
Sandra Moñino con un plato de patatas cocidas en una cocina.
"Se carga tu microbiota": la advertencia de Sandra Moñino sobre comer patatas recién cocidas en España
Un gesto tan simple como enfriar una patata cocida puede transformar tu salud intestinal. Sandra Moñino explica por qué y cómo aplicarlo.
Más información: Ni kéfir ni yogur natural: este es el mejor probiótico para la salud digestiva según la nutricionista Sandra Moñino
Hay gestos que parecen pequeños, pero cambian muchas cosas. Cocinar una patata, dejarla enfriar y comerla al día siguiente puede parecer un truco sin bases científicas. Pero no lo es. Según la nutricionista Sandra Moñino, realizar este truco, convierte a la humilde patata en un potente aliado antiinflamatorio.
Muchas veces no tenemos en cuenta las señales de nuestro propio cuerpo a pesar de que lo notamos de diferentes formas. Se manifiesta en cansancio, problemas digestivos, hinchazón o dolores persistentes. El cuerpo no se queja porque sí. Nos lanza señales.
Por suerte, nuestra alimentación puede ser tanto gasolina, como bálsamo. Lo que elegimos comer cada día marca la diferencia y tiene un gran impacto en nuestra salud.
El truco que transforma la patata
¿El truco que nos propone Sandra Moñino? Cocer la patata y dejarla en la nevera al menos 12 horas. Tal cual. Al hacerlo, su almidón cambia de estructura de forma natural. Ese nuevo almidón, llamado resistente, no se digiere en el intestino delgado. Llega intacto al colon, donde nuestras bacterias hacen su magia.
Lo fermentan y producen ácido butírico, una sustancia que calma la inflamación y fortalece la mucosa intestinal. Es como un escudo natural para nuestro sistema digestivo. Así, una patata fría puede actuar como un prebiótico.
Si cocinamos las patatas teniendo en cuenta este truco, conseguimos alimentar a las bacterias buenas del intestino y mejorar de este modo, nuestra salud desde dentro.
Lo mejor de todo es que no necesitas suplementos raros ni ingredientes difíciles de conseguir. Solo una patata, agua, tiempo y una nevera. Puedes seguir disfrutando de lo que te gusta, solo que ahora lo preparas de una forma que te cuida.
Este truco sencillo convierte a la patata en algo mucho más poderoso de lo que imaginábamos. Así, puedes seguir disfrutando de platos familiares sin renunciar a lo que te hace bien. Y eso, en la cocina de casa, es un regalo.
Pequeños grandes cambios
Sandra insiste en algo esencial: la forma de cocinar también importa. Mejor hervida o al horno, sin añadir grasas al principio. Una vez fría, puedes añadir aceite de oliva virgen extra, cúrcuma, pimienta o jengibre. Son pequeños detalles que potencian los beneficios.
El resultado es un plato sabroso y con efecto positivo real sobre tu cuerpo. Sin complicaciones. Por otro lado, la patata combina muy bien con otros alimentos saludables, por lo que no solo la patata puede ayudarte. Frutas del bosque, hojas verdes, pescado azul, frutos secos… son otros grandes aliados.
Recuerda que puedes incluir la patata fría en ensaladas, guarniciones, boles saludables o purés fríos. Todo suma. Y cuanto más lo repitas, más lo notarás. Lo importante es convertirlo en parte de tu cocina de siempre.
El arroz y la pasta también generan almidón resistente cuando se enfrían tras su cocción. Así que puedes aplicar este mismo método con ellos: cocínalos, enfríalos y úsalos después en ensaladas, salteados o platos fríos. Es una manera práctica de convertir carbohidratos comunes en aliados para tu microbiota.
Tu intestino lo notará. Y tú también. Conseguirás más energía, una mejor digestión y mejor estado de ánimo. Al final, cuidarte te hace sentir bien en todos los sentidos y lo mejor es que es más accesible de lo que pensamos.
Sandra propone cenas sencillas con ingredientes cotidianos, como patata fría con aguacate, huevo y cúrcuma. Un plato fácil, económico y completo que puedes preparar sin complicarte la vida en cualquier momento y para cualquier ocasión.
También propone, desayunos como kéfir con frutos rojos y semillas te aportan beneficios reales, cuyos beneficios se dejarán notar en pocas semanas siempre que seamos constantes.
Otro hábitos importantes
Además de una cocina saludable, también debemos seguir otros hábitos saludables como dormir bien, moverte más y reducir el estrés. Comer con conciencia. Son piezas del mismo puzzle. Todo está conectado y es por ello que cada elección que haces durante el día, por insignificante que creas que es, cuenta.
De nada sirve que cuidemos mucho nuestra alimentación, si dejamos descuidados otros aspectos cruciales para nuestra salud y, aunque la transición a una vida más saludable puede ser complicada, tan sólo debemos elaborar un plan para llegar a conseguir nuestros objetivos y poner un poco de fuerza de voluntad.
El cuerpo necesita coherencia, si le das comida muy saludable, pero lo sometes a jornadas eternas sin descanso, a sedentarismo o a una mente saturada de preocupaciones, los beneficios se diluyen. Una buena salud se construye equilibrando todo: lo que comes, lo que haces y cómo descansas.
No se trata de hacerlo perfecto, sino de avanzar, de ser más consciente, paso a paso. Y celebrar cada pequeña victoria: esa noche que dormiste 8 horas, ese paseo en lugar del ascensor, ese rato sin móvil antes de dormir. Porque cuidarse no es un sacrificio, es una forma de quererse.
Haz un plan de vida saludable con objetivos realistas y trata de ir alcanzándolos poco a poco, de forma que, a medida que vas consiguiendo mejoras vayas introduciendo otras nuevas, de este modo conseguirás aquello que te propones casi sin dar te cuenta.
No retrases más el momento de cuidar de tu salud, cuanto antes comiences a cuidar de ti, coge bolígrafo y papel y anota los primeros objetivos que quieres conseguir y, por supuesto, guarda estos consejos para aplicarlos.