos.

Y un claro ejemplo es el del síndrome del ordenador, una patología típica de aquellas personas que, normalmente por razones laborales o académicas, pasan más de ocho horas delante de la pantalla de una computadora.

Suele cursar con síntomas como enrojecimiento de los ojos, visión doble o borrosa, lagrimeo, sequedad, cefaleas e incluso náuseas y debe tratar de prevenirse siguiendo unas indicaciones muy sencillas.

Las causas de la aparición del síndrome derivan a menudo del trabajo en zonas inadecuadas, pero también puede deberse a patologías visuales previas, con o sin tratamiento.

¿Cómo prevenir el síndrome del ordenador?

Para empezar, se debe prestar especial atención al lugar dónde se ubica el ordenador, ya que la ventilación y la iluminación juegan un papal muy importante en la aparición del síndrome.

En caso de que la luz tenga que ser artificial, se recomienda el uso de letras negras sobre fondo blanco, la eliminación de brillos y reflejos y la colocación de  más de un fluorescente, porque la luz procedente de una sola fuente da lugar a un parpadeo inapreciable que puede ser perjudicial.

Por otro lado, también es importante que la zona esté ventilada, sin abusar de la calefacción ni el aire acondicionado, y con una humedad adecuada (entre un 40 y un 65%).

Y también es importante la colocación del ordenador, ya que será más apropiado que el monitor esté inclinado unos cinco o diez grados hacia atrás con respecto a la vertical.

Por último, como es lógico, no debe fumarse en la zona, ya que el humo del tabaco puede irritar los ojos, entre otros muchísimo síntomas que no le convienen a nadie.

Las nuevas tecnologías son una bendición; pero, como todo, debemos usarlas sabiamente y con precaución. Al fin y al cabo, la salud es lo primero.