invernaderos en el desierto

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Tecnología

Cultivar vegetales en el desierto, sin combustibles fósiles ni pesticidas ya es posible

La construcción de invernaderos en el desierto, con la única ayuda del sol y el agua del mar, parece ser una gran opción para la agricultura del futuro.

7 octubre, 2016 17:08

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Cultivar vegetales en el desierto, como tal, no es ninguna nueva noticia.

De hecho, no hay más que observar el inmenso mar de plástico que recorre el sureste español, dónde se encuentran las regiones más desérticas de la península.

Sin embargo, las plantaciones en invernaderos convencionales requieren un inmenso gasto de energías, normalmente no renovables, a la vez que también suelen implicar un gran consumo de pesticidas y agua dulce. Por ese motivo, en un futuro, en el que el cambio climático hiciera incultivables un gran número de zonas del planeta, a la vez que la escasez de combustibles fósiles redujera las posibilidades de recurrir a las técnicas tradicionales, sería necesario buscar alternativas que permitieran adaptar la agricultura a los nuevos cambios, si no queremos que la especie humana se muera de hambre. Y en un desierto de Australia parecen haber conseguido dar un gran paso en este aspecto, pues en los supermercados del país de los canguros y los koalas ya se están vendiendo los primeros tomates cultivados únicamente a base de agua del mar y luz del Sol. 

Invernaderos en el desierto, el futuro de la agricultura

tomates-desierto

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En la región árida australiana de Port Augusta ya se ha puesto en marcha uno de los primeros prototipos de estos innovadores invernaderos en el desierto, que con la única ayuda de la luz del Sol y el agua del mar han propiciado el cultivo de 17.000 toneladas de tomates.

El proyecto comenzó en la cabeza de sus desarrolladores en 2010, pero no comenzó a fabricarse hasta 2014, presentándose al público finalmente este año.

Para su funcionamiento, se canaliza el agua del mar proveniente de un golfo cercano, situado a dos kilómetros de distancia, pasándola después por una planta de desalinización, que la hace apta para el riego de las hortalizas. Además, este agua se utiliza también para empapar una especie de cartones, situados por todo el invernadero, que favorecen que las plantas se mantengan frías e hidratadas durante el caluroso y seco verano.

Por otro lado, al no disponer de tierra apta para la siembra, se utilizan cáscaras de coco, que ejercen la misma función, siendo el último componente de la ecuación la luz solar, que gracias a la colocación estratégica de 23.000 espejos favorece la obtención de la energía suficiente para el mantenimiento de la plantación, sin necesidad de recurrir a combustibles fósiles.

Por último, este prototipo presenta la gran ventaja de no requerir el uso de pesticidas, pues el agua del mar tiene también la función de esterilizar los cultivos a la vez que los riega.

¿Se puede extender el uso de estos invernaderos en el desierto?

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Aunque ya se están desarrollando prototipos similares en desiertos de otras regiones del planeta, como Qatar o los Emiratos Árabes Unidos, aún es pronto para que su uso se extienda, pues falta mejorar la capacidad de los invernaderos para almacenar la energía solar durante el invierno.

Por otro lado, como casi todo lo que resulta beneficioso, también es muy caro de instalar, por lo que no sería accesible a la gran mayoría de agricultores del planeta.

Sin embargo, aún estamos a tiempo de solventar estos dos problemas, antes de que las regiones cultivables del planeta empiecen a descender a pasos agigantados. Para entonces deberíamos haber encontrado una solución, salvo que hayamos conseguido crear granjas en Marte. Y eso tampoco parece nada fácil.

Imagen: Dailymotion