Verónica Forqué

Verónica Forqué

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70 años del nacimiento de Verónica Forqué: un repaso por la carrera y el legado que marcó la comedia en España

Desde el cine a la televisión, pasando por el teatro, la artista consiguió transmitir al público su amor por la interpretación con cada personaje.

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El 1 de diciembre de 1955 el mundo dio la bienvenida a Verónica Forqué, uno de los pilares de la historia del cine y la televisión española. En el 70 aniversario de su nacimiento, recordamos la imponente trayectoria de la artista que consiguió consolidarse como un icono femenino de la interpretación de nuestro país.

Su historia, como la de muchos hijos de padres reconocidos, parecía estar ya escrita antes de su llegada. Hija del gran director y productor José María Forqué, creció entre las cámaras y guiones del que se conoce como uno de los cineastas nacionales más prolíficos.

Para cuando Verónica comenzaba a hablar con soltura, su progenitor ya acumulaba populares títulos como Embajadores en el infierno (1956), Amanecer en puerta oscura (1957) o Atraco a las tres (1962).

Ella, que encontró en su figura paterna el espejo de la profesión, se enamoró de la actuación y comenzó a construir su propia trayectoria desde temprana edad, sorteando el deseo del director, que al principio contemplaba con recelo la idea de compartir oficio con su pequeña.

“Fue de estar el pobre asustadísimo y preocupadísimo a ser ya mi fan número” confesaba ella en 2009 en una entrevista junto a Joaquín Petit.

Dejando de lado la carrera de Psicología que comenzó inspirada por su madre, la escritora y dramaturga Carmen Vázquez-Vigo, Forqué fue aceptada a los 17 años en la Escuela de Arte Dramático de Madrid, tras una prueba donde encarnó a Blanche DuBois en Un tranvía llamado deseo.

La entonces joven actriz comenzó sus andaduras en el mundo de la interpretación durante la década de los 70, en plena transición española, cuando la profesión se vio obligada a reinventarse y los guiones rompían con las convenciones tradicionales.

Su generosa actuación, su voz única, su mirada cautivadora y su especial talento para la comedia consiguieron conquistar al público, escalando en la industria entre personajes cada vez más señalados.

Verónica Forqué en 'Kika'.

Verónica Forqué en 'Kika'.

Estreno artístico

Su primera aparición pasó desapercibida en la obra transgresora de Jaime de Armiñá, Mi querida señorita (1971), donde Verónica debutó con un papel sin acreditación.

En el filme, el protagonista, José Luis López Vázquez, se cruzaba con la adolescente madrileña mientras paseaba por las calles de la capital. Este breve cameo, alineado con los inicios de los jóvenes neófitos, fue el pistoletazo de salida de su prominente trayectoria.

Primeros papeles

La profesión finalmente le llevó a compartir set de grabación con Jose María Forqué, que apostó por ella en numerosas ocasiones.

El primer encuentro tuvo lugar en el largometraje Una pareja… distinta (1974), donde Verónica desempeñó un papel secundario como empleada de una tienda de perros. Más tarde, trabajó junto a él en Madrid, Costa Fleming (1976) también como actriz de reparto y en El segundo poder el mismo año con un rol algo más relevante.

Sin duda, los trabajos junto a su padre sirvieron de catapulta a su carrera pues, aunque aún menores, sus aportaciones consiguieron que los demás realizadores fijaran su atención en la joven intérprete.

El primer director ajeno a la familia en confiar en su actuación fue Antonio Mercero. El creador de Verano azul (1981) y Farmacia de guardia (1991) vio en ella el rostro de Vítora, la asistenta de La guerra de papá (1977), el personaje que dejó entrever su talento para la comedia.

Escena de 'La guerra de papá'.

Escena de 'La guerra de papá'.

Historia con Almodóvar

A Verónica Forqué y Pedro Almodóvar les una estrecha relación laboral, quizá una de las más emblemáticas del cine español. Sus recurrentes colaboraciones impulsaron la carrera de la actriz y consolidaron su estatus como una de las musas del manchego.

Su primer trabajo junto al director llegó con la película ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984). En el filme, encarna a Cristal, una prostituta soñadora y entrañable, vecina de la protagonista.

Verónica Forqué junto a Carmen Maura en ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto?’ .

Verónica Forqué junto a Carmen Maura en ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto?’ .

Este papel le pilló desprevenida. Tras el 'no' de Victoria Abril y Ángela Molina, la oferta sorprendió a la reina de la comedia durante su luna de miel, quien aceptó sin imaginar la aclamada y galardonada carrera que le auguraría su espléndido talento.

Dos años más tarde, los dos iconos volvieron a coincidir en Matador (1986), una comedia negra protagonizada por Antonio Banderas. En esta ocasión, Verónica representa a una periodista con una importancia señalada en la trama, mostrando una faceta más dramática de su actuación.

El vínculo entre ambos alcanzó su punto más álgido en Kika (1993). En este filme, Forqué personifica a la protagonista, una maquilladora alegre e inocente que demuestra su fortaleza frente a situaciones dramáticas con toques cómicos.

Verónica Forqué y Rossy de Palma en 'Kika'.

Verónica Forqué y Rossy de Palma en 'Kika'.

Aunque la obra fue objeto de críticas por su descarada trama, su interpretación, llena de matices que combinan humor y tragedia, le valió el Goya a la Mejor Actriz en 1994.

Su capacidad para encarnar personajes femeninos complejos y vibrantes, propios del universo audiovisual del cineasta, la llevó a ser considerada una de las más genuinas chicas Almodóvar.

Los Goya

Verónica Forqué consiguió acumular cuatro ‘cabezones’ a lo largo de su carrera, consolidándose como una de las artistas más galardonadas en la historia de estos premios.

Su primer Goya lo ganó en 1987 como Mejor Actriz de Reparto por su papel en El año de las luces (1986), dirigida por Fernando Trueba. En esta película encarnaba a Irene, la estricta directora de un sanatorio para tuberculosos de la posguerra.

Un año después, marcó un hito al acumular dos victorias en la misma ceremonia. Por un lado, sobresalió como Mejor Actriz Protagonista con La vida alegre (1987), de Fernando Colomo, y, en segundo lugar, se alzó como Mejor Actriz de Reparto por Moros y cristianos (1987) un filme de Luis García Berlanga.

Massiel, Verónica Forqué y Ana Obregón en 'La vida alegre'.

Massiel, Verónica Forqué y Ana Obregón en 'La vida alegre'.

Este doblete fue un logro sin precedentes que solo pudo ser igualado 29 años después por Emma Suárez en la gala de 2017.

Finalmente, erigió su cuarto ‘cabezón’ como Mejor Actriz Protagonista por Kika (1993), un clásico irreverente y gamberro de Almodóvar. A raíz de su papel protagonista, que da nombre a la película, se le asocian frases icónicas como “Que heavy eres Juana” o “¡Viva la pestaña!"

Verónica Forqué como Kika

Verónica Forqué como Kika

Este imponente palmarés convierte a Verónica Forqué, junto a su compañera de rodaje y profesión Carmen Maura, en una de las dos intérpretes con más premios Goya de la historia.

Pepe y Pepa

De entre la multitud de ficciones televisivas en las que colaboró durante su carrera, sin duda, destaca Pepe y Pepa (1995), una entretenida sitcom obrera dirigida por su exmarido Manuel Iborra.

Reparto de 'Pepe y Pepa'.

Reparto de 'Pepe y Pepa'.

En esta ocasión, representó a Pepa, la coprotagonista de esta obra maestra de la comedia que se ganó el cariño de la audiencia con su sonrisa torcida y dramas familiares.

Su interpretación fue reconocida con el TP de oro a la Mejor Actriz de televisión en 1996.

Verónica Forqué en marzo de 2020.

Verónica Forqué en marzo de 2020.

Verónica Forqué dejó una huella imborrable en el cine español, no solo por sus múltiples logros, sino por la autenticidad con la que enfrentó cada personaje.

Su capacidad para encarnar desde roles dramáticos hasta comedias con un talento intachable la convirtió en un referente para generaciones de artistas y espectadores.

Su trabajo junto a directores emblemáticos como Pedro Almodóvar, Fernando Trueba, Fernando Colomo, Luis García Berlanga, o su propio padre, José María Forqué, definieron una carrera rica en variedad y profundidad interpretativa.

El amor y respeto que demostró por la profesión la llevó a construir un legado que permanece vivo en la memoria cultural de los españoles, y su presencia escénica en el cine, la televisión y el teatro sigue marcando un estándar de excelencia y compromiso en el mundo de la actuación.