La joven madrileña confiesa su duro camino hasta convertirse en mamá.

La joven madrileña confiesa su duro camino hasta convertirse en mamá. Cedida

Relaciones

Eida busca ser madre pese a la infertilidad: "Nos podíamos haber gastado 10.000 euros y haber sufrido otro aborto"

Con un sueldo mínimo de 1.300 euros, esta madrileña y su pareja se enfrentan a los altos costes de la fecundación 'in vitro' y la larga espera en la sanidad.

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Eida tiene 28 años y lleva ocho intentando quedarse embarazada. Desde los 20 sueña con ser madre, pero la infertilidad le ha puesto muchas, pero muchas, trabas en el camino.

"Tengo veintiocho años y llevo intentando ser mamá desde los veinte, ya son ocho años luchando contra la infertilidad", cuenta con sinceridad, mientras resume una historia llena de dolor, esperanza y una gran constancia.

Todo empezó cuando, después de dos años buscando un embarazo de forma natural, decidió acudir a varios ginecólogos. "Me habían hospitalizado más de diez veces por menstruaciones muy dolorosas que me provocaban vómitos, mareos y espasmos, pero los médicos no encontraban el motivo", comienza explicando a EL ESPAÑOL.

Sin embargo, hace apenas tres años, los especialistas detectaron que había sufrido un aborto bioquímico, un tipo de pérdida temprana que muchas veces pasa desapercibida.

A partir de ese momento, comenzó un largo recorrido médico. "Me hicieron muchísimas pruebas y visité a más de diez ginecólogos, de los cuales cinco eran especialistas en infertilidad y reproducción asistida". Sin embargo, ninguno lograba dar con la causa de sus abortos recurrentes.

La pareja lleva ocho años buscando ser padres.

La pareja lleva ocho años buscando ser padres. Cedida

Cuando su pareja se sometió a un estudio de fertilidad, descubrieron que su esperma no tenía la calidad óptima, aunque eso no explicaba por completo las pérdidas.

Siguieron en procedimientos y la peor noticia llegó cuando en un hospital público les comunicaron que no eran aptos para inseminación artificial. "Fue un gran golpe para nosotros, ya estábamos ilusionados y ver que las cosas se complicaban más fue devastador".

La frustración y la ansiedad hicieron que Eida tuviera que detener el proceso por un tiempo. "Este tema había conseguido obsesionarme, no podía pensar en otra cosa que no fuera conseguir un embarazo", reconoce.

Pese a ello, después de recibir ayuda psicológica, la joven madrileña decidió intentarlo de nuevo, pero esta vez a través de una fecundación 'in vitro' (FIV).

No obstante, aunque contaban con seguro médico privado que le cubría gran parte del proceso, los gastos seguían siendo elevados.

"El tratamiento se quedaba en unos siete mil euros, y si no funcionaba, otro intento costaba cuatro mil más. Mi pareja y yo tenemos trabajos normales, nuestros sueldos rondan los 1.300 euros, por lo que tuvimos que pedir un crédito personal", confiesa con resignación.

Pero el dinero no era el único asunto que preocupaba a Eida. Y es que en una de las últimas clínicas que visitó junto a su pareja, descubrieron al fin el motivo de sus abortos: un pólipo endometrial que impedía la implantación del embrión.

"Ningún médico antes me había mandado esta prueba. En la primera clínica estaban dispuestos a empezar el proceso sin comprobar la causa de los abortos, y nos podíamos haber gastado 10.000 euros y haber sufrido otro aborto", relata indignada por la situación.

Ahora, Eida espera los últimos resultados antes de comenzar la estimulación ovárica. A pesar del miedo, mantiene la esperanza y reconoce que "estamos muy contentos e ilusionados, pero siempre nos persigue ese miedo a no conseguirlo".

Sin embargo, más allá del aspecto médico, lamenta el tabú que aún existe en torno a la infertilidad. "La sociedad no entiende que se siente como una enfermedad. Muchos no comprenden el dolor que provoca pensar que quizá nunca puedas ser padre", denuncia.

Aun así, Eida no se rinde. "He aprendido a confiar en mi intuición, a respetarme y a permitirme sentir. Me he dado cuenta de que es posible querer a una persona que aún no existe, y eso es realmente bonito", concluye con ilusión.