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¿Queremos a nuestras mascotas igual que a nuestros hijos?

16 octubre, 2014 16:48

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La verdad es que hay muchas personas que quieren a sus mascotas tantos como a un hijo, pero, ¿cómo de parecida es la relación madre-hijo con la relación humano-mascota? En MedCiencia os traemos un estudio de un grupo de investigadores del Hospital General de Massachusetts (MGH) que intenta responder a esta pregunta mediante el estudio de las diferencias entre las estructuras cerebrales que se activan cuando una mujer ve imágenes de sus hijos y las que se activan cuando ven las de su propia mascota.

Las relaciones con las mascotas son beneficiosas

El estudio reveló similitudes y diferencias en la forma en la que importantes regiones del cerebro de las personas reaccionan al ver imágenes de sus hijos y sus perros. Áreas consideradas muy importantes por encargarse de funciones tales como las emociones, el procesamiento visual o la interacción social mostraron una mayor actividad cuando los participantes vieron fotos tanto de sus hijos como de sus mascotas.

Así lo comenta Lori Palley, investigadora de la  MGH Center for Comparative Medicine

“Las mascotas tienen un lugar especial en los corazones y las vidas de muchas personas, y  hay pruebas concluyentes de estudios clínicos y de laboratorio que afirman que la interacción con animales puede ser beneficiosa para el bienestar físico, social y emocional de los seres humanos. Varios estudios anteriores han encontrado que los niveles de neurohormonas, como la oxitocina – la cual está involucrada en las relaciones amorosas y maternales – aumentó después de la interacción con animales domésticos, y las nuevas tecnologías de imágenes cerebrales están ayudándonos a entender las bases neurobiológicas de estas relaciones, lo cual es muy emocionante”

El experimento

Con el fin de comparar los patrones de activación del cerebro involucrada con el vínculo humano-animal doméstico con los provocados por el vínculo materno-infantil, el estudio reclutó a un grupo de mujeres con al menos un niño de 2 a 10 años de edad y un perro que hubiera estado en el hogar por dos años o más.

El experimento tuvo dos sesiones, la primera fue una visita a la casa durante el cual los participantes completaron varios cuestionarios, incluidas las relativas a sus relaciones tanto con sus hijos como con sus perros. El perro y el hijo de cada participante fue fotografiado.

La segunda sesión tuvo lugar en el Athinoula A. Martinos Center for Biomedical Imaging en MGH, donde la resonancia magnética funcional (fMRI) – el cual indica el nivel de activación de cualquier estructura cerebral mediante la detección de los cambios en los niveles de sangre y oxígeno– fue realizada poniendo un escáner a los participantes y enseñándoles las fotografías. Las imágenes incluían fotos de sus propios perros e hijos y se alternaban con fotos de perros e hijos desconocidos- pertenecientes a los otros participantes. Después de la sesión de escaner, cada participante completó evaluaciones adicionales, incluyendo una prueba de reconocimiento de imagen para confirmar que había prestado mucha atención a las fotos que se presentaron durante el experimento.

“Aunque se trata de un estudio pequeño que no puede aplicarse a otros individuos, los resultados sugieren que existe una importante red cerebral común en la formación y estabilización de los vínculos afectivos que se activaron cuando las madres vieron imágenes de cualquiera de sus hijos o de su perro. También observamos diferencias en la activación de algunas regiones que pueden reflejar la varianza en el curso de la evolución y la función de estas relaciones. Por ejemplo, al igual que en el SNi / VTA -región conocida por su importancia para la formación de enlaces- el núcleo accumbens fue reportado de tener un papel importante en las relaciones afectivas. Pero esta misma región mostró una mayor desactivación cuando se mostraron las imágenes de los perros en vez de la de los hijos, como uno cabría esperar.”

Fuente: Neuroscience News