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¿Por qué a veces les damos tanta información a los desconocidos?

29 mayo, 2015 20:24

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No sé si a vosotros os pasa, pero a mí me ha pasado más de una vez que, sin darte cuenta, acabas hablando por los codos, contando algo que no querías contar o dando más explicaciones de las necesarias a alguien que no conoces de nada. No siempre claro, pero seguro que os ha pasado alguna vez pensar: “¿Y yo, porqué le he contado esto?”. Pues de eso vamos a hablar hoy, de los mecanismos que nos hacen tan dispuestos a contar cosas personales a los demás, en concreto a los desconocidos. Y sino seguro que os ha ocurrido lo opuesto, por ejemplo encontraros a alguien en un avión y que os cuente su vida entera, o incluso en la cola de alguna tienda.

Factores que influyen

Está claro que la personalidad de cada uno es importante, si eres más o menos extrovertido, más o menos ansioso, más o menos inseguro, todo eso influye, pero hay factores invariables que nos afectan a todos:

  1. Detonantes de falsa intimidad: Hay ciertas situaciones que inducen una falsa sensación de intimidad debido a la proximidad física. Por ejemplo ascensores, sillones de avión, o sitios en los que se está muy abarrotado y estamos muy cerca de alguien, incluso tal vez rozándoles. Todos tenemos una burbuja o espacio personal en el que solo suelen entrar las personas de confianza, pero esa proximidad inducida por la propia situación hace que percibamos una intimidad no real. Esto ocurre también en situaciones que implican de por si contacto físico, por ejemplo ir a la peluquería, darse un masaje, ir al médico, etc… ese contacto físico crea una sensación de intimidad que nos baja la guardia ante el otro.
  2. La norma de reciprocidad: Esta norma es aquella por la que nos regimos en el sentido de que si obtenemos algo de alguien lo correcto es devolverlo, dar lo que recibimos, ser recíprocos. Con la información puede acabar siendo un círculo vicioso porque lo que ocurre es que contamos algo íntimo y el otro hace lo mismo, lo cual nos lleva a contar algo más nosotros, y a que el otro responda de forma recíproca, al final llega un punto en el que ya hemos dicho más de lo que queríamos.
  3. El sesgo de similaridad: Solemos confiar automáticamente en aquellas personas que consideramos similares a nosotros, que tienen nuestros mismos gustos, apariencia o experiencias vitales. Asumimos que hay una conexión y empezamos a compartir información íntima.

Otros factores que inciden

Tendemos a hablar más cuando estamos ansiosos, activados o alegres (es una especie de expansividad).

La soledad nos hace más susceptibles a los efectos anteriores y además nos hace desear más ese contacto y tender a estar más predispuestos a hablar de cosas que en otras situaciones no comentaríamos.

La falta de habilidades sociales o de comunicación (por ejemplo saber decir que no o escaquearte de una situación peliaguda o una pregunta comprometida) puede hacer que hables más de la cuenta también.

Además en ocasiones preferimos que sea un extraño el que nos escucha, por varios motivos:

  • Por qué no queremos que nadie conocido sepa del tema pero necesitamos contárselo a alguien.
  • Por qué como la persona no nos conoce no tiene una idea preconcebida sobre la que juzgarnos.
  • Por qué a diferencia de la de un amigo su opinión será una opinión imparcial.
  • Por qué el extraño seguramente no vaya a abrazarnos y consolarnos como haría un conocido (aunque parezca raro hay gente a la que esto le molesta).
  • Por qué la persona con la que solemos hablar es justo la menos indicada para hablar (por ejemplo si le has sido infiel a tu marido, con el que siempre hablas, es poco probable que lo vayas a poder hablar con el abiertamente como con un desconocido).
  • Puede que busquemos un punto de vista muy diferente, de alguien totalmente fuera de nuestro entorno, que viva en otro sitio, tenga otra cultura u otras creencias, y eso puede ser un desconocido.

 

¿Cómo puedes evitar que te ocurra?

No es que haya nada de malo en contarle la vida a un extraño, pero si dices más de lo que quieres o luego te arrepientes de haber contado algo que no querías, aquí van algunos consejos para mantener los secretos como tales:

  • Recuerda los efectos de la proximidad física e intenta mantener cierta distancia psicológica ante ella. Recuerda que es una falsa sensación de intimidad detonada por el evento.
  • Los profesionales que dependen del tacto (masajistas, médicos, etc…) están haciendo su trabajo, no confundas la cercanía o el tacto con intimidad.
  • Si alguien te cuenta una intimidad no te sientas obligado a ser reciproco, asiente, cambia de conversación o deja que hable de sí mismo sin añadir tu información.
  • Intenta controlar la ansiedad y la activación cuando hables con desconocidos y monitorea los temas para asegurarte que no entres en ninguno privado.
  • Ten pensadas algunas frases para escaquearte de estas situaciones o alguna información que todo el mundo sepa y no te importe compartir y utilízala como placebo.

Fuente: The Guardian, Psychology Today.

Imagen: Flickr.