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Las 6 mentiras que todos sufrimos por culpa de nuestra mente

23 enero, 2015 20:25

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Como ya habréis sabido por otros artículos de Medciencia, el cerebro es maravilloso y está también lleno de trampas y paradojas, las cuales a mí me parecen fascinantes. Hace unos meses os hablábamos sobre los engaños producidos por fenómenos fisiológicos que ocurren en nuestro cerebro, entre ellos os hablábamos de como el cerebro se inventa la estimulación sensorial cuando esta no existe (en estado de privación sensorial) o como crea el dolor simpático (sentir el dolor ajeno), también hablábamos de los “gusanos en el oído” que es cuando nos quedamos enganchados con una canción en la cabeza, etc…

Otra forma fascinante de manipularnos que tiene el cerebro son los estilos de pensamiento distorsionados, claro que estos ya provienen de cierta experiencia previa y podemos decir que son aprendidos. Así que aunque distorsionen nuestro punto de vista no podemos decir que sean exclusivamente 100% culpa del cerebro, ya que las experiencias y lo que hacemos tienen mucho que ver, sin embargo el proceso por el cual cuando intentamos suprimir algún pensamiento negativo y este se hace más fuerte (lo cual es muy paradójico) si es igual para todas las personas.

Hoy vamos a hablar de otro tipos de engaños, menos fisiológicos y más cognitivos, hablaremos de como el cerebro nos manipula en nuestra visión de las cosas y nos hace creer, nos convence, de cosas que no son para nada como él las pinta.

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Mentiras de la mente

  1. La mente nos hace creer que somos realmente buenos en algo cuando en realidad somos malísimos. Esto lo estudiaron dos psicólogos en 1990, David Dunning y uno de sus estudiantes, Justin Kruger quienes encontraron que la gente que es realmente mala en algo tiende a creer lo opuesto. La gente competente suele infravalorar sus capacidades, mientras que el resto las sobrevaloran. Ellos plantean que probablemente las personas más incompetentes vivan en esta ignorancia dado que el reconocerla como tal requeriría cierta competencia en esa área que es precisamente de lo que carecen. Si sabes tan poco de tenis que no sabes que es “ser malo” al tenis, probablemente pienses que no se te da tan mal. Es la confianza del ignorante.
  2. La mente nos hace sentir como un fraude. Y esto tiene un nombre, el síndrome del impostor, acuñado por Pauline Rose Clance y Suzanne Imes en 1978. Ellas encontraron que muchas personas de éxito y con buenas posiciones sentían que eran un fraude, que no merecían tal puesto, que se habían sobrevalorado sus competencias o que habían tenido suerte pero que no eran tan buenas y sin esa suerte no lo hubieran conseguido. Muchas creían no ser lo suficientemente buenas y estar en su lugar por algún tipo de error. Y esto se mantenía logro tras logro, no podían deshacerse de la sensación de estar viviendo una mentira. Parece afectar a ambos sexos por igual.
  3. Si los demás piensan que somos estúpidos, nos volvemos estúpidos. Esto en psicología se conoce como la auto-profecía cumplida o el efecto Pigmalión. También se considera dentro de este grupo la amenaza del estereotipo. En conjunto viene a decir que si existe un estereotipo o imagen sobre nosotros o un grupo en el que nos encontramos inmersos, lo más probable es que tendamos a confirmar el mismo con nuestra conducta, a actuar en consonancia a esa idea, aunque sea negativa. El motivo puede ser variado, a veces simplemente para demostrar que somos de un grupo o crear más consistencia endogrupal actuamos acentuando los estereotipos, otras veces simplemente nos creemos el estereotipo, y si crees que harás algo más la simple preocupación de hacerlo hará que esa profecía se cumpla. En cualquier caso el efecto se auto-perpetúa porque confirma la idea inicial.
  4. La mente nos hace creer que tenemos razón aun cuando claramente no la tenemos. Esto lo hace a través del sesgo de confirmación. El sesgo de confirmación es el fenómeno por el cual nuestra mente tiende a ignorar cualquier información que esté en contra de nuestras creencias mientras que nos volcamos en la poca que la confirme. Por ello aunque los argumentos de la otra persona sean buenos no le haremos ni caso. Tendemos a saber a qué conclusión queremos llegar y buscar solo la información que nos lleve a ella mientras desatendemos por el camino a todo aquello que nos pueda llevar la contraria. Es más la evidencia que sí encontremos (porqué nos la pongan debajo de las narices) la consideraremos de poco peso o poco relevante en comparación con la nuestra.
  5. La mente nos hace creer que todo pasa por alguna razón. Buscamos patrones donde no los hay, le damos significado a cosas que no lo tienen. Y así nos pasamos los días. Desde luego los falsos positivos (ver algo que no está, por ejemplo un depredador) son evolutivamente más beneficiosos que los falsos negativos (el depredador está pero no le veo). Y esto se extiende a los datos, buscamos causas en todo lo que nos rodea, explicaciones. Es como creer en la ley de los números pequeños (creer que la información obtenida en una pequeña muestra será representativa de la población general) o en el heurístico de representatividad (inferir que un objeto se comporta como otro solo por la similitud que hay entre ambos). Este ejemplo y el siguiente ilustran lo malos que somos los humanos de calle en entender los conceptos estadísticos.
  6. La mente se entretiene haciéndonos temer cosas que jamás van a suceder en realidad. El temer ser mordido por un tiburón, ser asesinado, morir en un accidente de avión o ser la víctima de un ataque terrorista (buena fecha para mencionarlo) es estadísticamente tan improbable que solo podemos atribuir nuestra creencia de que ello va a ocurrir al heurístico de disponibilidad. Este heurístico hace que atribuyamos la facilidad para recordar algo, como la probabilidad de que ese algo ocurra, si podemos encontrar ejemplos de ello fácilmente lo consideramos algo frecuente, y claro, las noticias se encargan de que tengamos acceso a esos ejemplos. Sin embargo morir de diabetes, problemas de corazón o accidentes de tráfico es mucho más probable, pero como los ejemplos que tenemos tienen menor saliencia al ser menos impactantes (y salir menos en las noticias) les tenemos menos miedo.

Otros engaños que deberías conocer

Relacionada con toda esta temática y si os interesan este tipo de funcionamientos digamos “graciosos” de la mente, podéis consultar un artículo sobre la psicología inversa, en la que en realidad nosotros engañamos a la mente (¡por una vez!), jugando con un efecto automático que ella produce (la reactancia), para utilizarla en su contra. ¡A la mente también se la puede manipular!

También existe otro extraño fenómeno relacionado con el tiempo, se llama el “efecto reminiscencia” y es el que hace que a medida que pasan los años nos parezca que el tiempo pasa más rápido.

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Y por último está el famoso efecto placebo, el mayor engaño del cerebro a nuestro cuerpo, el cerebro (mediante su convicción) consigue convencer al sistema inmune de que funcione como si el medicamento realmente existiera.

¡La mente es maravillosa!, ¿O no?

Fuente: BuzzFeed, About, Psicología Online, Project Solutions.

Imagen: Devianart.