Belén Barreiro posa en su oficina.

Belén Barreiro posa en su oficina.

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La socióloga Belén Barreiro: "Más del 70% de los jóvenes no se atreve o no sabe cómo tratar a las chicas por miedo"

Desde su posición de CEO en la agencia de investigación demoscópica 40dB., relata los cambios de una sociedad cada vez más 'compleja'.

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Belén Barreiro (Madrid, 1968) es, primero, socióloga, pero también empresaria. Fundó la agencia de investigación demoscópica 40dB. hace 13 años, venía de la universidad y del sector público. De hecho, dirigió dos años el CIS durante el segundo gobierno de Zapatero.

Los principios fueron duros, cuenta a Magas. Ella no tenía conocimiento empresarial. Empezó haciendo las primeras encuestas electorales y políticas online en España. El nombre de su negocio hace referencia a que 40 son los decibelios de una conversación y alude a la escucha, un sentido que suele tener más desarrollado la mujer que el hombre. "Al menos en el mundo de la sociología electoral", puntualiza.

En 2017 publicó La sociedad que seremos, donde caracterizaba cuatro tipos sociales: dos digitales y dos analógicos, ambos acomodados y empobrecidos.

Desde entonces, añade Barreiro, “la sociedad se ha vuelto más compleja por la multiplicidad de hogares, el crecimiento de la inmigración y la propia revolución tecnológica que está atomizando la sociedad por estos consumos tan individuales de todo".

La oficina ocupa el piso donde vivió y murió Larra, en el Madrid de los Austrias. Hoy toca teletrabajo y está vacía. La protagonista me enseña la estancia donde presuntamente se pegó un tiro este romántico ilustrado. Fue un espíritu lúcido en tiempos revueltos, como también son los actuales.

Es la CEO y fundadora de la empresa.

Es la CEO y fundadora de la empresa.

¿Escuchan los partidos políticos a la sociedad?

Creo que sí; otra cosa es que sepan entender los mensajes. Pero no solo ellos, tampoco otras entidades o anuncios publicitarios guardan sintonía con la sociedad en determinados momentos. Nunca habíamos visto un cambio tan intenso y veloz en tantos ámbitos a la vez.

Y la diferencia entre generaciones se agranda.

No solamente entre ellas, sino dentro de las mismas. Ahora estamos observando algo relativamente nuevo en los más jóvenes: las chicas y chicos tienen planteamientos éticos, ideológicos y comportamientos distintos.

¿Diferencias por género?

Sí. Ellos políticamente están muy próximos a Vox, mientras que ellas son más progresistas. Eso se traduce en actitudes distintas respecto al cambio climático, la inmigración, la solidaridad, etc.

Incluso en estudios de consumo tienen comportamientos contrapuestos. Mientras los chicos consumen más bebidas energéticas, las chicas prefieren la kombucha. La primera es una bebida muy ligada a los gimnasios y la segunda a la meditación. Entonces, tienen maneras dispares de vivir.

Los huérfanos políticos...

Sí. Hay una crisis de representación enorme. Eso se empezó a manifestar en la época en que surgió Podemos y no se ha solucionado.

¿Quiere decir eso que los partidos tradicionales deben estar atentos?

A lo mejor no han estado tan atentos a las demandas, pero sería injusto no reconocer que el mundo se ha vuelto muy complejo y la sociedad cambia muy rápido.

Ahora hay que atender a las desigualdades crecientes; a casi la mitad de los españoles le cuesta llegar a fin de mes o no lo logran directamente. La revolución tecnológica y la IA van a tener un impacto muy desigual en la sociedad…

En nuestros estudios está saliendo mucho la sensación de policrisis: pandemia, crisis climáticas, apagón, guerra, inmigración... Te preguntas qué más puede ocurrir.

La población tiene un poco la sensación de que nadie está liderando esa inquietud tan tremenda. Empiezas a sumar factores y es un periodo de muchísima incertidumbre y de muchos sustos.

La CEO considera que hay una fuerte polarización en la sociedad.

La CEO considera que hay una fuerte polarización en la sociedad.

En España hay casi un millón más de mujeres que de hombres. ¿Cómo impacta en el voto?

El PP y el PSOE han tendido en los últimos años a una competición estrecha en cuanto al voto femenino. Pero, desde las últimas elecciones, los socialistas ganan entre ellas.

Lo que realmente está cambiando es la entrada de mujeres de todas las edades en VOX, especialmente de chicas jóvenes. Lleva creciendo los dos últimos años, aunque sin alcanzar ni mucho menos la penetración que tiene entre ellos.

A lo largo de su carrera, ¿qué comportamientos sociales le han sorprendido más?

Quizás la división actual entre chicos y chicas. Hace poco publicamos un estudio para Plan International entre jóvenes de ambos sexos de 12 a 21 años, una franja de la población interesante y a menudo olvidada.

Ellos se sienten acomplejados respecto a ellas. Piensan que son mejores estudiantes, más espabiladas, que, encima, el feminismo las refuerza y, por tanto, están en una posición de ventaja. Para una mujer de mi generación ese discurso resulta muy chocante. Siempre hemos defendido la igualdad.

Entre 12 y 16 años, la diferencia entre niñas y niños es muy grande.

En efecto, pero ahora se añade que ellos, en general, se ven y se proyectan en el futuro peor. Hay una cifra de ese estudio alarmante: el 70 y pico por ciento de los chavales de esas edades no se atreve o no sabe cómo tratar a las chicas por miedo a que les denuncien.

Aquí hay complejos más agudos, miedos nuevos. Eso está produciendo una generación de desencuentro. Es preocupante.

¿Y qué cambios sociales considera más importantes?

Los está habiendo a todos los niveles. Crecen mucho los hogares unipersonales, los sin hijos o con uno solo, pero también aquellos en los que se unen dos familias, es decir, una pareja con niños de cada lado. Cerca del 70% de la población tiene su mascota y ya hay más animales que menores en edad escolar.

Aquella sociedad más de consenso, de grandes mayorías, se ha transformado en una muy atomizada, polarizada, con nichos distintos, muy homogéneos por dentro, pero muy heterogéneos entre sí y con formas de consumo distintas.

Eso hace el análisis social apasionante y también mucho más complicado, porque hay que hacer multitud de segmentaciones. Ya no valen las grandes clases medias o las grandes mayorías.

¿Qué tendencias destacaría ahora?

Resaltaría, sobre todo, corrientes muy contradictorias. Por ejemplo, está de moda lo saludable, pero también los torreznos. Contradictorio no solo entre personas, sino dentro de cada uno de nosotros, como si fuésemos en varias direcciones a la vez.

La sociedad ultradigitalizada busca espacios analógicos, el vinilo para escuchar música… Siempre se dice que los jóvenes no tienen paciencia, pero por el barrio hay varios centros donde los veo hacer calceta como nuestras abuelas.

Por otra parte, nos salía en una encuesta que, entre las chicas adolescentes, una de cada cuatro utiliza la IA como mejor amiga.

¿Cómo explicaría el fenómeno de Rosalía que colapsaba la Gran Vía hace unos meses?

Eso es un caso típico en una sociedad de haters y lovers, en la que algo produce furor y de repente supera lo previsto. Hay pocas cosas que unan a mucha gente. No creo que sea tan transversal como los Beatles, pero la cantante une bastante. Luego hay muchos fanatismos de nicho.

Estos influencers, futbolistas o famosos, ¿forman parte de la élite?

Tienen mucha influencia. Nosotros los estudiamos para saber cómo se mueve la opinión pública.

Cada generación tiene sus medios para informarse. La nuestra es la de la prensa escrita, la radio... La de los jóvenes es de las redes sociales. Sus puntos de referencia, claramente, son los creadores de contenido.

¿Cómo evolucionará la sociedad en los próximos años?

Yo creo que vamos a seguir con esta atomización. Cada vez nos unen menos cosas y eso es complicado de manejar. Es muy importante tener puntos de unión.