Imagen de archivo de una embarazada.

Imagen de archivo de una embarazada. Foto de Tim Kraaijvanger en Unsplash

Salud y Bienestar

La diabetes gestacional no termina con el parto: las claves del acompañamiento antes, durante y tras el embarazo

El especialista de Quirónsalud, José Alberto Rodríguez León, aclara las dudas en torno a esta patología, sus antecedentes y aquello que sucede tras dar a luz.

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La diabetes gestacional es una de las complicaciones metabólicas más frecuentes durante el embarazo, pero también una de las más desconocidas entre las futuras madres. Aunque suele desaparecer tras el parto, sus implicaciones van mucho más allá de esos nueve meses: puede influir en la salud a largo plazo tanto de la mujer como de su hijo.

El doctor José Alberto Rodríguez León, del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, explica cómo se diagnostica y por qué la prevención y el acompañamiento empático son claves.

Desde los avances tecnológicos que permiten monitorizar la glucosa en tiempo real hasta el papel del microbioma o la inteligencia artificial en la medicina de precisión, el especialista describe un presente en transformación y un futuro prometedor en el manejo de esta enfermedad.

Pero, sobre todo, en este contexto, recuerda que cada embarazo es único y que el cuidado integral —médico, emocional y nutricional— es esencial para proteger la salud de la madre y del bebé.

En los últimos años es más conocida la diabetes gestacional, pero aún hay cierta confusión pública. ¿Cómo explicaría, de forma sencilla pero precisa, qué la diferencia de otros tipos de esta enfermedad?

Es aquella que se diagnostica por primera vez durante el embarazo, aunque un pequeño porcentaje de pacientes podrían padecer la variante tipo 2 sin saberlo antes de este proceso.

La tipo 1 es autoinmune y se debe a la destrucción de células β del páncreas. La diabetes tipo 2 se produce por la resistencia a la insulina y disfunción progresiva de la función beta pancreática, que causa una secreción de insulina insuficiente por parte de este órgano.

Especialmente sucede en el segundo y tercer trimestre del embarazo, debido a factores endocrinos placentarios y cambios metabólicos propios de esta etapa.

Podríamos concluir que la diabetes gestacional es similar a la tipo 2 pero como consecuencia del embarazo y es autolimitada en el tiempo.

Imagen de archivo de una embarazada.

Imagen de archivo de una embarazada. Foto de freestocks en Unsplash

¿Qué señales o antecedentes deberían alertar a una mujer y a su equipo médico antes incluso del segundo trimestre, cuando suele hacerse el test de tolerancia a la glucosa?

En la mayoría de los casos no se presentan síntomas y se detecta en el segundo trimestre mediante pruebas analíticas.

No obstante, ya al principio del embarazo o incluso preconcepcionalmente, hay antecedentes y señales que nos indican un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad durante la gestación:

  • Obesidad (IMC ≥30).
  • Edad materna avanzada (≥35-40 años).
  • Haberla padecido de forma previa.
  • Antecedentes de recién nacido grande (>4,0-4,5 kg).
  • Familiares de primer grado con diabetes.
  • Pertenencia a grupos étnicos con alta prevalencia de esta patología (por ejemplo, hispana, afroamericana, asiática).
  • Síndrome de ovario poliquístico.
  • Presencia de glucosa en orina de forma persistente.
  • Presencia de síntomas de hiperglucemia, que se manifiestan con un aumento anormal de la sensación de sed y la producción de orina.

Por esta razón, las sociedades científicas recomiendan que toda mujer embarazada con factores de riesgo para la patología de tipo 2 sea evaluada en una visita prenatal mediante criterios diagnósticos estándar, idealmente en el primer trimestre.

Si se detecta y se clasifica como diabetes es necesario un control más exhaustivo de la gestación. Si la evaluación inicial es negativa, se debe repetir el cribado entre las semanas 24 y 28 de gestación.

Igualmente, si existen factores de riesgo y deseo de ser madre, es conveniente una valoración preconcepcional para mejorar la situación metabólica y corregir aquello que sea modificable, como la obesidad.

En resumen, los antecedentes personales, familiares y obstétricos, junto con hallazgos clínicos y bioquímicos sugestivos de alteración glucémica, son las señales clave para considerar cribado temprano antes del segundo trimestre.

A menudo se menciona que las hormonas del embarazo bloquean la acción de la insulina, pero ¿qué otros mecanismos fisiológicos o genéticos se están descubriendo que explican la diabetes gestacional?

Además del conocido efecto de las hormonas placentarias que inducen lo que se indica en la pregunta (como el lactógeno placentario humano, progesterona y cortisol), se han identificado otros factores como los que se citan que no favorecen su funcionamiento habitual.

En primer lugar, existe una heterogeneidad fisiopatológica: esta variante puede deberse predominantemente a resistencia a la insulina, a un déficit relativo de su secreción o a una combinación de ambos.

La mayoría de los casos corresponden al primer subtipo, pero hasta un 30% presentan el segundo, lo que implica una disfunción de las células β pancreáticas que puede estar presente antes del embarazo y manifestarse por primera vez durante el mismo.

En cuanto al segundo plano, hay variantes en genes relacionados con la función de las células β y la regulación de la hormona —por ejemplo, el encargado de controlar la glucocinasa— aumentan el riesgo de desarrollar esta patología.

Además, alteraciones en material genético inmunológico pueden predisponer a formas autoinmunes de diabetes gestacional, aumentando el riesgo de progresión al tipo 1 después de dar a luz.

Otros mecanismos incluyen la disfunción mitocondrial, el estrés oxidativo, la inflamación crónica mediada por citocinas y cambios epigenéticos y en la microbiota intestinal que afectan la sensibilidad y secreción de insulina.

En resumen, esta enfermedad resulta de la interacción entre resistencia a la hormona inducida por el embarazo, defectos en la compensación de las células β, predisposición genética y factores inmunológicos y metabólicos adicionales, lo que explica su heterogeneidad clínica y la necesidad de enfoques personalizados.

¿Qué avances o tendencias observa en el manejo nutricional? Por ejemplo, ¿qué papel juega hoy la monitorización continua de glucosa o la adaptación individual de los planes alimentarios?

Las innovaciones recientes en estas circunstancias están transformando la atención hacia un enfoque más personalizado, predictivo y preventivo, con impacto potencial en la salud materna y de futuras generaciones.

El uso de inteligencia artificial, dispositivos conectados (IoMT) y aplicaciones móviles permite una vigilancia continua y personalizada de la glucosa, facilitando intervenciones adaptadas en tiempo real y mejorando el control glucémico, lo que puede reducir complicaciones maternas y neonatales.

Estas tecnologías también amplían el acceso a la atención, especialmente en poblaciones vulnerables, y promueven la educación y el autocuidado.

Cuando la dieta y el ejercicio no bastan, ¿cómo se decide entre el uso de insulina o antidiabéticos orales? ¿Qué avances hay en seguridad y eficacia para el bebé?

La decisión entre una opción u otra cuando un control de la alimentación y la práctica de deporte no son suficientes en el embarazo se basa en varios criterios clínicos: fracaso de las medidas no farmacológicas, severidad de la hiperglucemia, presencia de síntomas, comorbilidades maternas y preferencias del paciente, además de elementos como accesibilidad y recursos.

La insulina es el tratamiento de primera línea, debido a su mayor evidencia de seguridad y eficacia, especialmente en la prevención de complicaciones maternas y neonatales.

No cruza la placenta y permite un control ajustado, con menor riesgo de hipoglucemia para el bebé antes del nacimiento y crecimiento excesivo del feto. Las formulaciones modernas han mejorado la flexibilidad y reducido el riesgo de hipoglucemia para la madre.

Los antidiabéticos orales —principalmente metformina y gliburida— se pueden considerar en diabetes gestacional cuando existen dificultades para el uso de insulina (adherencia, costo, acceso), aunque ambos cruzan la placenta y existen dudas sobre su seguridad a largo plazo para el hijo y por tanto no forman parte del tratamiento habitual.

La metformina se asocia con menor ganancia de peso materna y menor riesgo de macrosomía, pero puede aumentar el riesgo de recién nacidos pequeños para su edad de gestación y los efectos a largo plazo en neurodesarrollo y metabolismo infantil aún son inciertos.

La gliburida es eficaz en el control glucémico, pero se asocia con mayor peligro de hipoglucemia neonatal y macrosomía, por lo que su uso es menos frecuente y no recomendado como primera línea.

Existen otras vías de investigación abiertas sobre todo en diabetes tipo 2 fuera del embarazo, pero los datos durante el mismo son limitados.

En resumen, la insulina es el tratamiento de elección cuando dieta y ejercicio no son suficientes en el periodo de gestación. Los antidiabéticos orales pueden considerarse en casos seleccionados, siempre valorando riesgos y beneficios individuales.

La seguridad y eficacia para el bebé es mayor con insulina, mientras que la metformina y la gliburida requieren vigilancia y discusión informada sobre riesgos potenciales.

Imagen del doctor especialista de Quirónsalud, José Alberto Rodríguez León.

Imagen del doctor especialista de Quirónsalud, José Alberto Rodríguez León. Cedida

Después del parto, muchas mujeres creen que el problema desaparece. ¿Qué debería saberse realmente sobre el seguimiento en ese punto y el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en los años siguientes?

La mujer que acaba de dar a luz debe continuar con la supervisión médica, ya que su posibilidad de desarrollar diabetes es 10 veces mayor al de las gestantes sin patología.

El control postparto se realiza mediante una prueba de tolerancia a la glucosa a las 6-12 semanas posparto y realizando controles anuales o entre uno y tres años. El riesgo de progresión a tipo 2 es mayor en los primeros seis años posparto, pero la incidencia sigue aumentando linealmente a lo largo del tiempo.

Las intervenciones sobre el estilo de vida —dieta, ejercicio, control de peso— han demostrado reducir esta posibilidad. Asimismo, la lactancia materna puede ayudar a disminuir el riesgo de diabetes, ya que mejora la forma en la que el cuerpo procesa la glucosa y la insulina.

¿Qué sabemos hoy sobre los posibles efectos a largo plazo en los hijos de madres con diabetes gestacional, especialmente desde la perspectiva metabólica o epigenética?

Los hijos de madres que han padecido diabetes gestacional presentan un aumento significativo del peligro de tener obesidad, intolerancia a la glucosa, desarrollar el tipo 2, síndrome metabólico, hipertensión y dislipidemia durante la infancia, adolescencia y edad adulta.

La exposición intrauterina a hiperglucemia materna induce alteraciones en el desarrollo de órganos clave, afectando la estructura, función y sensibilidad a la hormona y modificando la expresión génica mediante cambios epigenéticos.

Esta mayor propensión a las enfermedades crónicas persiste en la descendencia. Además, algunos estudios sugieren que pueden transmitirse a generaciones posteriores.

El tratamiento de la diabetes gestacional durante esta etapa mejora los resultados perinatales inmediatos, pero su impacto sobre el riesgo metabólico a largo plazo en los hijos es limitado y aún incierto, con algunos datos que sugieren efectos diferenciales según el sexo del niño.

Las intervenciones en el estilo de vida materno pueden atenuar algunas modificaciones epigenéticas, pero se requieren más estudios para confirmar su efecto sobre la salud metabólica a largo plazo.

En resumen, esta variante aumenta el riesgo de enfermedades metabólicas y cardiovasculares en los hijos a través de mecanismos epigenéticos y de programación fetal, lo que subraya la importancia de la prevención y el manejo óptimo de la glucosa materna antes y durante el embarazo.

El diagnóstico suele generar ansiedad o culpa en las gestantes; por eso es importante recordarles que muchos niños nacidos de madres con este tipo de patología no desarrollarán ninguno de estos problemas de salud. Sin embargo, la prevención y el control adecuados son cruciales para reducir las probabilidades.

¿Cómo puede el entorno médico acompañar mejor a la mujer desde una mirada más empática e integral?

Los ginecólogos podemos apoyar a las gestantes y a las madres desde una perspectiva empática e integral mediante un enfoque individualizado y centrado en la persona. Esto implica una labor de educación sanitaria, ofrecer información clara y accesible sobre la enfermedad y su manejo y respetar la autonomía de la gestante en la toma de decisiones.

Es recomendable la presencia de la familia, fomentar la participación activa de la paciente en su autocuidado y capacitar al personal sanitario en comunicación más comprensiva y en el reconocimiento de las necesidades emocionales y culturales de cada mujer.

La colaboración interdisciplinaria, incluyendo a obstetras, endocrinólogos, nutricionistas, psicólogos y trabajadores sociales, puede optimizar el acompañamiento y reducir el impacto negativo del diagnóstico.

El uso de recursos educativos digitales, la promoción de grupos de apoyo y las campañas públicas para reducir el estigma que se asocia a la patología facilitan la aceptación del diagnóstico y mejoran el afrontamiento, minimizando el impacto psicológico y favoreciendo el éxito en el manejo clínico y el bienestar a largo plazo.

¿Qué beneficios concretos ha observado cuando endocrinólogos, obstetras, nutricionistas y educadores en diabetes trabajan en conjunto durante y después del embarazo?

El trabajo en equipo mejora el control metabólico, reduce y favorece la salud a largo plazo de madre e hijo. Permite además un cuidado integral que optimiza el control glucémico, reduce complicaciones maternas y neonatales y mejora la educación y el autocuidado de la paciente.

Los beneficios observados incluyen reducción de malformaciones congénitas, disminución de partos prematuros, menor mortalidad perinatal y menos ingresos a la unidad de cuidados intensivos neonatales.

Durante el posparto, facilita la detección temprana de complicaciones como hipertensión, infecciones y variabilidad glucémica, además de apoyar la lactancia y el manejo de otras anomalías metabólicas coexistentes.

Imagen de archivo de una pareja en una sesión de embarazo.

Imagen de archivo de una pareja en una sesión de embarazo. Foto de John Looy en Unsplash

¿Qué líneas de investigación o innovaciones (como la inteligencia artificial, el estudio del microbioma o la medicina de precisión) podrían cambiar la forma de prevenir y tratar la diabetes gestacional en la próxima década?

En la próxima década, estas disciplinas o herramientas son líneas de investigación e innovación que podrían transformar la prevención y el tratamiento de la patología.

En conjunto, estas innovaciones prometen una atención más personalizada, predictiva y preventiva al respecto, con impacto potencial en la salud materna y de futuras generaciones.

La inteligencia artificial está avanzando rápidamente en el cribado, diagnóstico y manejo personalizado de la diabetes gestacional. Los modelos de IA permiten predecir el riesgo de padecerla y complicaciones materno-fetales utilizando datos clínicos, genéticos y sensores biomédicos, facilitando intervenciones individualizadas y monitorización remota en tiempo real.

Sin embargo, se requiere validación externa y estudios prospectivos para su integración clínica efectiva.

El estudio del microbioma es prometedor para su prevención y tratamiento, ya que la microbiota intestinal de la madre puede influir en el metabolismo de la glucosa y la inflamación. La investigación se enfoca en identificar marcadores tempranos para un diagnóstico más precoz, así como en desarrollar estrategias preventivas y terapéuticas basadas en su modulación de la microbiota.

Las investigaciones recientes muestran potencial para mejorar el control glucémico y prevenir complicaciones, aunque se necesitan ensayos clínicos robustos para definir su papel.

La medicina de precisión busca adaptar la prevención y el tratamiento de la diabetes gestacional según el perfil genético, epigenético y metabólico de cada paciente.

El uso de biomarcadores, variantes genéticas y firmas moleculares permitirá identificar subgrupos de riesgo y personalizar intervenciones, optimizando los resultados maternos y neonatales.