Nuestros peores temores se han confirmado: Cortana es el nuevo Clippy, confirmando que en Microsoft tienen serios problemas de memoria.

Cortana es la gran apuesta de Microsoft, hasta el punto de que está dispuesto a que abandone el nido de Microsoft y se expanga a otros sistemas operativos como iOS y Android.

Aunque es un asistente personal muy útil si lo sabemos utilizar, hay que recordar que una de sus fortalezas es que no molesta. Si queremos usar Cortana, sólo tenemos que pulsar el botón, y si queremos incluso podemos desactivarlo completamente. Eso demostró mucha madurez por parte de Microsoft, así que era cuestión de tiempo que la compañía echase esa imagen a perder.

Cortana es el nuevo Clippy, lamentablemente

Lo digo porque la próxima gran actualización de Windows, de nombre código RedStone, convertirá a Cortana en algo más: en un asistente personal que aparecerá encima de nuestras ventanas y documentos para ofrecernos ayuda. ¿Te suena? En efecto, es exactamente lo mismo que ya hacía Clippy hace casi 20 años.

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Clippy fue lo más parecido a una mascota que ha tenido Windows. Apareció primero en la suite Office 97, y fue el precursor de los asistentes personales actuales, ayudándonos con todo tipo de tareas relacionadas con la ofimática. Lo malo es que rápidamente pasó de “ayudarnos” a “atosigarnos”. No podíamos pulsar un botón o escribir una palabra sin que apareciese en una esquina de la pantalla, con sus ojos acusadores. “Parece que estás escribiendo una carta” ¿Y qué si lo estoy haciendo? ¡Déjame! ¡ES MI VIDA!

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Perdón, no se lo que me ha pasado. A lo que íbamos, Clippy era la definición de molestia, así que es extraño que Microsoft quiera recuperar este comportamiento con Cortana. Fuentes de The Verge aseguran que el objetivo es poner a nuestro alcance una “herramienta poderosa” y no una mascota, pero si buscamos en la publicidad de la época seguro que encontramos las mismas palabras para calificar a Clippy, así que en este caso me permito tener algunos prejuicios sobre esta decisión de Microsoft.

Fuente | The Verge