Tres cazas F-35 de Lockheed Martin US Air Force
Arabia Saudí reabre con EEUU la negociación por 48 cazas F‑35, lo que cambiaría el equilibrio aéreo del Golfo
Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha convertido la venta de armas a Arabia Saudí en una de las principales prioridades de su política exterior.
Más información: Bélgica redobla su apuesta por el F-35 y comprará otros 11 aviones que se ensamblarán en Italia: "El mejor caza del mundo"
Arabia Saudí ha reactivado su intención de adquirir hasta 48 cazas furtivos F-35 Lightning II. La solicitud, que permanecía congelada durante varios años por razones políticas y estratégicas, ha ganado impulso en el marco de la revisión interinstitucional de la política de exportaciones de defensa de EEUU.
Así lo ha avanzado Reuters citando fuentes del Pentágono. De prosperar el acuerdo situaría a Arabia Saudí como el segundo país árabe con acceso al F-35, después de Emiratos Árabes Unidos.
Las negociaciones entre Rabat y Washington para la adquisición de 32 Lockheed Martin F-35 Lightning II también avanzan discretamente. La transacción, valorada en unos 17.000 millones de dólares, incluiría el suministro y mantenimiento de los aviones furtivos de combate durante 45 años
La posible operación marcaría la mayor transferencia de aviones de combate de última generación a un país de Oriente Medio desde que Israel incorporó su variante F-35I Adir en diciembre de 2016, cuando llegaron los primeros dos ejemplares al país. Desde entonces, Israel ha ido recibiendo más unidades y se considera el primer país fuera de Estados Unidos en operar este modelo avanzado de avión de combate.
El F-35, un caza de quinta generación, mide 15,7 metros de largo, 11 de envergadura y 4,4 de alto. Propulsado por un único motor Pratt & Whitney, alcanza velocidades de hasta 1.900 kilómetros por hora a gran altitud (Mach 1,6) y cerca de 1.300 sobre el nivel del mar, con un techo de vuelo operativo de 15.000 metros y un alcance máximo de 2.800 kilómetros.
Aunque la decisión final aún no está tomada, la reactivación del expediente sugiere que Washington evalúa seriamente la posibilidad de transferir tecnología de quinta generación a un actor regional clave. El debate se produce en un contexto de nuevas dinámicas energéticas, delineamientos geopolíticos y creciente influencia de China en Oriente Medio.
La revisión constituye, además, un paso relevante en la evaluación que Estados Unidos realiza sobre su cooperación en defensa con los países del Golfo, el régimen de exportaciones y la aplicación del principio de Ventaja Militar Cualitativa (QME, por sus siglas en inglés) de Israel, inscrito en la legislación estadounidense desde 2008.
Dicho marco legal prohíbe que otros Estados de la región adquieran armamento que iguale o supere las capacidades israelíes, salvo que se establezcan mecanismos compensatorios que garanticen el equilibrio estratégico.
El precedente más ilustrativo fue la autorización de venta del caza F‑35A a Emiratos Árabes Unidos en 2020. Aquel acuerdo se acompañó de negociaciones directas con Israel, la modificación específica del software de misión y una estricta supervisión sobre la arquitectura de guerra electrónica. Además, estableció un calendario de entregas sujeto a revisión.
Si Arabia Saudí obtuviera finalmente luz verde, se espera un modelo muy similar al aplicado con Emiratos Árabes Unidos, estructurado en varias capas técnicas y políticas.
Entre las medidas previstas se incluirían entregas escalonadas, diseñadas para que Israel mantenga una capacidad diferencial en cada fase del programa. Habría también limitaciones en sensores clave, como los sistemas DAS y EOTS, con el objetivo de evitar que Riad alcance una réplica total de la conciencia situacional israelí.
El software de misión se adaptaría específicamente, mientras que Estados Unidos conservaría el control sobre las actualizaciones y las librerías de amenazas.
Además, parte de la arquitectura de guerra electrónica permanecería bloqueada para salvaguardar las tecnologías más sensibles de supresión y penetración. En definitiva, la cuestión no es solo qué avión podría recibir Arabia Saudí, sino con qué “cerebro”, con qué “ojos” y con qué “biblioteca de amenazas”.
Por qué el F-35 es decisivo para Riad
La Real Fuerza Aérea Saudí cuenta hoy con un núcleo modernizado de F-15 de Boeing, los Tornado y los Eurofighter Typhoon, pero carece de aeronaves furtivas, esenciales para operar en entornos de alta amenaza.
La llegada del F‑35 cambiaría ese panorama al permitir penetrar defensas antiaéreas avanzadas, disuadir ataques con misiles balísticos y drones, coordinar operaciones en red con sistemas terrestres y navales, y proyectar poder en escenarios transfronterizos sensibles.
El caza introduce tres capacidades transformadoras: una baja firma radar que garantiza supervivencia en entornos saturados, una fusión multisensorial que genera un único cuadro táctico integrado, y un sistema de red táctica avanzada capaz de dirigir la batalla aérea desde el aire.
En otras palabras, el F‑35 no es solo un avión de combate: es un auténtico centro de mando en vuelo.
La administración Biden ya exploró la posibilidad de proporcionar F-35 a Arabia Saudí como parte de un acuerdo integral que habría incluido la normalización de relaciones entre Riad e Israel, aunque esos esfuerzos finalmente se estancaron en 2021 en respuesta a las denuncias internacionales sobre el uso de equipamiento militar estadounidense en la guerra de Yemen.
El regreso de Trump a la Casa Blanca ha modificado por completo este escenario. El presidente de EEUU ha convertido la venta de armas a Arabia Saudí en una de las principales prioridades de su política exterior.
En mayo, EEUU acordó vender al reino un paquete de armas valorado en casi 142 mil millones de dólares (123.6 mil millones de euros), que la Casa Blanca calificó como "el mayor acuerdo de cooperación en defensa" que Washington haya realizado.
Un programa alineado con la Visión 2030
Para el gobierno saudí, la compra del F‑35 encaja plenamente en la estrategia industrial de la Visión 2030. La iniciativa busca no solo modernizar la defensa, sino también impulsar la transferencia tecnológica, desarrollar capacidades de mantenimiento avanzado, crear una red aeroespacial nacional y reducir la dependencia logística del exterior.
Arabia Saudí no solo busca comprar cazas, sino dominar todo su ciclo de vida: operarlos, mantenerlos y adaptarlos con tecnología propia. Esa ambición encaja en la apuesta estratégica de Riad por ganar autonomía industrial y militar dentro de la Visión 2030.
El interés por el F‑35 no llega en solitario. En paralelo, el reino mantiene conversaciones con varios socios para ampliar y diversificar su flota de combate. El mensaje de fondo es inequívoco: Arabia Saudí no quiere depender de un solo proveedor, sino construir su propio ecosistema de defensa.
| Programa | Socio | Estado actual | Relevancia |
| 48 Eurofighter Typhoon | Reino Unido | Negociación | Continuidad operativa |
| 54 Dassault Rafale | Francia | Conversaciones avanzadas | Autonomía estratégica |
| Caza turco KAAN | Turquía | Exploración de coproducción | Transferencia tecnológica |
| GCAP (6ª generación) | Reino Unido‑Japón‑Italia | Observación para posible adhesión | Futuro pos‑2040 |
Este despliegue de iniciativas evidencia la apuesta saudí por obtener no solo equipamiento de vanguardia, sino también capacidades industriales y tecnológicas que garanticen una autonomía real en el largo plazo.
El proyecto KAAN turco, por ejemplo, representa la puerta de entrada a la transferencia de tecnología y a acuerdos de coproducción, mientras que la observación del consorcio GCAP refleja el interés saudí en no quedarse fuera de la futura sexta generación de cazas de combate.
Una decisión estratégica
Arabia Saudí busca afianzarse como referente regional, apostando tanto por capacidades defensivas avanzadas como por mayor autosuficiencia militar. La reactivación de las negociaciones por el F‑35 redefine el panorama aéreo del Golfo, donde la quinta generación se convierte en un nuevo símbolo de poder estratégico.
La operación lo elevaría de actor regional a potencia aeroespacial en fase de consolidación, y reforzaría el papel de Estados Unidos como árbitro tecnológico y garante del equilibrio militar en Oriente Medio, todo ello manteniendo a Israel como referencia estratégica ineludible.
Supone un paso relevante dentro del complejo mecanismo de Ventas Militares al Extranjero (FMS), que involucra un escrutinio conjunto del Departamento de Defensa, el Departamento de Estado y, finalmente, la Casa Blanca, antes de la preceptiva notificación al Congreso bajo la Ley de Control de Exportación de Armas (AECA).
El desenlace dependerá de tres factores clave: la negociación política entre Washington y Riad, la evaluación técnica acordada con Israel y el clima legislativo en el Congreso estadounidense durante los próximos meses.