Carmen Amoraga y Maxi Roldán.

Carmen Amoraga y Maxi Roldán. Cedida

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Carmen Amoraga y Maxi Roldán rescatan la memoria de la dana: "El Gobierno tenía que habernos dicho qué hacer"

En su libro Lágrimas de Barro, la dupla de autores transforma el dolor en relato y da voz a quienes sobrevivieron.

Más información: El periplo de Vanesa Aranda y Mar Pastor para reabrir sus negocios en Paiporta tras la dana: "Seguimos por la gente"

Rosa Sánchez de la Vega
Publicada
Actualizada

El 29 de octubre, Valencia se vio sorprendida por lluvias torrenciales que convirtieron calles y barrancos en ríos furiosos. La dana dejó tras de sí más de 200 víctimas y una ciudad marcada para siempre por la tragedia. Un año después, las calles pueden parecer secas, pero la memoria sigue viva.

De aquel desastre nace Lágrimas de Barro, un libro en el que Carmen Amoraga y Maxi Roldán transforman el dolor en relato y dan voz a quienes sobrevivieron.

El 29 de octubre se cumplió un año de la dana que cambió Valencia. Tras todo lo contado y vivido en la obra, ¿cómo has vivido la dimisión del presidente Mazón?

C: Como valenciana, afectada, amiga ya de muchas familias de las víctimas y autora del libro, viví la dimisión con vergüenza y estupefacción. Ni siquiera la anunció él mismo y se marchó sin asumir responsabilidades, culpando a organismos que, gracias a su trabajo, protegieron a miles de personas, incluida la comunidad educativa de la Universidad de Valencia.

No reconocer eso, victimizarse y dedicar solo un minuto de una comparecencia de diecinueve a las víctimas me pareció un insulto a la democracia y a la inteligencia.

En el libro escribimos a cuatro manos y con un solo corazón, pero como personas tenemos opiniones distintas. Maxi cree que debía pedir perdón a las víctimas, mientras que yo considero que, un año después, eso ya no sirve. Las disculpas también tienen una caducidad y requieren coraje y grandeza, cualidades que Mazón no ha mostrado.

Por eso su salida me parece la peor forma de irse: parece más un argumento para una futura defensa judicial que una renuncia real. En el mejor de los casos fue un error profundo; en el peor, una descalificación humana. Quizá ahora toque aprender a perdonar no a la figura, sino a lo que todo esto representa.

¿Quizás sea necesario encontrar un poco de paz?

C: Sí, pero ¿un año después? Han tenido muchos meses para pedir perdón. ¿De qué sirve hacerlo ahora si, el día en que las víctimas y quienes las acompañamos llenamos las calles de Valencia en una manifestación multitudinaria, la televisión autonómica emitía una corrida de toros de 1997 mientras medios internacionales conectaban en directo?

¿De qué vale disculparse si de palabra dices una cosa y de obra haces otra? Sí, les habría humanizado, pero ya es tarde. Un 'lo siento' creíble y coherente habría ayudado a facilitar el duelo y habría dado a las víctimas una pequeña esperanza de que alguien reconociera el error y trabajaba para que no volviera a suceder.

Nada de eso ocurrió: llegó tarde y mal. Y, sin embargo, hubo ejemplos distintos. La delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, pidió perdón desde el primer momento: por no haber llegado antes, por no haber sabido llegar antes.

Ella misma explicó los tres factores que se dieron: una catástrofe inevitable por la lluvia, una mala gestión previa y posterior a la alerta y una desatención que muchos afectados percibieron.

La UME se desplegó desde la mañana, pero el territorio afectado superaba las 15.000 hectáreas y la respuesta no tuvo la magnitud ni la visibilidad que la población necesitaba. Aun así, Bernabé asumió el error públicamente y no pasó nada.

Retrato de los dos autores.

Retrato de los dos autores. Cedida

¿Y las fases de reconstrucción?

C: La reconstrucción es mucho más compleja de lo que quisiéramos. Aunque ya hay obras en el barranco de la Saleta y en el cauce de Paiporta, en la zona se percibe retraso y que falta mucho por hacer en infraestructuras clave para contener futuras avenidas. Siguen pendientes puentes y polideportivos. Ha pasado un año, pero administrativamente estos procesos avanzan mucho más despacio de lo que la gente necesita.

M: En infraestructuras, las carreteras se reabrieron con rapidez y el metro volvió a funcionar en julio, aunque está fallando con frecuencia. Algunas vías tardaron más, pero quedaron bien. Las más retrasadas siguen siendo las de prevención, que acumulan años pendientes.

En vuestro libro incluís una cronología detallada de los hechos. ¿Qué importancia tiene para vosotros este enfoque temporal?

C: La cronología es clave para entender qué se sabía y qué se hizo antes de la catástrofe. En un anexo incluimos proyectos que podrían haberla evitado o al menos mitigado, como el del barranco de la Saleta, que finalmente está en marcha, pero avanza con lentitud mientras Generalitat y Gobierno se reprochan responsabilidades. Muchos de estos planes nunca se materializaron y acabaron siendo arma política; no hay un único culpable.

Yo cancelé mi agenda aquel día por prudencia, para no quedar atrapada con mis alumnos, mientras que Maxi mantuvo sus compromisos e intentó rescatar su trabajo. Pero los ciudadanos no deberíamos protegernos a ciegas: dependemos de un gobierno que financian todos, con departamentos como la Consellería de Emergencias, cuya función es indicarnos qué hacer.

Aquel día estuvo marcado por decisiones individuales que salvaron vidas… y otras que las pusieron en riesgo.

Al narrar tantos testimonios de quienes vivieron la dana, ¿hubo momentos en los que la intensidad de sus relatos os obligó a deteneros?

C: Sí, los testimonios fueron desgarradores. Recibimos mensajes, audios y documentos muy íntimos que nos obligaron a parar en varias ocasiones. La cercanía con las víctimas y sus familias fue inmediata: entrevistamos a personas mayores, niños y niñas, y acompañamos a quienes no podían hablar.

Antes de escribir, nos detuvimos a escuchar, abrazar y sostener emocionalmente a muchos de ellos. Hubo momentos, por ejemplo en Chiva y Paiporta, donde la intensidad era tan grande que parecía necesario detenernos para respirar y procesar lo que veíamos y escuchábamos.

Este contacto directo con las personas afectadas fue esencial para poder contar la historia con respeto y precisión.

Maxi, ¿cómo te cogió la dana ese día?

Maxi Roldán, en la entrevista para Magas.

Maxi Roldán, en la entrevista para Magas. Cedida

M: Estaba grabando un vídeo en Paiporta y mi mujer trabajando en el estudio. Primero pensábamos que el agua era un problema menor, como otras veces, pero luego se desbordó. Me separé de ella para ir a buscar los ordenadores y acercarme al barranco, y cometí varios errores: subestimé el agua y creí que podía controlarlo.

Cuando llegaron las olas fuertes, ayudé a un vecino que trataba de auxiliar a su padre y me arrastró hacia un garaje. Finalmente, logré refugiarme en una casa y comunicarme con mi familia: mi madre, mis hijos y mi mujer estaban bien, y más tarde nos reunimos caminando tras la crecida.

¿Qué aprendisteis después del 29?

C: Que el instinto de supervivencia no es voluntario: se activa o no según la situación, y que puedo reaccionar bien para protegerme a mí y a mi entorno, lo que me hace sentir orgullosa. También descubrí que escribir el libro me ha enriquecido personalmente y me ha permitido crear lazos de afecto con muchas personas.

Además, desde el principio tuvimos claro que los beneficios de los derechos de autor irían a la Asociación de Víctimas Mortales, como una manera de colaborar y de invitar a otros a apoyar a través de la compra del libro.

¿Creéis que España o Valencia ha aprendido algo de esta catástrofe?

C: Hemos aprendido algunas cosas, sí, pero otras no. Sabemos que la unión, la solidaridad y la empatía son clave para superar desastres, y que el cambio climático es real y requiere acción urgente. Sin embargo, muchos no parecen ser conscientes de esto.

Por ejemplo, tras las declaraciones de cinco personas que perdieron a varios familiares en la dana, la reacción en redes sociales fue alarmante, lo que demuestra que queda mucho por aprender y mejorar.

Vimos el abrazo de los Reyes de España, pero también vino una huída. ¿Qué significa esto para la percepción de su presencia?

C: Ese abrazo aporta mucho, pero la huida puede generar otra impresión desde fuera. Los Reyes se quedaron, aunque sus escoltas también intentaron sacarlos. La salida de Pedro Sánchez de Paiporta, en cambio, fue la respuesta a una agresión.

Y no sólo fue ese día: la ayuda ha llegado pese a la desinformación, del consorcio y del Gobierno, aunque no a todos a la vez, porque afectaba a más de 300.000 personas. Las respuestas no sólo se ven en una imagen; a veces las interpretaciones son torticeras.

En el libro sí recogemos cómo los Reyes mostraron humanidad y cercanía con los pueblos afectados. Esto ha sido reconfortante y ha fortalecido la percepción de la monarquía allí, más que la de la clase política. Se nota incluso en personas republicanas.

Yo misma no soy monárquica, pero valoro y agradezco ese gesto. Esa cercanía ha sido constante, no sólo ese día, aunque ciertos sectores lo han intentado desvirtuar.

M: Carmen y yo no estamos de acuerdo en todo. Ese día yo no estaba en Paiporta; estaba intentando sacar a mis padres de Picaña, así que no viví directamente lo de la huida, ni la comitiva.

Retrato de la autora Carmen Amoraga.

Retrato de la autora Carmen Amoraga. Cedida

¿Qué mensaje queréis dejar a través de esta crónica a las familias que todavía siguen “limpiando barro”, tanto literal como metafóricamente?

C: Limpiar barro ya es más metafórico que literal, porque la mayor parte de las zonas se ha recuperado, aunque queda mucho por reconstruir. Hay dos mensajes principales:

Primero, Lágrimas de Barro es una cronología con vocación de permanencia. Personas mayores quieren que este libro quede para sus nietos, que no se olvide lo ocurrido, igual que ellos recuerdan otras tragedias pasadas. Presenta datos y testimonios que permanecerán como referencia y consulta futura.

Segundo, es un mensaje de esperanza. Aunque hubo 229 fallecidos y muchas personas afectadas no están del todo bien, los que sobrevivimos demostramos que podemos superar la adversidad. Aprender de lo ocurrido es fundamental para tomar medidas y evitar que vuelva a suceder.

Esto incluye informarnos, participar y tomar decisiones responsables individualmente, pensando también en el planeta.

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