Ana, repostera.

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Ana, dueña de una repostería, sobre el dinero que gana: "Empecé con 10.000 euros, y ahora facturo 90.000 al mes"

La repostera comenzó haciendo tartas en casa y hoy cuenta con un obrador, 16 empleados y todo apunta a que este año facturará más de un millón de euros.

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Hace 11 años, a Ana le pagaron su primera tarta. Fue una de tres chocolates y, sin que ella misma lo pidiese, le pagaron 35 euros por ella. Ese primer pago fue el principio de Anita Cakes, una repostería en Mallorca que hoy factura cerca de 800.000 euros anuales y que espera superar el millón para este año.

La historia de Ana comienza por un hobbie. No estudió cocina, no tenía una experiencia empresarial, ni un plan de negocio, solo el apoyo de todas las personas que conocían todo lo que la mallorquina podía hacer con sus manos.

"Empecé sin dinero, lo justo para comprar un horno de casa, una batidora normalita y algunas herramientas de segunda mano", recuerda en el canal de YouTube de Adrián G. Martín. La inversión inicial fue de 10.000 euros, los ahorros que compartía con su marido y socio, Pepe.

Este último fue quien seguía trabajando por cuenta ajena, por lo que cada poco tiempo seguía invirtiendo para que el negocio fuese creciendo. De lo que ganaban poco a poco, compraban cosas y herramientas "que íbamos necesitando", explica Ana.

Sin embargo, el dinero fue el primer error que cometieron al crear su negocio. Durante los primeros años, Anita confiesa que no sabía cuánto debía cobrar, que no valoraba su tiempo y que muchas veces regalaba su trabajo.

"Hacía tartas que me llevaban horas, y solo cobraba los ingredientes", cuenta. Ese periodo de ensayo y error fue clave para entender que el talento no basta: hacen falta números, estrategia y, sobre todo, decisión para cobrar lo que vale un producto artesanal.

Los beneficios económicos de una repostería

Anita Cakes nació de todos los errores, pero también de los aciertos, que tanto Ana como su marido supieron aprovechar. Lo que empezó siendo un pequeño taller familiar es hoy una empresa estructurada, con 16 empleados, un obrador central de 400.000 euros de inversión y una Flagship Store en una de las zonas más exclusivas de Palma.

En ese obrador, cuenta Ana, cada mes se producen entre 7.000 y 10.000 unidades de producto. Aunque las tartas fueron el punto de partida, el negocio evolucionó también hacia las galletas, que ahora representan el 65% de las ventas.

"Las galletas son lo que la gente más quiere; son rápidas, rentables y nos permiten innovar", explica, de hecho, el margen de beneficio de cada cookie ronda el 35%, más del doble que el de una tarta.

Ana, una repostera cuenta cuál es la rentabilidad de su tienda de tartas.

De esa visión nació la BizCookie, una masa abizcochada con una tableta de chocolate dentro que se renueva cada mes con un sabor nuevo. Es su producto estrella, y también su seña de identidad.

La parte menos rentable, en cambio, es la tienda. Mantenerla abierta cuesta entre 900 y 1.100 euros diarios, pero cumple un papel de escaparate que da visibilidad a la marca y refuerza su imagen de calidad y cuidado estético.

Esta cantidad de dinero supone un riesgo tanto para Anita como para su marido, pero el crecimiento de la repostería lo compensa. Solo el año pasado, la empresa cerró con una facturación cercana a los 800.000 euros, y este año todo apunta a que superará el millón de euros.

De hecho, en algunos eventos, Ana ha llegado a facturar 30.000 euros en apenas tres días. "El crecimiento está bien, pero lo más importante es mantener la esencia, seguir haciendo las cosas con cariño y cuidar al equipo", confiesa.